La personalidad singular de Manolo Cuadra


Manuel Antonio Cuadra Vega

(A 42 años de su muerte)

Texto de
Róger Matus Lazo

Manuel Antonio Cuadra Vega nació en Malacatoya, Granada, el 9 de agosto de 1907 y murió en Managua, el 14 de noviembre de 1957. «Mis amigos me bautizaron Manolo Cuadra», dice en 1936, refiriéndose al cambio de nombre.

Manolo Cuadra aun cuando sus compañeros granadinos del Movimiento de Vanguardia cursaron estudios en el Colegio Centro América, regentado por los jesuitas y con una sólida formación clásica y religiosa de la élite granadina, Manolo Cuadra ingresó en 1915 al Colegio Salesiano, centro en el que se formaban a los hijos de los trabajadores y en general de las capas medias.

En el Colegio Salesiano. Manolo Cuadra llegó hasta el tercer grado de primaria, pero egresó de sus aulas con un oficio que le permitió bien pronto ganarse la vida: radiotelegrafía. En realidad. Manolo sería una personalidad singular: telegrafista, estibador, soldado, boxeador, periodista, poeta, narrador, peón, comerciante, hotelero, agitador y hasta andarín de caminatas largas, pues varias veces marchó a pie de Managua a San José de Costa Rica y recorrió el mismo trayecto de regreso.

El 9 de agosto de 1927, exactamente el día de su cumpleaños. Manolo publica uno de sus primeros poemas de importancia literaria: Perfil. Y en 1929 publica, fechado en Tipitapa, su poema «A Don Rubén Darío» que se inscribe dentro de la actitud iconoclasta de los vanguardistas.

(Recuérdese la «Oda a Rubén Darío» que Coronel Urtecho publicó en 1925 contra los imitadores del gran panida).

En 1931, cuando ya se había conformado el Movimiento Vanguardista, firma la proclama de la Anti-Academia Nicaragüense; y en julio de 1932, responde la «Encuesta a los jóvenes nicaragüenses» que habían elaborado y dirigido Pablo Antonio Cuadra y Octavio Rocha en su página Vanguardia. En esa respuesta, Manolo se declaraba «católico», «conservador» y -como sus demás compañeros del grupo- partidario de una dictadura «no como aspiración política definitiva, sino como medio de investigación acerca de la verdad nicaragüense».

Por esta época. Manolo se había enrolado como soldado raso en el ejército de Somoza para combatir a Sandino en las Segovias. Su oficio: operador de radio. De su aventura como alistado de la Guardia Nacional, confiesa autocríticamente:

Sandino. Cerré contra él porque sí, porque en este infame paisecito siempre anda sobrando tiempo para doctorarse uno de imbécil. Me alisté como mercenario de un ejército promiscuo. Era la única manera de acercármele definitivamente…

Y desde la trinchera opuesta. Manolo escribía exaltando la gesta antintervencionista, particularmente en los sonetos «Miguel Angel Ortez», «Romance burlesco de don Pedro Altamirano», «Visión heroica de la Nueva Segovia» y el poema «Solo en la compañía».

A fines de 1933 Manolo regresó de las Segovias. Y se dedicó a concluir la redacción de Contra Sandino en la montaña, obra en prosa que concluyó en 1935, pero que publicó siete años después (1942). Entre 1934 y 1935, Manolo Cuadra prácticamente estaba desvinculado del grupo vanguardista, por el distanciamiento físico pues siempre llevó el poeta una vida de inestabilidad generalizada, hecha de «golpes» como afirma César Vallejo. No obstante, su verdadero distanciamiento responde a posiciones ideológicas y políticas divergentes de las de sus compañeros vanguardistas, quienes abiertamente habían manifestado su adhesión al General Somoza García.

A principios de 1935, el poeta de Malacatoya obtuvo su baja de la Guardia Nacional. Por esta época y junto a su hermano el teniente Abelardo Cuadra Vega, reclutó a oficiales de Somoza para una sublevación planeada para el 19 de abril de ese año contra el dictador. Pero el golpe sólo quedó en intento, pues fue descubierto y los implicados -entre los que figuraban los hermanos Abelardo y Manolo- fueron apresa- dos. El primero fue procesado y condenado a muerte, pero en consideración a su servicio en el ejército, se le conmutó la pena a veinte años de cárcel. El mismo Abelardo narra sus angustias de este doloroso episodio en su obra «Hombre del Caribe». La pena al final no la cumplió y salió libre.


Manuel Antonio Cuadra Vega

Manolo también logró su libertad gracias a las gestiones de sus antiguos compañeros del grupo vanguardista, entonces simpatizantes de Somoza García.

Se afilió al Partido Trabajador Nicaragüense, fundado el 7 de agosto de 1931, y en febrero de 1936 encabeza una huelga de choferes organizada por su partido. Toda esta participación combativa del poeta dirigida sobre todo contra Somoza, le valió su confinamiento a Little Corn Island de febrero a noviembre de 1937. De regreso, inmediatamente publicó su primera obra Itinerario de Little Corn Island, que apareció primero por entregas y luego reunido en un volumen.

Luego, viene una década de altibajos y persecuciones por su participación política: en 1943, en la «Aviación». Managua; en 1944, tuvo la ciudad de Masaya por cárcel, y en 1947, confinado en la Isla de Ometepe. Más que militancia política, la de Manolo era -como afirma Julio Valle-Castillo- » expresión de un hondo y doloroso ideal de justicia y liberación, hombría, conciencia de la condición desamparada de la especie, solidaridad con los hombres».

Como escritor, tuvo que ganarse la vida escribiendo en diversos diarios, revistas o semanarios, casi siempre para fustigar a Somoza. Escribió crónicas, artículos, editoriales, columnas periodísticas. Sus columnas más conocidas entre otras- son: «D.D.T.», «Bombas de Mano…lo», «Cuartillas personales», «Espejos giratorios» y «Santo y seña».

Su último destierro en San José, de Costa Rica (1955-1957) le permitió intimar con Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien se había fugado de las cárceles somocistas, prisionero a raíz de la muerte de Somoza García el 21 de septiembre de 1956, a manos del poeta Rigoberto López Pérez.

En febrero de 1957, ya para morir, escribió todavía en un hospital de Costa Rica, una carta testamentaria dirigida a Rolando Steiner, en la que se evidencia su amargura y sobre todo su fracaso:

… me siento fatigado. Pero sobre todo, frustrado. Mi buen corazón me hizo fracasar doquiera, porque no supe sino sentir a través de los otros… Todo hombre es señor de su ámbito. Siempre creí, ¡ah, jodido!, que mi ámbito era ajeno y le cedí a mi vecino, y este vecino era frecuentemente un caníbal.

Gravemente enfermo de cáncer, regresa a Managua en julio de ese año. Mario Cajina-Vega nos cuenta la muerte del poeta: «Estoy dedicado a morir» le dijo a Pablo Antonio Cuadra en los últimos días de su vida. Y ya jadeante por los estertores de la agonía dijo a su esposa Ruth que sentía «este terrible encuentro con Dios». A las cuatro y cuarto de la tarde del 14 de noviembre de 1957. Manolo -con un Cristo asido entre las manos- expiró, rodeado de sus familiares y amigos. El 9 de agosto de 1957 había escrito en Tipitapa «El último poema» con versos cargados de fe cristiana:

Buscad, pues, a Dios donde
El está. No en otra parte. No
tiréis margaritas a los
puercos. Si tuviéreis fe,
para encontrarlo un solo ojo
os bastaría.

Artículo publicado en Agosto de 1999.