Mosaico de gallos antiguo en Pompeya.
Las Riñas de gallos son una diversión antiquísima. Ya eran populares en Asia en tiempos muy remotos. Se las introdujo en Grecia en épocas de Temístocles.
Cuentan que este General, cuando marchaba contra los Persas vio a dos gallos peleando, y al observar su valor y tenacidad, los mostró a sus tropas para inspirarles ánimo combativo.
En honor al triunfo posterior de los Griegos, es que desde entonces se celebraron riñas de gallos en Atenas, inicialmente como un ritual patriótico, pero más tarde con carácter de diversión popular.
De Atenas el espectáculo se extendió por toda Grecia y luego por las costas del Mediterráneo llegando hasta Roma.
Los mejores gallos del mundo antiguo, se criaban en Alejandría, Delos, Rodas y Tanagra. Los romanos, durante largo tiempo expresaron desprecio por esta “diversión griega”, pero terminaron por aceptarla con entusiasmo, tanto que el escritor Columela (s I, ec) se quejaba del que el pueblo malbarataba su patrimonio en las apuestas.
No se sabe a ciencia cierta cuándo comenzaron a usar los espolones metálicos sobre los naturales del ave. En un principio se hacían de plata, luego de hierro y, finalmente, de acero. Los modernos espolones metálicos son de unos 35mm, el corto de 50 y de 63mm el largo.
Gallo contra rana en la antigüedad – Wolfgang Sauber
De Roma, las riñas de gallos se extendieron por Europa – Inglaterra, Alemania, Francia, Holanda, España y sus colonias a pesar de la oposición de la Iglesia. En Inglaterra las prohibió Cromwell, por un tiempo, pero fueron restablecidas después de la Restauración (1659) y se convirtieron en deporte nacional. Enrique VIII construyó la famosa “Gallera Real” en Whitehall; también fueron entusiastas aficionados los Reyes Jacobo I y Carlos II.
En América Latina la riña de gallos es legal en muchos países pero está prohibida en otros. En Argentina, se encontró una vez entre las grandes diversiones populares, aunque hoy día está muy limitada por las reglamentaciones policiales, aunque subsiste en varias provincias. En Cuba y México, en cambio, hay verdadera pasión.
En Cuba fue siempre deporte público reglamentado por el Gobierno. Por un tiempo fue prohibido pero restablecido por el Gobierno José Miguel Gómez.
En Colombia el espectáculo es legal y existen muchas galleras en barrios modestos, en donde concurren aficionados de todas las capas sociales. Puerto Rico, se ha hecho centro importante de los gallos de pelea. En Colonias Inglesas de Norteamérica se propagó esta diversión, pero fue combatida en la nueva Inglaterra, especialmente en Massachusetts, en donde se prohibió a través de una ley.
Hoy está prohibida en Canadá y en la mayoría de los Estados Unidos, pero continua como espectáculo privado principalmente en el Sur. Para evitar la intervención de la policía, se hacen galleras portátiles que, de domingo a domingo, se trasladan de un lugar a otro.
Los criadores de gallos consideran las ascendencias del animal como condición primordial. Algunos provienen el cruce entre los más valientes que datan de centenares de años atrás. Algunas razas notables son las de Shawlneck (inglesa), Gilders (Irlandesa), Dominique (Francesa), Hammond – Gordon (Inglesa) Brujas, del norte de Bélgica y de Francia, Rajá Assel o Calcuta (India).
Pintura de gallo de antigua.
Por lo general el gallo se considera listo para la lucha entre el año y los dos años de edad. Está en su apogeo a los 18 meses: pero antes de entrar a la gallera, se les somete a un entrenamiento concienzudo.
Desde muy temprano se le ha dado mucho ejercicio a fin de que desarrolle bien los músculos. Cuando se estima que está en edad de combatir, se les adiestra durante varios días seguidos, sometiéndola a una dieta especial.
En algunos países le dan harina de maíz cocida, huevo duro picado y uno que otros trozos de carne, además de los granos de costumbre. Algunos los alimentan con ajos en la víspera de la riña a fin de causarle excitación excesiva. Se les da masaje con alcohol y amoníaco para endurecer el cuero. Las alas se les recortan y otras plumas se acortan. La cresta se les reduce lo más posible a fin que no se sea blanco del gallo enemigo. Antes de lanzarlo al combate, suelen llevarlo a la gallera, donde agarrado por su entrenador lo arriman a otro gallo también sostenido por su dueño. Más adelante les dan entrenamiento de combate, dejándolo pelear con los espolones tapados por gruesas correas. Antiguamente se permitía a los gallos combatir hasta que alguno de ellos quedara muerto. Las reglas actuales han sido modificadas un tanto. Aunque algunas riñas son a muerte, otras permiten el retiro de un gallo que ha quedado mal herido. Otras reglas establecen un tiempo fijo para cada contienda.
Una gallera en Sevilla, España.
Hay generalmente un árbitro, cuyo fallo es inapelable. Las galleras, por término medio, tienen unos seis metros de diámetro con paredes de 40 cm de altura. Además del dinero apostado por los dueños de los animales rivales, muchas apuestan se casan entre los espectadores al margen de los dueños, que a veces son los más acalorado de las peleas.
(Tomado del Almanaque Mundial de 1974. Esta es una colaboración del Archivo personal del Periodista Eduardo Romero).