Félix Manuel Gutiérrez Tapia chineando a Rogelio Tapia sobrino nieto del «Paña»
“Si yo no puedo impedir que hombres y pueblos se maten entre sí por la más simple causa, tampoco puedo prohibir que animales irracionales lo hagan por instinto”
Abraham Lincoln
Texto de Mario Tapia
Las corridas de toros, las fiestas de San Juan y las peleas de gallos, nunca han sido prohibidas en Nicaragua en sus más de 500 años de historia. Hoy, el Código Penal las protege. El título de esta nota, me la sugirió una obra del profesor Guillermo Rothschuh Tablada. Nunca en mi vida he hecho algo fuera de la Ley, de lo cual mi familia y mis amigos se puedan afrentar de mí hasta el día de hoy y, espero que nunca.
Como trabajador de la comunicación y promotor de la cultura nicaragüense, me veo obligado a escribir esta nota para defender mi honor y el de mi familia; el honor de mis sencillos y humildes amigos galleros honestos, pero sobre todo, para defender las tradiciones nicaragüenses.
A lo largo de la historia, Nicaragua ha tenido una cultura casi ingenua, acogedora y hospitalaria para los migrantes, más aún, cuando estos se presentan como “bonachones” y tienen nombres y apellidos raros. Quiero señalar, que tengo una gran cantidad de amigos de distintas nacionalidades dentro y fuera de Nicaragua, a quienes respeto.
Sin embargo, con la globalización mundial, desde hace rato nos están llegando muchos “estafadores ilustrados”. Verdaderos lobos con piel de oveja. Muchos ejemplos existen ya, los últimos fueron los dueños de Publi Móvil, Ágave Azul y el caritativo Bruce Harry, Director para América Latina de Casa Alianza, pero resultó ser un violador de niños de la calle.
El 29 de octubre pasado fuimos invitados por la Asamblea Nacional al Foro sobre el Anteproyecto de Ley de Protección y Bienestar de los Animales, con el objeto de que contribuyera con nuestros puntos de vista. En nuestra Revista Cultural GENTE DE GALLOS, durante sus doce años de vida, jamás he hecho apología al delito o he vendido sus páginas para la pornografía, ni lo haré. Sin embargo, es de las más leídas de Nicaragua.
El poeta y maestro Guillermo Rothschuh Tablada y Mario Tapia
Pero desde semanas antes al Foro del día referido, en el Salón del Conocimiento del Banco Mundial, en Radio Corporación, el individuo ENRIQUE RIMBAUD, comenzó con una campaña para descargar todo su ODIO usando términos sucios, como un albañal— en contra de los aficionados a las fiestas taurinas y contra los galleros nicaragüenses, de una forma visceral, nunca antes visto ni oído en mis 58 años de vida.
Si algo bueno he tenido en mi vida, ha sido el valor de decir las cosas de frente y escribirlas sin ambigüedades. Todo lo que he pensado sobre algún tema o situación, escrito está. En esa campaña existe una doble moral, y pretende satanizar las tradiciones de Nicaragua.
Quiero recordarle al pueblo de Nicaragua que después de la Segunda Guerra Mundial, una buena cantidad de Nazi-fascistas se refugiaron en América del Sur, especialmente en Chile, Argentina, Paraguay y Uruguay. Muchos de ellos vivieron clandestinos, se cambiaron el nombre, se hicieron cirugías plásticas y comenzaron a trabajar con las dictaduras de estos países como asesores o torturadores. Otros fueron “cazados” por las fuerzas israelitas y llevados a su país para ser juzgados. Pero antes, estos Nazi-fascistas habían dejado escuela.
Leyendo un poco sobre el actuar de la Gestapo y la ideología del Partido Nazi, me di cuenta de que el vocabulario, el odio y el actuar racista de ENRIQUE RIMBAUD, no tiene nada que envidiarles. Enrique Rimbaud se cree el DIOS y salvador del mundo nacido en Uruguay (ver página de Opinión de EL NUEVO DIARIO, martes 3/11/2009).
Cree que por tener apellido francés y ser activista del movimiento “Liberación Animal” (nazifascista) puede señalar y condenar a los nicaragüenses que gustan de las fiestas de San Juan, las corridas de toros y las peleas de gallos como estúpidos y potenciales “criminales y violadores”. Enrique Rimbaud es tan “animalado” que tiene tacto de elefante; no se percata de que toda la sociedad nicaragüense, históricamente, ha tenido tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, padres e hijos galleros y la mayoría de ellos han sido personas de estima y respeto.
Manuel Tapia Urbina y Mario Tapia galleros de familia en una gráfica de hace 40 años. Manuel era hijo del gallero Francisco Tapia Tapia y de Doña Isabel Urbina Gutiérrez.
La mayoría de los gobernantes y Jefes de Estado fueron galleros, como don Juan Argüello y su descendencia; presidentes, como Tomás Martínez, Joaquín Zavala, Pedro Joaquín Chamorro, Evaristo Carazo, Crisanto Sacasa, José Santos Zelaya, José María Moncada Tapia, Luis Somoza Debayle, Francisco Urcuyo Maliaño; ciudadanos respetables como don Carlos José Barrios, padre de doña Violeta Barrios viuda de Chamorro; Hernán Solórzano Pérez, hermano del Obispo de Matagalpa, Jorge Solórzano. Fue gallero el Comandante Walter Ferrety, también lo fueron y lo son centenares de miles de profesionales, obreros y campesinos, así como ahora son galleros destacados deportistas como Vicente Padilla, Norman Cardoze y Rosendo Álvarez.
Enrique Rimbaud cree que los nicaragüenses pobres y humildes, que disfrutan sus tradiciones y que no son los invitados a sus fiestas de “dulce vida”, somos miserables, cavernarios, criminales, violadores, tahúres y vivimos en burdeles. Su odio es tal que para él los mestizos e indios son “ordinarios”, porque no pueden mantener a sus perros como “perros de rico”; para él, los ladinos somos candidatos a morir en un campo de concentración. Él quiere que su universidad y su clínica veterinaria, vivan saturadas de clientes pudientes con sus perros haciéndose limpieza dental, operaciones, peinándose y bañándose en sus jacuzzi. No toma en cuenta que muchos perros son el retrato de la pobreza de miles de hogares nicaragüenses.
Enrique Rimbaud, quiere esconder su racismo y su odio a los mestizos pobres, tras las máscaras de Hallowen como las realizadas en «Galerías Santo Domingo”. Las galleras de Nicaragua no tienen los lujos que Rimbaud desea para que lo esperen con alfombra roja. Ni a las galleras llegan los millonarios con los millones que él y su movimiento manejan.
Los dueños de galleras son pobres y gente humilde. Yo deseara que tuviéramos las galleras de México, Puerto Rico, Perú, Filipinas, República Dominicana o Panamá. Las de Nicaragua ni siquiera se parecen a los burdeles de Uruguay, ni yo, como mestizo, me parezco ni deseo parecerme a él.
Monsieur Rimbaud es un amargado con grandes problemas patológicos, que tiene profundo gusto por los perros, sobre todo, por los de los ricos. Él quisiera que los nicaragüenses tuviéramos su gusto (amor de perros); este individuo desea que durmiéramos con un chancho (apología ahora muy común en la televisión).
He vivido de mi trabajo. Nunca he tenido gallera, ni soy apostador. Aunque cada quien es libre de hacer lo que crea conveniente con su vida y sus bienes, pero respetando a los demás. Me siento indignado, porque un forastero venga a mi país a ofender al pueblo humilde de Nicaragua. Quisiera convertirlo, por sus creencias y tradiciones, en delincuentes de un día para otro, por no andar caballos de 50 mil dólares jalando carretones.
Nunca me he opuesto, ni me voy a oponer a una Ley de Protección de la Fauna Silvestre y animales al borde de extinción, pero una cosa es Bienestar Animal y otra cosa es Derecho Animal; derecho tienen los seres humanos, porque tienen obligaciones. Al contrario, seré el primero en apoyar una Ley de Bienestar Animal, que es una necesidad. Los gallos, a pesar de que se parecen a los hombres (pues se matan entre sí), no están en riesgo de extinción.
Muchos de los diputados son hijos de galleros, hermanos de galleros o amigos de galleros y no son delincuentes. También hay quienes nunca han visto una pelea de gallos y son criminales. Hay quienes adoran los deportes de etiqueta y son verdaderos gánsteres. Las galleras hay que reglamentarlas con sus derechos y obligaciones. Los nicaragüenses que amamos nuestras tradiciones no somos delincuentes. No dejemos que “filibusteros” maten nuestras tradiciones y conviertan a Nicaragua triste como un campo santo.
Articulo publicado en El Nuevo Diario 09 Noviembre 2009