Texto de Mario Tapia
El pueblo de Comalapa ha experimentado en sus últimos 17 años cambios de infraestructura jamás imaginados por sus humildes pobladores en sus 500 años de historia. Estos cambios son reflejados en escuelas, calles adoquinadas, centros de salud, nuevo cabildo, Policía, Poder Judicial, etcétera.
A pesar de todos estos cambios físicos e institucionales, centenares de sus pobladores y, principalmente, la juventud están emigrando por la falta de oportunidades, por la desesperanza y la INDOLENCIA existentes en el pueblo, lo cual es un espejo de toda Nicaragua. Otro espejo reciente y trágico es lo que sucede en la Región Autónoma del Atlántico Norte después del huracán «Félix».
Cuando el naturalista inglés Thomas Belt llegó a Nicaragua, en 1868, para supervisar las minas de oro de Santo Domingo, desde su llegada vio INDOLENCIA en Chontales. Si hoy regresara al país este viejo anglosajón diría que toda Nicaragua es una sola INDOLENCIA.
Según el diccionario de la Lengua Española, INDOLENTE significa: perezoso, apático o desidioso. Adj. Que no duele, indoloro.
¿Por qué estamos INDOLENTES, apáticos o desidiosos? Y también nos preguntamos, ¿por qué estamos tan insensibles e indoloros?
En términos generales, el nicaragüense honrado, trabajador, emprendedor, ya no existe, porque la INDOLENCIA lo mató hace varios años. La justicia institucional es más que indolente y cómplice. Hoy, ser honesto en Nicaragua es casi un delito. No me extraña, por eso, que lo jóvenes y hombres en edad laboral se estén yendo de Comalapa a Estados Unidos, Costa Rica y España. De todos los pueblos están emigrando.
Las novelas colombianas, brasileñas y mejicanas sustituyen nuestra realidad y hasta lo que reflejan de su pobreza nos parece «mejor» que la nuestra. Tenemos treinta años de estar viendo los mismos capítulos, con los mismos actores, aunque más desmejorados, y todos los nicaragüenses saben de antemano el triste final. La misma realidad de la carestía, el desempleo, el alcoholismo y la cada vez más creciente industria de la política nos está pareciendo «normal».
¿Por qué hay tanta INDOLENCIA y qué la estimula? Porque no hay trabajo y si lo hay es mal pagado. El financiamiento no existe para la producción, y si se da, son préstamos leoninos y confiscatorios. Los bancos y los banqueros tienen su mejor negocio en las tarjetas de crédito, préstamos para casas y autos que son rápidos y fáciles de recuperar. La indolencia en Nicaragua ha llegado a tal grado que siendo un país totalmente agrario, estamos consumiendo hortalizas ticas, plátanos y naranjas hondureñas y arroz norteamericano. Y a falta de producción muy pronto comeremos frijoles y maíz, mejicanos. Todo porque, por la INDOLENCIA y la falta de protección a nuestra población, el frijol se lo llevaron los salvadoreños y ahora se especula con ese producto básico.
Es sabido que la indolencia es mala consejera, y lo vemos en la educación que es un ejemplo, igual que sus resultados: malos profesores, malos estudiantes, malos profesionales y, por ende, malos ciudadanos de entre los cuales salen los malos políticos.
Es el momento de dejar de ser INDOLENTES, recuperar la sensibilidad y no ser indiferentes ante la tragedia y la miseria que vive toda la población de Nicaragua. Sólo los nicaragüenses podemos solucionar nuestros problemas, evitar la enajenación del país, salir adelante y matar la INDOLENCIA en la que nos han metido la clase política, los banqueros y, por supuesto, nosotros mismos.
Foto de portada: Mario Tapia con un gallo giro Lipper navaja larga
Articulo publicado en El Nuevo Diario 08 Noviembre 2007