«Los Gallos» por El Cucalambe (Cubano)

Para el domingo que viene
tengo un gallo matador,
que vencidas al rigor
catorce peleas tiene;
el gallero lo previene,
lo trabaja y lo voltea,
y después que lo carea
le da a comer pan con leche
porque no quiere que se eche
o se rinda si pelea.

Es canelo su color
blanco son sus espolones;
por sus bellas perfecciones
le llama el pueblo “La Flor”.

Es un extremo heridor;
es, cual ninguno, valiente,
y cuando herido se siente
y no puede ganar presto,
sale a jugar, deja el puesto,
pero vuelve más ardiente.

Es este gallo canelo
tan jugador y tan pillo,
que un logro doble a sencillo
pongo si tira un revuelo.

Si al contrario  ve en el suelo,
con el pico lo maltrata,
las plumas le desbarata,
lo hace que brinque y que
ruede
y lo desnuca si puede
batirle por la corbata.

Es gallo de ley tan viva
y en las lides tan experto,
que una vez, ya casi muerto,
por perdido a alzarlo iba;
más sintió que ya el de arriba
se encontraba un poco flojo,
se enderezó con arrojo,
le metió el pico de frente
y ganó inmediatamente
dando golpe de ojo y ojo.

En Santa Cruz y Morón
ha peleado siempre bien,
y en Manzanillo también
ganó ciego una ocasión.

El día de la Concepción
en Gualmaro lo jugué,
y a sus espuelas gané
una onza americana,
y si este domingo gana
con él a Bayamo iré.

Este gallo tan querido
que no espero que se pierda,
con golpe de media cuerda
tan bien ganar ha sabido.

Y en el suelo ya tendido
rodando como tonel,
a un indio feroz y cruel,
que lo tumbó de un revuelo,
dio puñalada de cielo
y quedó el campo por él.

También tengo un malatobo
de muy largos espolones,
que por sus crueles acciones
le han puesto por nombre “El lobo”.

El, aunque parece bobo
cuando se mete en pelea,
aunque algo lejos voltea
y escapa alguna ocasión
es porque darle a traición
a su contrario desea.

Perdió una ocasión un ojo
en la valla de La Tunas,
recibió heridas algunas,
soltó el pico y quedó cojo;
aunque hoy es tuerto, su arrojo
es igual al de una fiera,
y si otro gallo le espera,
sea más grande o más chico,
es todo pegar el pico
y dar golpe de tijera.

También tengo un talisayo
valiente, buen peleador,
y lindo como una flor
que nace en el mes de mayo.

Con la prontitud del rayo
a su contrario arremete,
de lado el pico le mete
cuando no puede de frente,
y a éste, vivo y ardiente,
lo he llamado: “Suena el fuete”.

En Holguín, una ocasión,
peleando con un girazo,
se dio un terrible cañazo
debajo de un espolón;
desangrado en esa acción,
del otro se desatraca,
y aunque un desmayo le ataca,
nunca cesó de batir
y a su contrario hizo huir
con puñalada de vaca.

Todo el que se atraque, en fin,
con mi tansayo ardiente,
va a tener seguramente
que morder el aserrín.

El, aunque parece un guin
y es deslumbrado de un ojo,
como nunca se ve flojo por más que en las lides luche,
si logra picar al buche
hace al contrario un manojo.

Con estos gallos ingleses,
hijos de tan buena cuna,
espero hacer mi fortuna
antes que pasen dos meses,
son vástagos holguineses
de una raza la más fina,
a ellos jugara una mina
si yo pudiera tenerla,
y sin temor a perderla
jugara hasta mi Rufina.