Recordando al «Tata» Ronald Duarte Toledo

Especial para Gemte de Gallos
por Rafael Martínez y Mario Tapia
Vecino de Los Tauretes – Tijeras

Don Ronald Duarte Toledo “El Tata” nace el 15 de febrero de 1940, en Comalapa, del matrimonio formado por doña Chepita Toledo Díaz y el legendario Bartolo Duarte Enríquez, “El Tata original”, de quien hereda el mote y supera la representación y le da más colorido en el ámbito chontaleño-boaqueño-ganadero-comerciante-gallero-parrandero y jugador.

Su juventud-infancia la pasa al lado de sus padres y un buen grupo de inolvidables amigos de quien también aprende mucho. Allí se cultiva sus primeros detalles a la par de don Bartolo y sus amigos.


El recordado Ronald Duarte Toledo, “El Tata”, con su gallo Assil. (Foto de Mario Tapia)

Luego, como todo joven aspirante a su independencia, salta del Venado a El Sabalar siguiendo a la familia materna, de cuyos miembros también asimila: de don Félix Pedro, don Leónidas, don Emilio, las gemelas Manuelita (esposa de Leandro González) y Chabelita (esposa de Nemesio Urbina), Juan y don José Ángel Toledo Díaz.

Para aquellos años, al final de los 50 y comienzo de los 60, se compra su primera finca en el Sabalar, región muy rica y próspera detrás de los amores del sol. La nombra “Río Janeiro”. Decía él que la extensión era hasta donde le diera la vista. Pero sus tíos decían que si se resbalaba, un pie le quedaba dentro de la finca y el otro afuera. Tomando en cuenta los vecinos, es inolvidable y penosa la inspección de la finca para el primer crédito con el IFAGAN, cuando se lo aprobaron para 300 novillos y lo que se podía engordar en la finca eran 50.


“El Tata” con su familia. En el orden Doña Nena Quezada y Ronald Junior.

Después de un tiempo de disputa de su soltería, se casa con quien fue su esposa hasta sus últimos días y le ayudó muy seriamente a cargar su cruz por los años venideros. En este tiempo, años de convivencias, Ronald crece hasta más no poder, a pesar del vaivén de la vida, él le hace de todo.

Fue conservador de cepa, amigo de los coroneles y generales del tiempo de Tacho, guerrillero en el tiempo de los sandinistas. Pasa miles de dificultades y trifulcas. Convive con los gobiernos democráticos que sucedieron a los anteriores y siempre con un deseo de seguir adelante. Enfrentando enfermedades que supera, accidentes que no pasan de ser sustos, quiebras que se vuelven normales. Para nuestro querido personaje se llega el día: un mes después de ser su último cumpleaños, el 15 de marzo de 2007.

Día en que me prometo dedicarle mis ratos a mi gran amigo y recopilar algunos datos y anécdotas que como amigo compartí. Conviví con él durante la vida que hoy se le terminó. Yo me imagino: si cada uno de sus amigos se pusiera a hacer lo mismo, se sumaría un libro, una novela de la vida que tan dulce, divertida y agitada llevó el gran “Tata pinol”. El mayor del grupo de los amigos de Comalapa, “más viejo que el pinol”.


Ronald Duarte Toledo (derecha), con algunos amigos, El Ingeniero Lazo y el Comisionado en retiro Edwin Cordero Ardila.

Dice don Nacho Duarte E., hermano de don Bartolo y tío de Ronald, que el apodo “Tata” lo hereda Ronald de don Bartolo y a éste se lo clavan desde muy joven, cuando él tenía una yegüita que le puso de nombre “Mamá”, porque era cuanto tenía, y la que le da de comer con su servicio. Entonces, como él le pone de nombre “Mamá” a la yegua, le ponen a él “Tata”. Luego, se generaliza cuando él acepta el apodo, y para todo saludo contestaba: “Lindamente ‘Tata’”. Pasó el tiempo, y Ronald pasa a ser “el Tatita” y luego toda la familia: “Los Tata”.

La familia se forma así:

Tatas
Cónyuges:
Ronald Duarte T.
– Nenita Quezada
Emiliano Duarte
– La Chilanga
Ester Duarte
– Bernard Morales Carazo
Bartolo Duarte
– Socorro Baca
Marvin Duarte
– María Luisa García
Emma Duarte
– José Luis Castillo (tico)
Amparo Duarte
– Manuel Duarte
Rosa Angelina D.
– Donald Padilla (tico)
María Delfía D.
– Juan “cubano” M. Durán (cubano)

I
Los cocos

Cuentan que de joven, en su pueblo natal, en compañía de Julio Vargas, Donald Enriquez, Mundo Fernández y otros, se fueron a robarle los cocos a doña María Núñez —tía de Daniel Núñez— casada con Pencho Pito Marenco, del único palo de coco que había en el pueblo, y medía como 50 varas de alto. El Tata era el maromero y se trepó con gran dificultad, pero llegó al penacho del coco. Se tomó su descanso, amarró las cabezas de cocos, los cortó y luego les dejó bajar poco a poco sin hacer ruido para no ser detectado. Pero cuando los de abajo los recibieron le gritan: “TATA, ¡AHÍ VIENE DOÑA CASIMIRA!”.

El pobre Tata se chorrió del palo sin ningún reposo y luego lo recibieron casi muerto y en carne viva toda la panza.

II
Espérenme, voy a amarrar al chancho

En otra oportunidad, con los mismos cuates y reforzados por Leonel Fernández, Daniel Núñez, Octavio Álvarez y Noel Vargas, se van par una fiesta donde la Anselma, a unos 12 kilómetros de Comalapa. En el camino se encuentran con El Tata que viene arriando un chancho gordo que van a matar en el pueblo para los nacatamales del domingo. Y como es natural, los amigos lo invitan para ir adonde la famosa Anselma, y él les acepta diciendo: —Espérenme, que voy a amarrar este chancho. Se fue y amarró en una sombra y se fueron.

¡Cuál es el susto que cuando regresa el chancho está ahorcado, muerto! Entre todos y como pudieron se lo llevaron en las bestias. Cuando llegó a Comalapa le dice a doña Chepita: —Mamita, ya se lo traigo adelantadito. Ya viene muerto. Mi papito se va a economizar matarlo.

Desde entonces, en el grupo se maneja el dicho: —Espérenme, voy a amarrar el chancho cuando hay alguna invitación urgente.

III
El perro y el chancho

Cuando Bartolo tenía como 20 años, pasó un hombre con un chanchón, y al pasar Bartolo, y le avisa al Tata que le va a dar 3,000 córdobas. Sin registrarlo, el chancho era valedero por lo menos 8,000 córdobas, que sólo con la manteca lo pagaba. Llevaba El Tata un perro de regalo para su amigo en San Benito Casto. Alguien le dice:

—Tata, te compro ese perro.
—Te lo vendo —le dice el Tata—, vale 5,000.
—Es muy caro. Te doy 2,000.
—Dame los 5,000 por el perro y te regalo ese chancho de ipegüe.
—Está bien, te lo compro, pero me das una constancia.
La constancia dice que El Tata vende al perro por 5,000 y le regala el chancho. Luego la gente le reclama que el chancho era de bola (tenía semilla). Van a la Policía y le reclaman en serio. Sacan la constancia y dice El Tata:
—Vea, señor policía, está claro: yo lo que le vendí fue al perro, no el chancho. Pero bien, que me devuelva mi perro y mi chancho vivo, y me responsabilizo del dinero.

IV
Gabinete de gobierno

Una de tantas veces que anduvimos juntos y que nos echamos tragos, me dice El Tata Martínez:

—Te deberías de lanzar de presidente de este país.
—Está bien Tata, pero hay que pensar en la gente que nos tiene que ayudar. Hay que pensar en el gabinete, etcétera —le digo yo.
—Del gabinete no te preocupés, que del mismo grupo lo sacamos.
—A ver, ¿cómo es eso Tata?
—Así: Ministro de Agricultura, Rondón, que ya sabe como es la cosa; a Julio Vargas, General de los Ejércitos; a la Violeta Duarte —ya enferma de muerte—, Ministra de Salud, tal vez se cura; y a Emiliano Duarte, Ministro de Cultura.

V
Consejos

— ¿Cuál es la mejor luna para sembrar la yuca?
—La luna de miel.

*

—Diputado Salinas “Panchito”, usted no se meta a la campaña porque si se monta en una yegua parida ni el potrillo lo sigue.

VI
Dichos

—Alcancía de las güirileras, que cuando están llenas se quiebran.
—Su cuñado, Bernard Morales Carazo, está como niño de 7 años: mudando o cayéndoseles los dientes.

*

—Tata, ¿cómo seguís del azúcar?
—Ay hermano, del azúcar estoy bien, es la sal la que me está matando.

*

—Martínez: ¿no tenés o no te amaneció un sencillito para pagarle a esta pobre gente después de dos días de tocar?

*

—Al que lo chocó en San Lorenzo y no le vio la camioneta, mucho menos la mano.

*

—El agua del río de Malacatoya es el mismo que pasa por Teustepe. Lo quise conocer por la misma calidad de agua.

*

—Bendañita, usted que sabe más que yo de razas, explíquemele al señor de qué raza es este torito.

*

En la vela de un rico que no se dio el gusto de gastar, murió repentinamente, dice El Tata:
—Ya ven cómo se murió este señor: con semejante capital y sin darse gusto. Yo por eso, lo que consigo me lo paso por el galillo o por el bolillo.

VII
En el extranjero

Estando en un zoológico de La Habana, el guía le está hablando de un carey, que viven muchos años, que se come y que lo industrializan. El Tata dice: —En Nicaragua le decimos nocas.

*

Cuando fue a Houston, el Tata llevaba un cacho de cususa y la gente de Migración lo hizo pasar a un cuarto aparte. De repente va saliendo con ellos a la sala, pues les había dado a probar la cususa.

*

En el aeropuerto le detectan una gran navaja en su cubierta y cuando le preguntan, dice que la ocupa para limpiarse las uñas.

VIII
Premios

El Tata se ganó unos trofeos en una feria y se le acercó un amigo a felicitarlo por todos los premios que le habían dado. El Tata le responde:
—Vuélvase a ver amigo… ahora me metieron en un gran clavo. Tal vez usted puede ayudarme, dándome potreraje para estos toros, porque yo no tengo qué darles.

IX

Cuando Jorge Smith y María José estaban recién casados, le dice El Tata a la María:
—Le quiero hacer una propuesta: présteme a su marido para apadrinarlo con las güirileras del empalme y sacarle unas gullas. Usted no se preocupe que ya están bien palpaditas.

X

En plena revolución, andaban buscando hablar con Daniel Ortega. Éste no los atiende porque está topado de trabajo. Entonces, se le acerca a Sergio Ramírez y le dice:
—Doctor, como a usted lo veo más
desocupadón, ¿por qué no nos atiende usted?

XI
El cheque

Julio Vargas le vende unas vacas y El Tata le paga con un cheque y le dice:
—Pero me lo cobrás el viernes.
Era un martes y se dice Vargas: “voy a probar, a lo mejor tiene fondos.” Lo cobra y efectivamente se lo pagan. Pero llega otro para el que la cuenta ya no tenía, entonces llama al Tata y lo regaña, porque otra vez le faltó fondo en la cuenta. El Tata se molesta y le dice que no puede ser. Entonces, se van al banco y nota que Vargas cobró el cheque y exclama:
—Preste amigo, le voy a cambiar el cheque. No se puede confiar en estos ricos que viven más necesitados que uno.

*

A Manuel Alemán, en tiempos del Banco Nacional, le llama la atención y regaña al Tata, porque anda dando cheques sin fondo. Andaba con José Dolores “Chilolo” García y le dice:
—Présteme uno de los suyos, para que no me estén azareando estos jodidos.
A mí, personalmente, me hizo una con un cheque, en aquellos tiempos en que se le ponía una cinta de papel y cada vez que se cobraba le ponían una razón para justificar la no cobranza. Entonces me dice: —Martínez, te lo voy a cambiar por otro, por lo menos así no lo andás tan feo con esa gran cola de papel.

XII
El burro

El Tata le vende un burro a Adolfo Matus, papá de Pepe Matus, de San Pedro de Lóvago, y después de doce meses le dice:
—Tatita ¿cómo hacemos? Figúrese que el burrito no sirve para las yeguas.
—No amigo, estoy seguro que sólo yeguas viejas y feas le ha echado. Póngale potrancas y yeguas buenas, y verá cómo
responde.

XIII
Barrera

Cuando las cooperativas compraban bueyes y él los compraba novillos, los marcaba según el color y tamaño y se los vendía en el Norte con nombres afines, según el color y tamaño: Zonchiche y Zopilote, Zanate y Clarinero, Bombón y Caramelo, Pocoyo y Lechuza, Murciélago y Vampiro. A los toros de barrera que siempre tuvo, también le ponía nombres estrambóticos y de actualidad según la temporada: El Mambo, El Bolero, El Perro Mocho, etcétera.

XIV
En la gallera

Están en la gallera del Empalme de Boaco y le matan un gallo al Tata, pero Bartolito tiene uno que hace pareja con otro del ganador. Entonces, le pide la revancha, pero antes le grita a Bartolo:
— ¡Bartolito! Véndeme el gallo Chile, para echarlo con éste. Salen parejos, pesan lo mismo.
—Cuesta 300 dólares —cuesta 300 dólares.
—Si yo sólo te estoy comprando el gallo, no la gallera.

*

Jugando gallos con Chacalapa
— ¿Cómo salimos, Tata?
—Pues tantas salidas, tantas verguiadas.

XV
Echando el hígado

Estaba con Octavio y Ramón Toledo en El Rama; ya estaba enfermo y se pega una picada, hasta que de repente salió a vomitar. Los demás notan que está echando coágulos de sangre, entonces le dan algo y lo acuestan. Pero al día siguiente sigue la parranda y los Toledo no le dan de beber al Tata por lo que le había ocurrido. De repente, les dice el Tata:
—Bueno ¿y es que yo tengo boca de santo?
—No seás salvaje, Tata. Anoche te estabas muriendo, si casi echas el hígado.
—Eso era lo que me estaba matando. Ahora que lo eché, ya estoy bueno.

XVI
¿Cuánto se paga?

Siempre con Octavio se va con unos pilines a tomarse sus tragos. Llegado el momento, se reparten “el material” y cada uno se va con la suya. Pero antes de irse Octavio le pregunta:
— ¿Y cómo es esto, Tata? ¿Cuánto les doy por la salida?
—Eso es cosa tuya si les querés dar, yo sólo le pago la pana de güirilas.

XVII
María Cusquita

Donde don Tano Miranda, había una empleada que padeció problemas reumáticos en su juventud y por eso le decían María “Cusquita”. Una vez estaban comentando Donald Enrique, José Esteban Marín, Octavio Álvarez y otros, y se preguntaban porqué quedaría así la María Cusquita y responde El Tata: —Don Tano se la cogió y la tronchó.

XVIII

Lo echan preso por haber estado con una chavala menor de edad, pero el día que lo llega a sacar la Nenita de la prisión, ésta le reclama: — ¿Qué te pasó, Ronald?
Y fríamente le contesta: —Perdóname, amorcito, uno que es caballo: teniendo filete en la casa, sale a buscar frijoles a la calle.

XIX

Están en una fiesta de Tecolostote con Ramón Rivera, Wilfredo Ríos, Daniel Aragón, Chico Castillo, Chequelo Salazar, Juan Miguel Fajardo, Orlando Solís y Martín Olivas. Llega la Nenita y reclama:
—Ronald, es bueno que busqués tu casa. Ya tenés varios días de estar de vago, dicen que hasta una novia tenés.
—No Nenita, es que uno se aburre de comer sólo pasto seco —contesta El Tata.

XX
En sus funerales

El sacerdote que celebró su funeral cuenta que un día Tata le dijo:
—Este cura se ve bueno, le voy a pedir que me le haga un lugarcito a San Bartolo en la Iglesia, donde ese negrito San Martín lo desplazó. San Bartolo es el santo de mi familia.
Julio también tomó la palabra en su funeral, dijo que en su “cacho siempre tenía una gota de alivio para sus amigos y necesitados, y que tenía un corazón tan grande, donde le alcanzaban todos los habitantes de Nicaragua”. Finalizó diciendo: Tata Duarte, apúrate que te está esperando Tata Chú en el cielo.
Daniel Núñez, también dijo unas palabras. Contó cuando hacía montar al “Marquesito” a todos sus compañeros. Cuando lazaban las mucas con bejucos, cuando lo visitan con el comandante Tirado López, y lo invitan a formar parte de la guerrilla les contesta:
—Para ir al monte no tengo capacidad por mi gordura y el azúcar, pero ¿por qué no asaltan el cuartel de Boaco, que allí puedo entrar y sacar lo que se pueda?
Terminó diciendo: “Al final, Tatita, el mancuerno te acoge en su seno, lugar que vos mismo bautizaste.”

*

Lo persiguieron los ganchos y los mancuernos: el gancho de la Anselma, el “Níspero”, el gancho de la Fidelia en el Sabalar; y el mancuerno de Boaco, donde vivió feliz sus últimos días.

*

Hacía trompos, aperejos y sillas.

Foto de portada: Ronald Duarte Toledo, “El Tata”, con uno sus toros.