Atención del gallo durante la pelea

Texto del Ing. Eduardo Pérez Zendejas y Eduardo Pérez Tapia

El cómo atender a un gallo durante la pelea ha sido uno de los temas menos tratados en la literatura gallística, y por ende es uno en los que más mitos existen, mitos incluso excesivamente perjudiciales para su gallo. El hecho que no se haya escrito casi nada al respecto, obedece a que poco o nada se ha investigado de las reacciones del gallo durante la pelea y poco se le ha aplicado de lo que ya está bien conocido y comprobado que sucede en el humano durante el estado de choque, en la respuesta del organismo a un traumatismo, etc. En el presente artículo comentaremos algunos aspectos científicos aplicados a la práctica, y sobre todo teniendo como base nuestra propia experiencia. 


El médico y gallero Dr Iván Castillo atiende a su gallo en una gallera de Masaya.

El primer punto que abordaremos es el por qué muere un gallo durante la pelea. Hemos visto básicamente tres causas de muerte durante la pelea:

  • Hipovolemia 
  • Asfixia 
  • Daño Cerebral 
La hipovolemia

Hipovolemia quiere decir simplemente bajo volumen sanguíneo circulante. Cuando un gallo recibe una herida que involucra un gran vaso hay pérdida masiva de sangre, este sangrado puede ser al exterior del ave (haciéndolo evidente), o puede acumularse en una cavidad natural (como tórax o abdomen), o infiltrarse en los tejidos laxos que rodean al vaso o en un órgano formado así un hematoma (acumulación de sangre en un tejido), es decir, el tan conocido “moretón”.

¿Pero, por qué la hipovolemia produce la muerte?

Se debe a falta de oxigenación a nivel de cerebro y corazón. La sangre sirve para transportar oxígeno de los pulmones a todo el organismo, a la vez que recoge el bióxido de carbono del os tejidos, producto del metabolismo de nuestro organismo,  lo intercambia por oxígeno a nivel de los pulmones eliminándolo. Esta es la principal función de la sangre.

Al haber poca sangre comienza una redistribución del flujo sanguíneo, se contraen los vasos sanguíneos de todos los órganos no vitales para que la poca sangre que hay no pase a través de ellos, y en cambio lleguen a los órganos vitales donde los vasos no se contraen.

Este reflejo de redistribución de la sangre es autónomo, es decir, sucede automáticamente en cuanto el organismo detecta que es necesario y ello sucede a través de receptores de presión sanguínea que hay en varios sitios del cuerpo.


Las formas y métodos de preparación y cuido del gallo de pelea a evolucionado y modernizado en todas sus formas. En la gráfica Héctor Barquero y su recordado hermano Hernán Barquero Gutiérrez legendarios galleros masatepinos.

Cuando la sangre es aún menor en cantidad, los órganos vitales comienzan a sufrir falta de oxígeno y el cerebro es exageradamente débil ante la falta de oxígeno, es tan débil que a los pocos segundos de suspenderse el riego sanguíneo comienza a morir neuronas masivamente.

El cerebro para que funcione debe tener una adecuada presión sanguínea que le aporte el suficiente oxígeno, en cuanto esta presión baja de ese punto crítico, el cerebro suspende las funciones primarias para mantenerse vivo en los puntos más críticos, pero al suspenderse esas funciones secundarias se suspende también el estado de conciencia. Es decir que tan pronto como le falta sangre inmediatamente se pierde la conciencia y comienza la muerte.

La asfixia

Otra de las causas de muerte expuestas es la asfixia que es simplemente la falta de ventilación de los pulmones y se puede dividir en dos, y las dos pueden suceder durante la pelea: obstrucción y compresión.

La obstrucción es el taponamiento de la vía aérea, entiéndase como vía aérea el trayecto entre los orificios nasales (poros) y el pulmón, es decir algo se atraviesa en la vía aérea e impide que pase el aire. Durante la pelea esa obstrucción puede ser un coágulo.

Esto sucede cuando se recibe una herida en el cuello o en el tórax, y se lesionan al mismo tiempo una arteria de importancia y la vía aérea, esto producirá que el trayecto de la navaja sirva de paso a la sangre que sale de la arteria dañada a la vía aérea. Posteriormente la formación de un coágulo con esta sangre, que si es lo suficientemente grande, puede obstruir la vía aérea en su totalidad y producir la  muerte por asfixia.

La otra forma de asfixia es la compresión. La vía aérea es bastante blanda, es como una manguera de hule y fácilmente puede ser comprimida por una fuerza externa. Durante la pelea esta compresión puede deberse a un coágulo que se forma por fuera de dicha vía, o a un hematoma.


La casta es la base de los éxitos futuros. En la gráfica el Ing. y gallero Eduardo Urcuyo Llanes.

Como ya hemos explicado, un hematoma es la infiltración de sangre en los tejidos. Si se llega a romper un vaso sanguíneo de importancia cerca de la vía aérea, producirá salida de sangre a los tejidos adyacentes a ese mismo vaso y los adyacentes a la vía aérea.

Conforme se infiltra este tejido aumenta de volumen por la presencia de la sangre, ello produce compresión sobre la vía aérea y falta de paso de aire a través de la misma con la consiguiente asfixia.

¿Llega a suceder esto en una pelea de gallos?

Claro que sí. Talvez se haya fijado, pues es bastante común, que algunos gallos que recién heridas en el cuello en vez de sangrar a través de la misma o en vez de ahogarse comienza a hincharse del cuello hasta que de repente cae muerto. Lo que sucede es que hubo una herida en la arteria carótida (arteria que va de la aorta a la cabeza) pero el trayecto no fue recto, de tal forma que la sangre no sale a través de la herida, sino que va infiltrando los tejidos.

Conforme se va perdiendo sangre por esta lesión y por otras recibidas, va bajando la presión sanguínea; conforme sucede esto, el hematoma comienza a presionar los otros vasos sanguíneos sanos del cuello y la vía aérea; llega el momento en que la presión arterial es tan baja, que iguala a la presión de los tejidos del cuello que aumentó por las presencia del hematoma, de tal forma que se corta el flujo sanguíneo y con ello falta de oxígeno en el cerebro y la muerte, o antes de que suceda esto, la compresión total de la vía aérea y la asfixia consiguiente del ave.


La buena navaja y posición de la misma es vital a la hora de una pelea de gallos. En la gráfica los galleros chontaleños Chango Lumbí sostiene su gallo mientras su hermano Martín Lumbí lo arma. Observan los hermanos Matus Lazo.

Daño cerebral

La tercera causa de muerte que contemplamos es por lesión en el cerebro, obviamente esto sucede con heridas en la cabeza.

En el cerebro hay puntos extremadamente vitales, son centros donde se regulan las funciones vitales esenciales. El más importante en lesionarse es el centro de la respiración, situado en el bulbo, el cual se localiza en la parte baja del cerebro y alta de la médula (unión entre el cuello y la cabeza). El daño a este sitio es causa frecuente de muerte, solo que no estamos conscientes que se debía a ello.

En la fiesta taurina cuando se “descabella” a un toro, lo único que hacen es introducir un punzón por la nuca a fin de dañar este centro de la respiración, y el toro muere de inmediato.

Cuando alguien sufre un accidente, “se desnuca” y por desgracia muere, simplemente sucedió que el peso de la cabeza durante el accidente produjo destrucción de este centro. Cuando alguien se pega en la nuca, igualmente hay destrucción de este centro. Así pues, la destrucción del centro de la respiración produce la interrupción inmediata de los movimientos de ventilación y la muerte del sobreviviente.

Una vez explicados los mecanismos de muerte durante la pelea, es fácil entender que lo que hay que hacer es tratar de prevenir todas las situaciones que condicionan la muerte. Entenderlas es fácil, evitarlas es difícil y en muchas ocasiones imposible.


El médico y gallero somoteño Dagoberto Bermúdez preparando físicamente a su gallo de navajo corta.

Lo que tratamos de hacer con nuestro gallo durante la pelea es dar la atención a un paciente grave, y para ello se destina toda un área: el área principal del servicio de urgencias de un hospital, con equipo especial, personal muy capacitado y todas las facilidades posibles.

Y bueno, pues, nosotros debemos intentar hacerlo sin ningún otro instrumento más que nuestro entendimiento, habilidad y nuestras propias manos en un área carente de toda tecnología médica: el palenque, y bajo la presión de que se tienen solo 15 segundos para auxiliar al gallo, y luego de ello hay que mandarlo a pelear. Es fácil, sin embargo, algo que hagamos bien por nuestro gallo nos da ventaja sobre aquellos quienes hacen lo equivocado.

Cuántas veces no sucede que el propio soltador le dio la puntilla a su propio gallo. Esto se debe prácticas infundadas y nocivas para nuestra ave. Las cosas que se pueden hacer para auxiliar nuestro gallo, en ocasiones no  tendrán influencia directa sobre el resultado de la pelea. Porque, ¿qué puede hacer uno para detener la hemorragia de una sección de la femoral, o de una herida en el corazón, o de una herida de 5 centímetros en el tórax? Las heridas que nuestros gallos reciben son a veces impresionantes.

Esa pulgada de filo puede producir heridas difíciles de creer. Nosotros llegamos a tener un gallo tipo Butcher que finalmente no sirvió, porque él y toda su descendencia producían gallos cucaracheros y de mordidas, pero hacían unas heridas impresionantes.

Hubo una ocasión en que un hijo de este gallo le produjo a su rival una herida en la femoral, en donde yo pude introducir los dedos de mi mano, excluyendo el pulgar, los otros cuatro dedos de mi mano cupieron en su totalidad dentro de la herida.

¿Qué puede hacer uno para atender a un gallo con esa herida sino ayudarlo a bien morir?

Un buen amigo tenía un gallo que cuando hería metía la botana dentro de la herida, tan amplias las producía. Hay heridas que son mortales en forma inmediata a casi inmediata. Sin embargo en muchas ocasiones los gallos no se han herido de muerte, y les permite llegar a las líneas. Es ahí donde comienza la ventaja de atender adecuadamente a nuestro gallo.

Lo primero  y lo más importante es, NO SER BRUSCO. Este es el error de casi todos los soltadores. Y es que con la misma desesperación por tratar de ayudarle en vez de hacerlo delicadamente lo realizan con brusquedad, que ni cuando están sanos lo soportarían.

El gallo herido es un gallo enfermo, y usted ¿conoce a algún enfermo que su tratamiento sea rudo? Alguien que tiene hepatitis lo ponen en reposo, a alguien que se fracturó lo ponen en reposo en lo que sana el hueso, a un herido lo tratan con mucho cuidado.

Vea en el fútbol americano de la NFL donde los médicos que atienden a los lesionados son altamente capacitados, no como en el fútbol mexicano en donde solo saben preguntar ¿qué tienes? y echar aerosol. El especialista primero llega, le pregunta al jugador cuál es el problema, le hace una valoración rápida de si tiene una lesión grave o no, y ya que está seguro de poderlo mover, lo hace delicadamente.

En cambio, el soltador llega, toma el ave, le chupa el pico hasta dejarlo sin aire, le jala la cabeza como si quisiera arrancársela, lo azota contra el piso, y después le tuerce el cuello para que lo deje en alto. Dígame, después de ese trato “amoroso” ¿A poco no un enfermo preferiría morirse? Y usted cree que después de esta “atención” ¿El gallo estará en mejores o peores condiciones que antes de estas maniobras? Entonces lo primero y más importante que hay que entender es que debemos dar un trato delicado al gallo.


La buena alimentación y cuido son esenciales para los buenos resultados en una pelea de gallos. En la gráfica el recordado gallero Don Pedro Pablo Cassaya con uno de sus pollos.

Heridas

El tratar de abordar todas las heridas que le pueden hacer a nuestro gallo y que puede hacer uno por tratar de auxiliarlo sería material para escribir un libro, así que aquí expondremos los casos más comunes de heridas recibidas y qué se puede hacer para auxiliar al gallo.

Comenzaremos por lo que, a juicio nuestro, es el peor error, por cierto muy difundido en el ambiente de los gallos, y es el peor porque aparte de ser frecuente, en vez de ayudarle lo acabamos de matar. Esto es el succionar el pico del gallo para tratar de extraerle un coágulo que le obstruye la vía aérea.

Fíjese la próxima vez que haya jugado y que alguien le haga eso a su gallo, verá que el gallo que tenía en las manos antes de hacerle la maniobra estaba más vivo, que el que quedó después de la misma. Esto es sencillo es de explicar: el coágulo es muy denso para poder ser extraído de esa forma de la vía aérea.

Intente usted solucionar un coágulo fresco a través de un popote de una bolsa de plástico y verá que es imposible. Le ponemos el ejemplo porque se parece mucho a lo que sucede con nuestro gallo: la bolsa de aire representa el pulmón y el popote la vía aérea.

Cuando alguien hace esta maniobra y logra extraer un coágulo, es seguro que este procede solamente de la cavidad oral, es decir, de lo que se acumuló inmediatamente atrás del pico y no es el coágulo importante, el que le está obstruyendo la vía aérea; en caso de coágulos en la cavidad oral (la boca), no era necesario succionarle, sino simplemente evacuarlo con los dedos.

Para poder extraer un coágulo de la vía aérea por medio de succión se necesita primero bastante aire dentro de los pulmones, y un gran poder de succión, así como una vía aérea rígida para que sus paredes no se colapsen durante la succión. Estas condiciones jamás se darán en un gallo o en cualquier otro organismo normal.

Los pulmones son dos bolsas grandes compuestas de miles de alvéolos que se inflan a través de un conducto (la vía aérea), que se va dividiendo de una gruesa (la tráquea), hasta innumerables ramitas muy delgadas (bronquios) que van a desembocar en los alvéolos.

Un alvéolo no es más que una bolsa membranosa llena de aire y rodeada de muchísimos vasos sanguíneos extremadamente delgados donde se hace el intercambio de gases disueltos en la sangre. Cuando usted succiona pone una gran presión negativa en la vía aérea, que se comunica a los alvéolos a través de la vía aérea, pero como el coágulo es muy denso, lo que succiona usted en vez del coágulo es el aire del resto del pulmón obstruido, porque es mucho más fácil extraer aire que un coágulo por succión.

Hay otras ocasiones en que el coágulo obstruye solo parcialmente la vía aérea, y en estos casos tampoco es útil la succión. Nuevamente lo puede comprobar con el ejemplo del popote y la bolsa. A últimas fechas se puso de moda vender los refrescos en bolsita de plástico con un popote para evitar el costo del importe.

Bueno, tome la bolsa, ínflela totalmente y después de esto deje caer una gota en la pared  del popote y déjela llegar hasta la mitad del mismo. Ahora trate de extraer esa gota de agua succionando el popote. Verá que primero sale todo o casi todo el aire antes de obtener la gota, y considere que esta gota de agua es mucho menos densa que un coágulo, que esta gota no está adherida al popote como lo hace un coágulo en la vía aérea. Eso mismo sucede con su gallo al succionar, se queda sin aire antes de que salga el coágulo.

Hay otras formas de demostrar lo inútil y perjudicial de succionar la vía aérea:

Tome dos bolsas  de plástico, una llena de aire y  la otra llénela de agua, o si prefiere ser más fiel a la realidad, póngale un coágulo, ahora junto los dos popotes, introdúzcalos en la boca y succione.


En muchas partes del mundo donde se juega gallo de espuela, los galleros no pueden asistir a sus gallos, en las Filipinas que se juega arma cortante es la única excepción donde tampoco el gallero puede asistir a su gallo, el juez ejecuta y sentencia la pelea. En la gráfica Manny Pacquio con uno de sus gallos.

Este modelo representa fielmente la vía aérea y a los pulmones. Verá que se va a desinflar toda la bolsa llena de aire y hasta que ya está vacía esta comienza a succionar el agua de la otra. Si usted puso el coágulo será peor, porque verá que se vaciará la bolsa de aire y el coágulo nada más no saldrá de la otra bolsa.

El hecho de que la vía aérea y los pulmones se desinflen no es cosa sencilla como para pensar que en la próxima respiración se vuelven a llenar y como si nada hubiese pasado. Eso es muy equivocado.

Una vez que se colapsan, sucede lo mismo que una bolsa de plástico húmeda, trate de despegar con sus manos una bolsa de plástico húmeda a la cual le haya sacado totalmente el aire y a va a ver que es dificilísimo, eso se debe a las propiedades de adherencia y tensión superficial del agua, que se encuentra en el moco que cubre siempre a la vía aérea y los alvéolos. Así que al succionar se colapsan y para que se puedan llenar otra vez esos alvéolos, va a costar trabajo y varios días.

Es por eso que un gallo está más vivo antes de la succión que después de la misma. Fíjese y verá que después de que le hacen una succión fuerte a un gallo tratando de evacuar el coágulo, cuando termina la maniobra el gallo queda “suelto” por falta de oxígeno, porque le dejaron los pulmones sin aire.

Entonces, ¿Qué hacer en caso de hemorragia de la vía respiratoria?

Se sabrá bien el dicho que dice que es mejor prevenir que lamentar. Y es cierto, en todos los aspectos de salud es mucho mejor prevenir, es más fácil, más rápido, y más barato que remediar o curar. Así también, cuando tenemos una hemorragia de la vía aérea es mejor prevenir que remediar.

En cuanto detecte que su gallo tiene el problema, póngalo inclinado con el pico abajo y el resto del cuerpo arriba, como se muestra en la fotografía. Tal como está en la foto, inclinado totalmente con el pico hacia abajo, pues si lo pone levemente inclinado no servirá para nada.

Debe ser muy inclinado y con el cuello lo más recto posible, lo recto del cuello debe ser secundario a la fuerza de la gravedad, y nunca porque usted le traccione el pico, así la sangre escurrirá hasta el suelo antes de que se forme el coágulo y de esta manera jamás se podrá obstruir la vía aérea.

Fíjese como solo la punta del pico descansa sobre el piso y el resto del cuerpo se encuentra prácticamente a nivel de las rodillas del soltador. Esto hará que la sangre en vez de escurrir hacia el pulmón y tapar un bronquio, escurra hacia afuera y no se produzca el coágulo.

Incluso, cuando el coágulo está en formación será factible evacuarlo de esta forma. El pico deberá estar abierto para evitar que al escurrir la sangre forme un coágulo en esta zona que obstruya la entrada del aire y ahogue al gallo.

Esto es útil solo cuando la herida fue a nivel del cuello, porque cuando tenemos sangre en la vía aérea, producto de una herida en el pulmón, poco se podrá hacer para evacuar el coágulo. Además esta hemorragia no va a matar a su gallo por obstrucción de la vía aérea sino por hipovolemia, ya que las hemorragias a este nivel son desangrantes.

Entonces, cuando tenga una herida en cuello que le esté condicionando sangrado hacia la vía aérea, primero con sus propios dedos evacue toda la sangre y coágulo posible de la boca del gallo, posteriormente colóquelo pico abajo para que la sangre de tráquea también salga.

Mientras lo mantiene en esta posición deberá hacer compresión con un solo dedo sobre el sitio de la hemorragia para tratar de detenerla. No cometa el error de dar un latigazo a su gallo para tratar de que salga el coágulo, con la fuerza centrífuga que le produce tal maniobra, eso solo condicionará que la sangre se agolpe en el cerebro.

Pero el problema viene inmediatamente en cuanto termina el movimiento del latigazo, ya que ante tanta sangre en el cerebro los vasos sanguíneos de inmediato se dilatan para poder contener toda esa sangre, en cuanto termina la maniobra el flujo vuelve a la normalidad, pero como los vasos sanguíneos están dilatados, la presión sanguínea no es suficiente para llenarlos de sangre y viene la hipotensión refleja que va a dejar al cerebro sin sangre.

Así también, por la misma razón que acabamos de exponer, cuando enderece su gallo para llevarlo a probar a las líneas, enderécelo suavemente, poco a poco, hasta llegar a su posición horizontal. El tiempo que el gallo dure pico abajo debe ser todo el posible, entonces en cuanto levante su gallo deténgase, colóquelo inmediatamente en esa posición y no lo mueva, solo enderécelo paulatinamente hasta lo llamen a las líneas.

En caso de haber una herida que esté sangrando abundantemente en el cuello, debe ser firme y sostenida y debe durar lo más posible. La presión debe de tratar de apretar el vaso dañado contra las vértebras del cuello. Para entender a qué va encaminada esta maniobra, vamos a ver brevemente cómo sucede la coagulación.

 

Cuando un vaso se rompe y comienza a sangrar, se despierta de forma inmediata la reacción de coagulación. La sangre dentro de los vasos no se coagula porque el endotelio (capa interna de los mismos) secreta sustancias anticoagulantes. Pero cuando el endotelio se rompe, el tejido que rodea al vaso se expone a proteínas desconocidas para la sangre (proteínas de los tejidos subyacentes al endotelio o aún más profundas).

Esta exposición a proteínas hace que las plaquetas comiencen un fenómeno que se llama “agregación plaquetaria”, es decir, se pegan unas con otras y sobre el sitio de la lesión para tratar de cubrirlo o taparlo.

Este fenómeno está media1do por sustancias que libera la propia plaqueta al reconocer las proteínas extrañas, pero también se liberan otras sustancias pro-coagulantes y vasoconstrictoras, tanto por parte de las plaquetas como por el endotelio lastimado. Estas sustancias producen vasoconstricción, o sea, contracción de la capa muscular del vaso afectado para reducir el flujo que tiene, con la disminución del flujo disminuye la presión del torrente que atraviesa ese vaso lastimado y se favorece a que crezca el coágulo.

Posteriormente, con las sustancias que liberaron las plaquetas, se despierta lo que se conoce como la “cascada de coagulación”, que no es más que la conversión de varias sustancias en su forma activa y que van encaminadas en hacer que el fibrinógeno (sustancia que siempre se encuentra en la sangre en forma líquida) se transforme en fibrina, la fibrina es una proteína que se comporta como una especie de cemento que hace que el coágulo original de plaquetas quede bien firme y ya no se pueda deshacer.

Un coágulo de plaquetas se puede deshacer con los dedos, casi como si fuera mantequilla o gelatina a medio cuajar, pero un coágulo con fibrina es imposible de deshacer, solo se rompe si le aplicamos una fuerza considerable, como si fuera gelatina bien cuajada y refrigerada.

La compresión que nosotros hacemos sobre la herida es como una ayuda a la vasoconstricción, para que el flujo de sangre del vaso baje bastante y permita la formación de un coágulo lo suficientemente resistente como para que contenga la sangre, así evita que salga sangre por el orificio de la arteria y no llega a haber desangrado.

Esto es necesario para permitir que el coágulo de plaquetas se complemente con la fibrina y quede hecho un coágulo muy resistente. Así que la compresión debe ser firme, constante y por el mayor tiempo posible. No comprima más área que la necesaria, ya que puede hacer compresión de otros vasos y si tiene uno ya dañado, por donde está pasando al cerebro poca o ninguna sangre y comprime el otro, el cerebro queda sin sangre y muere el gallo.

Esta maniobra no es invento nuestro, sino es de uso común, es la primera recomendación en todo sangre durante una cirugía o en un accidente, ya que con esta simple maniobra ceden el 80% o más de los sangrados sin necesidad de hacer más.

Otra lesión frecuente es una herida profunda de músculo, ya un piernazo o una herida en el lomo. Estas heridas sangran abundantemente por todo el músculo dañado. Lo que se debe hacer es la compresión firme y constante nuevamente en la herida, todo el tiempo que sea posible.

Si es en la pierna, rodee con su mano  la pierna del gallo y comprima, pero mantenga la compresión, ya que la mayoría de los soltadores le dan una exprimidita a la pierna y de inmediato la sueltan, eso no sirve de nada. Tome a su gallo y con la mano libre oprima la pierna los 15 segundos que tiene para atenderlo y solo suéltela inmediatamente antes que lo libere.

En caso de que la herida sea al lomo deberá hacer compresión con la palma de su mano sobre la herida del gallo y a la vez tratar de juntar las puntas de sus dedos a la base de la palma, como lo  muestra la ilustración, a fin de producir una especie de pellizcamiento de la herida que permita hacer compresión sobre los vasos dañados del músculo.

Una herida especialmente letal es el buche con sangre, y es que el buche está sobre los grandes vasos del tórax y sobre el hueso de la suerte, que corresponde al esternón y clavículas del humano. Por debajo de él pasan las arterias subclavias, la emergencia de ambas carótidas y la aorta. La aorta es la única arteria que sale del corazón al resto del organismo y las otras mencionadas nacen directamente de ella, es decir que una lesión de estas arterias es realmente grave.

Cuando su gallo tenga una herida de esta magnitud, haga compresión sobre el área del buche con sus 3 o 4 dedos de la mano, excluyendo el pulgar, como se muestra en la imagen. Esta compresión debe ser fuerte y constante, debe ser tan fuerte como casi con todas las fuerzas que tenga en sus dedos y debe durar lo más posible, es este el momento de tratar de ganar cualquier tiempo para que su compresión dure más. Es difícil, más no imposible para una hemorragia en este sitio.

Cuando su gallo haya sido herido de un pulmón recuéstelo sobre el lado del pulmón dañado. Esto es con el fin de que la sangre acumulada no haga presión sobre el pulmón sano. Una sospecha si un pulmón está dañado: primero, porque vio cuando le dieron el tiro en el tórax; segundo, porque su gallo está agitado, respirando rápido y como tratando de jalar más aire, como si el que aspira no le alcanzara.

Y tercero, porque al pegar el oído sobre el lado del tórax afectado no se escuchan los ruidos respiratorios. La forma de detectar los ruidos respiratorios más fácilmente es buscando a alguien que le detenga el gallo, pero como esto no es posible mientras está realizándose la pelea, usted debe sostener a su gallo orientado con el pico hacia adelante, las manos en los costados, sosteniendo alas y muslos al mismo tiempo, sobre todo la pata armada, y posteriormente pegará su oído entre el ala y la columna, en los sitios donde se muestra la figura.

Para saber cuáles son los ruidos respiratorios normales, hay que tomar un gallo normal, sin heridas, y pegarle el oído en los sitios mencionados. Si no se escucha ruido ventilatorio en alguno de los lados, quiere decir que ese pulmón está dañado.

El motivo para poner a su gallo sobre el lado afectado, es para que el peso de la sangre acumulada en el lado del tórax dañado, no comprima con gravedad al pulmón sano, y se restrinja la capacidad del aire que entre. Estas heridas de pulmón son especialmente graves, ya que si se llega a lesionar un vaso de importancia, hágase lo que se haga el sangrado es imparable y el gallo se desangra.

Esto porque no hay un tejido que se oponga a la salida de sangre del vaso, sino que sale directamente al tórax prácticamente vació, ya que el pulmón en cuanto perfora el tórax queda totalmente colapsado (desinflado), como si fuera un globo ponchado, y la sangre no dejará de salir sino hasta que se llene el tórax, pero antes de que esto suceda, el gallo estará muerto. Así que esta maniobra funciona solo cuando no ha habido daño de un vaso grande en el tórax y sirve para mantener funcionando el pulmón que queda sano.

Las heridas que no estén sangrando ni siquiera las toque, si usted se pone a curiosear qué tan grande está  la herida de su gallo, lo que va a lograr es producirle dolor, e incluso puede llegar a despejar el coágulo que ya se había formado y reactivar el sangrado. Total, si la herida ya no sangra, ya no importa saber si es de 10 centímetros o de uno solamente, así que ni la mueva.

Foto de portada: El gallero de Honduras, Don Tito Pellman.