Texto de Aldo A. Guerra Duarte*
En primer término debemos separar la revista “Gente de Gallos”, dirigida por Mario Tapia, del que él se haya convertido en “El abogado de los galleros” (porque va a ser mal visto y peor tratado), al asumir la defensa de los criadores de gallos, los palenques donde se juegan y la actividad económica que genera esta antiquísima ocupación encajada en la memoria cultural y folklórica nicaragüense.
También debemos de apartar del Dr. Rimbaud, su excelencia académica, en el que él se haya arrogado el derecho de poder insultar a un nicaragüense en su propio patio y buscar con mediáticas campañas desvirtuar el concepto nacionalista, de cómo somos nosotros los nicaragüenses y tratar de hacer desaparecer el entusiasmo compartido por los gallos de pelea, “símbolo de un machismo que se ramifica por todo el tejido de nuestra sociedad”.*
La Revista (con mayúscula) de Mario Tapia, “Gente de Gallos”, es número a número, un tratado estudioso e investigativo de nuestro modo de ser. “Creí que se trataba de una deserción para siempre hasta que me topé con la revista de Mario Tapia. En una de esas idas a Juigalpa a casa de mis padres en Palo Solo, me encontré con una pila de revistas que revolvieron viejas pasiones. Ardid o subterfugio, Mario incluye como tema central en cada uno de sus números, una especie de monografía municipal. Su trabajo sólo es comparable al emprendido hace más de seis décadas por Julián N. Guerrero. Continuador de esa tradición, Mario Tapia recorre el país, indaga entre sus gentes, consulta a los primeros cronistas, localiza nuevos datos en los archivos eclesiales y se apoya en la memoria histórica de sus habitantes, para ofrecernos una versión contemporánea de la Nicaragua de finales del siglo veinte y principios del veintiuno. ¡Eso vale toda la Revista!”*
El Dr. Rimbaud que devenga un sueldo en la Universidad, está empeñado, -abusando de los sentimientos generales de compasión-, de desvirtuar el modo de vivir (de ganarse la vida), de un segmento muy importante de nuestra población rural y campesina, la más sufrida y abandonada a causa de intereses egoístas. Las comunidades rurales con ambiente provinciano, donde se desarrolla el mundo fascinante de las peleas de gallos, ha recibido siempre la peor parte, a pesar de trabajar muy duro. No hace más de cincuenta años las carreteras y la electrificación rural despojaron a sus habitantes de sus medios de subsistencia por la falta de previsión y planificación, liquidaron de un solo tajo su modo de vida que sustentaba el orgullo de “ser pobre pero honrado”: ¿Quién necesitaba kerosene, el combustible usado para quemarse en los candiles y lámparas para alumbrar la obscuridad en las casas, ranchos y haciendas?
En la gráfica, el Juez de arena Beto Castillo limpia una de las navajas de los gallos, en una pelea de gallos de pulgada en la gallera municipal de Estelí, Nicaragua.
Desaparecieron las fábricas caseras y familiares de puros chircagres y cigarrillos, las fábricas de ladrillos de barro, los trapiches de madera, el arado de surco halado de bueyes, la fabricación de velas de sebo y de cera, los negocios artesanales se perdieron, los hornos que confeccionaban el pan, las bizcotelas, las rosquillas, viejitas y el pan tostado para aliñarlo en las alforjas en los viajes a las montañas, quedaron muy pocos y con muy baja producción, los herreros, carpinteros y confeccionadores de ataúdes, vieron desplomarse sus negocios, el progreso arrasó con los huleros, los madereros y mineros que convivían y desentrañaban los secretos de la naturaleza y nunca nadie pensó en proporcionarles un nuevo modo de vida. Así se inició el éxodo del campo a las ciudades, ¡porque había además que pagar el recibo de la luz! Y también allí la falta de preparación y planificación se desbordó en favelas alrededor de las principales ciudades, proporcionado un modo de vida muy disminuido al anterior, plagado de delincuencia y mala subsistencia, donde cada quien se ganaba la vida conforme la ley natural de los seres humanos en su lucha por la existencia. Cómo pues consideraríamos, como en este caso, que a determinadas personas que quieren sobresalir, manejan fuera de tiempo y lugar propósitos e ideas y formas extranjerizantes donde la realidad económica y cultural es totalmente diferente a la nuestra y quieren, con mediáticas campañas financiadas por esos grupos, imponer bajo presión sentimental, leyes que contribuyan a profundizar la pobreza en nuestra ya maltrecha economía nacional.
En nuestra costumbre tradicional la cena de Navidad era con chompipa o gallina. A las chompipas antes de sacrificarlas se les daba de beber un buen trago de Santa Cecilia o de guarón y ya mareadas se les cercenaba el pescuezo, a las gallinas se les retorcía el gaznate violentamente. En la mesa cotidiana las carnes de cerdo y de novillo, a los primeros se les guindaba, al filo de las cuatro de la madrugada, de las pezuñas traseras y ya colgado le metían una filosa navaja en la yugular, de donde brotaba un fuerte chorro de sangre caliente que se recogía en una pana para después elaborar las ricas morongas, los novillos amarrados de los cuernos y atados a un poste recibían una estocada en la yugular, para luego ser alzados y destazan sus carnes al gusto del corte acostumbrado. No existe ninguna aberración en la crianza de los gallos de pelea.
Mario Tapia lucha para no permitir que sorprendiendo, en el espíritu de los legisladores los sentimientos de altruismo, se considere y apruebe una ley sin darle el tiempo y estudio suficiente para considerar lógicamente y en primer lugar, los daños económicos ocasionados a una enorme comunidad rural y campesina que comparten nuestros vicios y placeres, y crían, ennavajan y juegan sus gallos de pelea, orgullosos de ver en sus animales los símbolos de valentía, fuerza y belleza. Estaremos atentos de conocer de esta sociedad protectora de animales, propuestas congruentes y sobre todo, aportes económicos que permitan contratar especialistas en los campos afectados por esta propuesta y medir todos los impactos que ocasionarían tales medidas. No se debe proponer algo que afecte el equilibrio económico de los nicaragüenses. Actualmente los galleros cumplen con éxito un trabajo extensivo, criando animales de raza con casta y pedigrí que son factores de competencia y atracción turística, y al efectuarse rondas de jugadas de gallos internacionales y tener la sede de tales juegos, la economía recibe altísimos dividendos, gracias a la labor y al trabajo incansable de tanta gente involucrada en este apasionante deporte ancestral.
Anthem, Arizona, USA.
*Rothschuh Villanueva, Guillermo. Los gallos y la cultura nacional. EL NUEVO DIARIO. Lunes 27 de julio de 2009. Opinión. Edición 10399
Foto de portada: La afición gallera es una LOGIA donde departen pobres y ricos, se rompen todas las barreras sociales y no se habla de política. La mayoría de los galleros nacionales es de origen campesino obrero. Sin embargo, también hay una gran cantidad de profesionales y productores que son galleros, y juntos forman una gran familia.
Articulo publicado en la edición Enero – Febrero 2013