El gallo de combate en la Costa Caribe de Nicaragua


Alfredo Cordero Cabrera, Erasmo Rivas, Pepe Matus y nuestro Director Mario Tapia, haciendo entrega de trofeo de Campeón Nacional de Navaja corta a Erasmo Rivas en el 2003 .

Texto del
Dr. Alfredo José Cordero Cabrera

Los arraigos tradicionales a la afición gallística o al noble deporte de “LAS PELEAS DE GALLOS”, en estos lares de la Costa Caribe de Nicaragua, son de tenue arrastre, todo lo contrario al resto del territorio Nacional.

Hace más de un siglo, estos pueblos fueron un protectorado inglés y las etnias que poblaban estos territorios (miskitos, mayagnas, ramas y garífonos) no recibieron ninguna aculturación de la afición gallística por parte de los ingleses, a sabiendas que en Inglaterra la afición a los gallos en esos años fue inmensa.

Se sostiene tal afirmación, por el hecho de que aún en la actualidad, en toda ésta vasta zona geográfica no se práctica tal deporte, más que en Bluefields y en El Rama, muy ocasionalmente en otros poblados para sus fiestas tradicionales, entre ellos Kukra Hill y El Tortuguero.


Dr. Alfredo Cordero en su cuartel de gallos en Bluefields.

No tenemos información que se practique en ningún pueblo ni municipio del Atlántico Norte, en donde la población es mayoritariamente misquita y mayagna, aunque en Puerto Cabezas han radicado destacados caballeros, dedicados a la crianza del gallo de combate, entre ellos el Señor Laly Dixon y el Ing. Salvador Mayorga.

En la Región del Atlántico Sur, zona que ha tenido mayor influencia cultural de la etnia mestiza, hay recuerdos de las prácticas de este deporte desde hace más de cincuenta años y entre la gente que lo practicó entonces, muy pocos eran de etnias originarias de la Región. En los inicios, se hacía de manera informal en patios de vecinos, luego en redondeles improvisados y posteriormente en “galleras”, que además del rústico redondel apenas tenían graderías de aficionados.

Bluefields, se caracteriza por tener una población cosmopolita y por su condición de Puerto, ha desarrollado siempre un fluido comercio con el resto de países del Caribe y con Norteamérica. El gallo de combate, también ha llegado en medio de tal comercio.

Fueron los cubanos en la época dorada de la pesca industrial, quienes empezaron a traer por estos lados gallos importados de navaja grande, en la década de los 70.

Siempre inmersos en la pesca, capitanes suramericanos y asiáticos, hicieron lo mismo.

Por la información de revistas también se importaban gallos, así como de catálogos internacionales se trajeron directamente aves de reconocidos criadores, iniciándose de esa manera la crianza en esta zona.

Como en el resto del país, en cierto momento sólo se jugaba gallos de navaja grande, posteriormente en la medida que el gallo de tipo español, empezó a cobrar notoriedad también en la Costa; se inició una mezcla de razas y reducción de la navaja de combate.

En los últimos cinco años, el índice porcentual de peleas de navaja grande, ha decaído notablemente influenciados por los gallos caribeños de Puerto Rico, Colombia, Panamá y República Dominicana, Imponiéndose así el juego a cuarto de pulgada y dos rayas.

Actualmente, distintos factores ha incidido en el deporte y la afición gallística ha disminuido por los altos costos impositivos que quieren cobrar algunas alcaldías al deporte de los gallos.

Por otro lado la industria pesquera se ha visto seriamente afectada por el fenómeno del “El Niño”, afectando también económicamente a la población costeña.

Todo lo anterior ha llevado a los propietarios de galleras a cerrarlas en Bluefields y en toda la región, sólo “la cancha” de El Rama se mantiene abierta actualmente. O sea que el juego de gallos todavía en la Costa Atlántica aún vive.