Galleros de Muy Muy

Texto y Fotos de Mario Tapia

Hablar de gallos en Muy Muy es hablar de la familia Gutiérrez. Sobre todo, de Don Ramón Gutiérrez Saavedra y toda su descendencia. En los años 60 y 70, Muy Muy era sinónimo de galleros respetados y gallos de alta calidad. Era la época de oro del gallo de una pulgada y de los fuertes equipos de Estelí, Chinandega, León, Masaya, Tipitapa, Managua, Somoto, Rivas y el equipo de don Miguel Gómez Argüello y Hernán Barquero, que jugaba en Las Esquinas, de Carazo y el equipo de los altos oficiales de la Guardia Nacional que eran galleros, como el Coronel Sandino, el Coronel Cifuentes, Oscar Morales “Moralitos” y el Coronel Orlando Gutiérrez “El Ranger”.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que los galleros más destacados y fuertes del departamento de Matagalpa en esos años estaban en el pueblo de Muy Muy. A la gallera de Muy Muy llegaban a jugar sus gallos todos los equipos anteriores a los que se sumaban galleros fuertes de Honduras, El Salvador y Guatemala.

Formaban el equipo de Muy Muy

Encabezaba el fuerte equipo de Muy Muy don Ramón Gutiérrez Saavedra, integrado por los galleros Alfonso Membreño Saavedra, Francisco Martínez Fley, Otilio Membreño Gutiérrez, Virgilio Membreño, Cristóbal Gutiérrez Saavedra, Adolfo Roque Gurdián, Napoleón Rizo y sus hijos Heberto, Aníbal, Ramón, Juan y Francisco Octaviano Gutiérrez Molinares.

Fausto Solón Hidalgo Rodríguez, Francisco Martínez Fley y Helen Ríos.
Fausto Solón Hidalgo Rodríguez, Francisco Martínez Fley y Helen Ríos.

Un telegrafista gallero

Fausto Solón Hidalgo Rodríguez (84), nació en Estelí y llegó al pueblo de Muy Muy en 1955, como telegrafista y con su afición a los gallos.

¿Y usted cree en la suerte en los gallos?

Al comienzo yo jugaba por suerte, yo ganaba por suerte, porque no tenía la raza que tenía esta gente, y era ganador a pesar de todo.

¿Y les echabas gallos a ellos?

Muchos buscaban a don Ramón el papá de los Gutiérrez para que ennavajara el otro gallo, pero casi no nos enfrentábamos. A don Ramón la mayoría de los galleros lo buscaban, porque era buena navaja. Yo estaba al otro lado con todos los “chapiollos”; a veces le ganaba, pero a veces también perdía.

¿Quiénes eran los galleros más destacados en Muy Muy, en los años 50?

Los galleros más destacados en esos años eran don Alfonso Membreño, don Canuto Membreño, un hijo de don Canuto, Otilio Membreño, buen gallero, le encantaban los gallos, y otros que no éramos tan buenos. Don Ramón Gutiérrez, el papá de ellos llegó a tener raza importando gallos de los Estados Unidos.

Pelea de galllos en Muy Muy
La mayoría de las peleas en el torneo de Muy Muy fueron de navaja corta.

Llegaban galleros de todas partes

Se modernizó el deporte de los gallos, don Ramón hizo una buena cancha y venían galleros de Honduras a jugar; aquí venían Lico Chévez, don Miguel Gómez toda la vida, cuyo ennavajador era Roberto “El Chocoyo” Lanzas.

En ese tiempo los gallos que se jugaban eran los gallos de Mr. Rolling, los Hamilton, los gallos que le vendieron a don Ramón, la primera media docena fueron ganadores, bastantes; se los mandaba un señor que se llamaba Gustavo Debrant, del Norte de los Estados Unidos.

¿Qué se necesita para ser ganador en los gallos?

Lo que se necesita es la raza primero y el cuido. Un gallo bien amaestrado y bien ennavajado va fijo; lo que pasa es que ahora es tan moderno que esas navajitas así yo no las usé, yo no me di cuenta esas navajitas de dos líneas.

¿Qué tipo de gallos le gustaba?

Navaja libre, en que ese tiempo todo era navaja libre.

¿Y tuvo algún gallo famoso usted?

Tuve un gallo famoso que me regaló en El Bálsamo, “Chale” Castillo, un gallo negro, y después me dejó un gallo giro don Carmen Gutiérrez, era ganador también. Y a mí me traían gallos, había gente por ejemplo ¨Pico Lolo”, una vez me trajo un gallo que era de Pancho Martínez, y era ganador también.

¿Y cree en la pluma usted?

Fíjese que casi no creo en la pluma, pero casi me hacen creer; aquí había un señor que se llamaba Rosario Lumbí, creía en la pluma y se ponía a hablar y yo de repente me ponía cuando mi gallo era de la pluma que decía él que iba a perder me ponía y no lo echaba.

¿Y en la Luna cree?

Debe ser verdad, pero yo era más vicioso que gallero, yo echaba cualquier gallo; y una vez me fueron a ver, yo hice un reto con Bayardo Sánchez, de hacienda de Palmira, y el primer gallo que tuve fue una mona de Blandón y se los gané, y después les gané dos más.

René Sánchez se llevó a don Ramón Gutiérrez, a quien le dijo: vamos a ver la pijiada que le van a pegar los Sánchez, pero yo les gané los gallos a los Sánchez. Era Bayardo Sánchez, de Masatepe. Entonces me gané 4 gallos, vine invicto con los Sánchez.

Galleroso hablando con el Juez
El juez Roberto Cruz “Colón” (al centro), escucha a Alberto Castellón durante una de las pruebas en el torneo de Muy Muy en la gallera “Palermo.

No cree en la suerte, ni en el pelo, ni en la luna

Don Francisco Martínez Fley (85), nació en Muy Muy y recuerda lo siguiente: “Pues sí, el 25 de abril era la jugada de gallos de Muy Muy. Aprendí a salir del ostracismo de Muy Muy, ya salí de Matagalpa a jugar, y ahí iba uno detrás de los galleros tradicionales, como el papá de estos muchachos que estás viendo aquí, don Ramón Gutiérrez. Ahí fui aprendiendo con ellos a ennavajar y a jugar; de repente aprendimos. Yo me retiré, porque no tenía mucho tiempo para estar trabajando con gallos, y le vendí a Troilo Sánchez Herdocia toditos los gallos que tenía.

¿Y qué tipo de gallos le gustaba, amigo?

El gallo americano. El papá de estos muchachos, don Ramón, me encarriló en eso, aprendimos; nos íbamos hasta Matagalpa a jugar con “Quecho” Morales y todos esos.

¿Pero le enseñó las mañas también?

Sí, y uno está allí ojo al cristo; ennavabajaba que es lo que hacía mejor, y aprendimos las mañas, como dice usted.

Para usted, ¿quiénes son personajes de Muy Muy?

El personaje predilecto y amigo de todo mundo era don Ramón Gutiérrez, el papá de estos. Para repetir, pues talvez él fue que me encarriló amarrar la cuchilla en los gallos, y después ya íbamos a Matagalpa en una camionetilla alquilada, y ya sé jugar.

Me acuerdo que a uno que le decían de apodo “El Picadito”, a ese le gané y ni una pelea me pudo ganar. Éramos muchachos jóvenes.

¿Cree usted en el pelo, en la Luna, en la suerte?

No creo en nada de eso, en la calidad del gallo sí creo; un gallo bueno no tiene lunas ni nada, esas son idiotadas.

Lo que mas le gusta es ganar

A Heberto Gutiérrez Molinares (74) se le iluminaron sus ojos al recordar a su padre don Ramón Gutiérrez Saavedra, y lo recuerda de la siguiente manera: “Era un señor bien amable, serio pero era bien amistoso; él era apasionado y con él íbamos a los gallos; él decía este gallo va a perder y estaba fijo que perdía; él decía este gallo no sirve y sin que lo viera pelear este gallo no sirve y no servía, decía este es bueno y era bueno. Era un genio en eso en el asunto de gallos.

¿Qué hacía, le gustaba armar, sacar, castar?

El era sacador, armaba, él no soltaba, pero era una de las mejores navajas, en los años 60 se decía que era uno de los mejores ennavajadores de Centroamérica, lo respetaban todos los galleros por la navaja, buen ennavajador era y él las afilaba.

¿Cómo lo recordás a tu papá la primera vez con un gallo en la mano, cómo y en qué lugar?

Yo recuerdo cuando él venía a ver a sus gallos, porque era dueño de la gallera, y entonces él los chineaba, los sobaba y se los daba al cuidador para que los fuera a asolear.

¿Y quién era el cuidador?

Se llamaba Ofilio Linarte, era de La Paz Centro y se lo trajo a Muy Muy.

¿Y cuántos gallos llegó a tener tu papá?

En cuido llegó a tener 60 gallos, no tenía mucho porque él los venía renovando, él compraba los gallos, los pedía a Estados Unidos

¿Cuánto gallos trajo tu padre de Estados Unidos?

De Estados Unidos trajo mi papá muchos gallos, pasó importando gallos como unos 8 o 10 años, y le venían mensual una docena, docena y media. Así era él.

¿Esos gallos eran para la Liga que había en esa época?

Sí para la Liga, inició antes de la Liga, después con la Liga era mensual que le venían los gallos.

¿Y creía en la suerte, en el pelo en la Luna?

El hombre era bien inteligente, si le metían 3 peleas seguidas la paraba, pare Momo, nos acaban, no sigamos jugando; después de 2, 3 horas después volvía a empezar y ya cambiaba la cosa. El que lo hacía creer en el color del gallo era un compadre de él que se llamaba Rosario Lumbí, él le decía está ganando el pelo claro, está ganando el pelo oscuro.

Porque es cierto, yo creo en el pelo. Y hay otro detalle que le he transmitido a mi hijo, que para apostar a un gallo hay que verlo primero. Por ejemplo, cuando vos entraste con el gallo chile en la jugada del 28 de marzo, le digo a mi nuera que andaba un chile negro, no, no devolvete, ándate al de Mario Tapia, mirá como le hace a la cabeza el gallo. Está en óptimas condiciones, ya si lo perdés es por súper sal, que no va listo, va listo el gallo, va preparado.

¿Cómo se hace para ser buen ganador en los gallos?

¿Para ser buen ganador en los gallos?, ahí está uno de los detalles: observar si está en buenas condiciones; también ver que quién lo lleva y de dónde viene el gallo. Por ejemplo, si un gallo lo trae Mario Tapia, hombre, Mario no entra con gallo malo, vos tenés que ir al gallo de Mario. Voy al que está preparado, al que está listo para la pelea.

¿Qué es lo que más te ha gustado en la vida como gallero?

Hombré lo que me gustaba más es ganar.

¿Y cuando perdés?

Claro que me quedo medio enchiladito, pero no es agradable perder.

¿Qué dan los gallos?

Los gallos dan alegría, dan emoción y muchas veces dan plata también y dan muchas amistades, por medio de los gallos te encontrás muchas buenas amistades.

¿Muy Muy es pueblo de galleros?

Yo diría que ahora no.

¿Lo fue?

Lo fue sí; hace unos 60 años había bastantes galleros aquí: pequeños, medianos y grandes.

¿Y pintó tu papá don Ramón en los hijos galleros?

Tiene un hijo que se llama “Matagallos” que es Octaviano, ese echa a cualquier gallo, pero los hijos de mi padre han sido galleros, un hermano que se llamaba Aníbal fue gallero, ese ya murió.

¿Era originario de Muy Muy tu padre?

De Muy Muy. Nacido aquí en Muy Muy

¿Murió hace cuánto tu papá?

La edad de la Revolución, 35 años.

¿Y de qué murió?

Hombré él se operó de la próstata, y le pusieron una sangre equivocada, que no era del tipo de él y se le paralizaron los riñones, y como ya estábamos en plena guerra se complicó y murió, le dio un infarto.

Si son galleros que entren a la casa, expreso don Miguel Gomez

Francisco Octaviano Gutiérrez Molinares (72), es el más conocido actualmente de los Gutiérrez galleros de Muy Muy. Él afirma: “Yo salí gallero a mi papá, mi papá salió a mi abuelo Francisco Saavedra Vega, que también era gallero. Mi abuelo era de aquí de Muy Muy, pero la descendencia era de los Vega de Masaya, porque tenía familia en Masaya, él iba a jugar gallos a Masaya.

Heberto Jr., Heberto y Francisco Octaviano Gutiérrez Molinares
Heberto Jr., Heberto y Francisco Octaviano Gutiérrez Molinares, en la hacienda de su propiedad en la comarca “Aguas Calientes”, de Muy Muy, herencia de su padre don Ramón Gutiérrez Saavedra, y donde nacieron todos los hermanos Gutiérrez Molinares. Allí también han nacido y criado sus mejores gallos de combate.

¿Cómo escogía tu padre el gallo para jugar y que preparación les daba?

Mi papá amarraba los gallos, eran amarrados debajo de las camas, alrededor de la casa; payan con leche, tortilla con leche, los careábamos y ya estaba en juego el gallo, los íbamos a jugar; pero ese gallo no estaba desparasitado ni matado los piojos, nada, nada, y era machetón, no era navaja como ahora que es una vulgaridad de pulgada a 3 rayas.

¿Cómo catalogarías a tu padre como gallero, era fanático, era metódico, cómo era?

Mi papá no era tan metódico, mi papá era gallero porque le gustaban los gallos, pero no jugaba gallos por negocio, jugaba porque le gustaba; él echaba un gallo con mil pesos como echarlo con 50 pesos, era igual para él.

¿Cuándo comenzó a importar gallos, a través de quién?

Mi papá empezó a traer gallos de los Estados Unidos, porque galleros de Estelí solamente jugaban gallos norteamericanos, en todas las ciudades jugaba esos gallos, aquí en Muy Muy no. Un día, mi hermano que se llamaba Ramón, le dijo: papá vamos donde don Miguel Gómez, él compra gallos, talvez don Miguel nos dice cómo se hace para importar gallos.

Así fue, un día, nos mañaniamos para donde don Miguel Gómez Argüello, a las 6 y 30 estábamos en la casa de don Miguel, y nos dijeron que don Miguel no recibía a nadie; entonces, le digo: somos galleros. Cuando le dijimos “somos galleros”, entonces él oyó; y dijo: si son galleros que pasen para adelante, y entramos mi hermano Ramón, mi papá y yo.

Ya lo conocíamos a don Miguel Gómez, pero nunca habíamos platicado con él; hablamos, y él alegre dijo: don me gusta que sean galleros y eso es lo que me encanta a mí. Lo que queremos don Miguel, le dije yo que he sido el más hablantín, es comprar gallos norteamericanos, ¿cómo hacemos?, díganos usted que compra gallos norteamericanos; entonces, él nos dijo no es tiempo ahora, estamos en noviembre, los gallos están en pelecha, cuando sea el tiempo yo les aviso. Entonces seguimos en lo mismo pues, con gallo criollo, pero un día fuimos a jugar gallos a Somoto, que estaba de fiesta, y mi papá llamó en la gallera a don Camilo López. Camilo lo invitó y me quedé solo yo en la Gallera.

Llegó un señor a la gallera y preguntó por los Gutiérrez, yo le dije que yo era Gutiérrez, ¿qué quiere con los Gutiérrez? Un negocio, me dijo él. ¿Cuál es el negocio? Yo le voy a mandar gallos norteamericano a ustedes, a los Gutiérrez de Muy Muy, y el que pierda no me lo pagan y el que gana me lo pagan.

¿Y de dónde salió eso le dije? Es que mi compadre Lico Chévez, me dijo que ustedes juegan gallos y que ganan con gallos criollos contra norteamericanos. Entonces, le vas a decir eso a tu papá y va a decir que soy un ladrón, mejor no le digás, pero en fin decile.

Cuando llegó mi papá yo se lo presenté y después mi papá me dijo lo mismo que me dijo el señor Debrams: algún ladrón debe ser que nos quiere robar. No, papá, y después se fue a platicar con él; yo estoy escuchando la plática y le digo, amigo, ¿y cuánto valen esos gallos? Valen 50 dólares cada gallo me dice, pero el que pierda no me lo pague solo los que gane.

¿Cómo va a sacar un gallo de Managua?

Hay miles de formas le dijo el señor, yo le voy a mandar un cable, un telegrama y con eso usted va a reclamar los gallos a la Aduana; mi papá dijo que no, pero cuando mi papá dio la vuelta yo dije que sí; mándelos pues los gallos, y así fue.

Jorge Jiménez, es el preparador y entrenador de los gallos de la familia Gutiérrez, de Muy Muy, Matagalpa.
Jorge Jiménez, es el preparador y entrenador de los gallos de la familia Gutiérrez, de Muy Muy, Matagalpa.

Eso fue en noviembre de 1972, ya teníamos de esos gallos para el terremoto. Con un amigo sacamos fácil los gallos, no hubo problemas. El medio problema fue que el amigo me dijo hay que darle 500 córdobas, echáselos en la bolsa al aduanero, y el aduanero dijo que no, se enojó; y entonces el amigo se puso a platicar con él y aceptó los riales el hombre.

Después seguimos importando gallos y ya los esperábamos en la Aduana y en el aeropuerto, así fue que hicimos y ya ganábamos con esos gallos americanos. La primera vez jugamos 4, ganamos 3 y perdimos 1 aquí en Muy Muy. La otra jugada fue en Las Esquinas, también fuimos a ganar allá y donde íbamos ganábamos, pero perdíamos también.

Apareció don Gustavo Debrams, llegó a Estelí y le mandó una docena más, era seguidito aquello. Apareció don Gustavo: A ver don Ramón, ¿cómo está el negocio de los gallos? Don Gustavo Debrams iba a mil córdobas a cada gallo. Él le decía a mi papá: A ver don Ramoncito, ¿cómo está el negocio de los gallos?, y se metía la mano a la bolsa, sacaba una libreta. Hombré, decía, es bueno este negocio, había más jugadas ganadas que perdidas, qué fabuloso esto, don Ramón, vamos a seguir en este negocio. Está bueno, le dice mi papá, y así fue que nos encontrábamos con todos los galleros allá en las jugadas de la liga.

¿Quién fue el preparador de los gallos?

Se llamaba Ofilio Linarte, lo mandó a traer mi papá a La Paz Centro; don Ofilio estuvo cuidándole a mi tío Carmen, pero eran gallos criollos también, entonces Ofilio vino a cuidarnos los gallos y nos dio resultado.

¿Y quién amarraba?

Mi papá.

¿Y quién soltaba?

Soltaba Ofilio o yo.

¿Qué pelea recordás?

La pelea que no se me olvida nunca fue una de un fenómeno y la perdimos, fue en Tipitapa, contra Manuel “Manuelillo” Castillo. Nos dábamos bromas, Manuelillo me dice, echemos la pelea; esos gallos de ustedes son muy buenos, echémolos si este no es bueno, le digo; al tanto molestar “Manuelillo” echamos la pelea con 3 mil; yo quería con 2 mil, yo lo que quiero que veás que es un gallo bueno, y entonces así fue.

Fíjate que el gallo de nosotros agarró al gallo de él, lo pateó, lo agarró por encima y lo mató, hasta las tripas le sacó por arriba; pero no sé cómo el gallo de nosotros hizo un tirito así que le pasó por la garganta; el gallo cayó muerto, y estaba desbaratado allí en el suelo, y llamó a “Manuelillo” a la pelea; mi segunda, y esa fue rápida.

Había un señor que se llamaba Orlando Balladares, rivense; Orlando me preguntó, ¿cuál es la mama de ese gallo? El papa sé cuál es pero la mama no. Ustedes no son galleros, me regañó Orlando Balladares, viera que regañada me pegó: No son galleros, jodido, esa es la mama la que pinta así, no es el gallo.

¡Qué fenómeno de gallo, perdimos la pelea! Y después Manuelillo me dijo, mirá ese es castigo de Dios, mi gallo ni un tiro hizo, pero te le dio un golpe allí para que muriera tu gallo, porque sos un bandido, ese es un robo que me estabas haciendo, como éramos amigos de Lico Chévez, me decía, eso era como broma, pues. Eso es un robo, me decía Manuelillo.

Y viendo los gallos de antes, comparado con la situación de ahora, ¿cómo la ves?

Mirá, ahora hay competencia en todo, tanto en gallos americanos como en el gallito chispeado que llamamos nosotros, todo mundo tiene gallo bueno ahora. Hace 15 años yo era el mejor, yo llegaba y ganaba 2, 3 gallos y me venía, allá en Los Altos de Masaya, donde fuera; ahora talvez gano 1 y pierdo 2, y a veces gano dos, pero es raro. Y mucha tabla también por la navaja y la zapata que está muy chiquita.

¿A qué crees que se deba que ahora sabe más la gente de gallos?

Yo creo que porque leen la Revista y escuchan la Radio, y ahí vos siempre estás instruyendo a los galleros.

¿Qué necesitamos mejorar los galleros para que se supere la situación?

Mirá, aquí lo que necesitamos nosotros es aplicar el Reglamento Nacional de Gallos de Nicaragua como está, porque hay mucho mañoso. Aquí, el domingo le robaron una pelea al pobre Ronaldo Mora, yo quiero mucho a Ronaldo Mora. Pusieron de juez a un bandido, le dicen “Torito” que es de Río Blanco; pero no es el gallero aquel, sino un hijo de Tito Calvo.

Cuando la pelea empezó el gallo de Ronaldo empezó ganando, a los 5 minutos al revisar la navaja le digo: Ronaldo, ese gallito puede perder la pelea, porque es mañoso, es ladrón, midamos el tiempo, y entonces medimos el tiempo; a los 12 minutos dijo tabla la pelea, se robó la pelea. Por eso creo que hay que poner en práctica el Reglamento de Gallos de Nicaragua.

Heberto Gutiérrez Peña, tiene 45 años de vida y nació en Muy Muy, es la cuarta generación de galleros de la familia Gutiérrez de Muy Muy. Él nos cuenta lo siguiente: “Hombre, estoy en los gallos, desde que tengo uso de razón, porque mi abuelito Ramón Gutiérrez, era gallero, mi papa era gallero; entonces, nací en los gallos, nací en medio de los gallos; mi abuelito tenía una gallera y cuanto jugaba allí estaba yo, me iba con mi papa ya que caminaba, tenía como 5, 6 años.

De niño me acuerdo, porque cuando mi abuelito murió yo no tenía ni 10 años, pero me acuerdo que mi papá y en la finca mi tío Octaviano allí manejaba los sacaderos y los pollos que crecían allá en la finca.

Me acuerdo que llegaban galleros de Las Esquinas, de Estelí; los Vilches de Tipitapa, y llegaba gente hasta de Honduras, llegaba a jugar gente de Matagalpa, de todos lados llegaban a jugar gallos allí.

Estás heredando una tradición familiar con un gran peso de prestigio; ¿cómo se siente como gallero heredar la afición gallera de su abuelo, de su bisabuelo, de su padre?

Orgulloso, incluso llevo hasta el mismo nombre de mi abuelo, porque me llamo Heberto Ramón y mi abuelo se llamaba Ramón Gutiérrez. Me platicaba un tío, que se llamaba Antenor, quien era el mayor, y era solo hermano de padre con mi papá, que el abuelo de él, o sea mi bisabuelo Francisco Saavedra, era gallero y gallero ganador.

Alberto Castellón
Los máximos ganadores de las fiestas patronales de Muy Muy fueron los galleros de Río Blanco.

Les decía a los trabajadores: alisten las bestias y se llevaban los gallos chineados a caballo, iban a matarle al gallo a fulano de tal a Matagalpa, iban a jugar gallos a caballo y llegaban el gallo chineado hasta Matagalpa.

Mi bisabuelo Francisco Saavedra, fue famoso porque tuvo bastante ganado, era hombre fuerte en la zona en asunto de ganadería. Dicen en un libro de historia que llegó a tener más de 20 mil reses cuando no habían cercos, eran sitios, eran llanos; la gente era honrada y si alguien hallaba a una vaca parida con un ternero y sabían que la vaca era de Chico Saavedra, entonces la gente le hacía una seña en la oreja que era señal de él, y cuando habían recogidas él daba los animales y nadie le robaba nada, la gente era bien honrada en aquellos tiempos.

¿Igual que ahora?

No, hermano, ahora no; ahora se lo llevan herrado y con fierro, con seña y como sea le roban el animal; antes la gente era muy honesta.

De todos los hijos de tu abuelo Ramón Gutiérrez, el que es conocido en la actividad gallera es Francisco Octaviano Gutiérrez Molinares. Vos sos de la tercera generación, ¿cómo te sentís?

Bueno, en Muy Muy y en Matiguás, Matagalpa, todo mundo tiene raza ahora, don Mario. Gente que ha traído gallos de Puerto Rico, de Miami, de Cuba, de todos lados han traído gallos y el que no puede conseguirlo a las buenas lo consigue a las malas. Le dicen al mandador: conseguime un huevo, conseguime un pollo, y por todos lados hay raza. Ahora lo que se necesita es preparar bien al gallo, afilar bien la navaja y andar buena navaja, porque todo mundo tiene raza, en el último rincón en la montaña, allí hay raza.

Francisco Octaviano regaló la raza

Octaviano se encargó de repartir toda una buena raza que tuvo hace como 15 años. Le regalaba huevos a todo mundo, la gente llegaba a traer huevos como ir a una pulpería. Regálame 20 huevos, sí hombre llévatelos. Y la gente se los llevaba para Mulukukú, para Siuna, para Copalar, para todos esos lugares donde ahora hay descendencia; incluso mantienen la raza antigua de la que Octaviano ya no tiene la descendencia. Todo mundo tiene de esa raza ahora.

Entonces, ¿qué hay que hacer para ser ganador?

Yo entiendo que en todo juego uno gana y pierde, pero debería ganar más que lo pierde, porque si no uno fracasa como gallero; lo importante es jugar con prudencia, o sea, cuando los gallos están bien preparados, cuando el cuidador le dice a uno: mire están buenos los gallos, ese día hay que salir, no salir porque hoy es la jugada de fulano. O cuando cree que ganó por un tiro de suerte; hoy, en los gallos el tiro de suerte no existe.

El gallo tiene que estar bien preparado en sus condiciones físicas, bien alimentado, y por lo menos si no lo gana lo entabla. Tiene que andar con demasiado tuerce que de entrada le quiten la pata de la navaja para perderlo, pero lo que hay que andar es bien preparado al animal.

¿Qué tipo de gallo es el que más te gusta, Heberto?

Me gusta el gallito cruzado con español, chispeado, como le dicen, que es el que está de moda ahora, un gallito chispeado, un gallo que se mueve y tire al cuello con fuerza y tire rápido. Ese es el gallo que tiene más posibilidades de ganar, porque si usted tiene un gallón que pega en el cuello, pero le tira una patada y aquel le vuela 5, 6, tiene más oportunidad el otro de matarlo; entonces, un gallito rápido y movido hay que andar.

Una bella amante de los gallos

Octaviana María Gutiérrez Madriz, tiene 31 años y un pequeño hijo de nombre Octaviano. No recuerdo cuándo y dónde conocí a esta apasionada joven gallera. De lo que sí estoy seguro es que la vi y oí hacer porras a sus gallos durante el primer “Torneo Nacional de Gallos de Nicaragua en Los Altos de Masaya en 1999”. Octaviana es la hija menor de Francisco Octaviano Gutiérrez Molinares, y quien más acompañó a su padre en las galleras de Nicaragua, antes de su matrimonio.

Doña Octaviana Gutiérrez de Gadea
Doña Octaviana Gutiérrez de Gadea, apasionada gallera de la familia Gutiérrez Madriz. En la gráfica, con uno de sus gallos preferidos.

¿Cuánto te hace falta asistir a las galleras ahora, Octaviana?

Mucho, bastante me hace falta. Bueno, gracias a Dios mi papá casi no me comenta, que tal día hay una buena jugada, pero cuando viene de la jugada, me cuenta fui a tal parte. ¡Ay papá qué alegre! ¿Cómo le fue? !Bien, regular, mal, ahí vamos! Y cuando me comenta que sí, que va a las mejores jugadas, como el “Torneo Nacional de Gallos de Nicaragua” de la Revista, entonces yo estoy va de llamar, lo llamo 10 veces si es posible en la noche, a veces ni me contesta las llamadas. ¡Ahí estamos!

¿A cuántas de las jugadas de la Revista has asistido?

No sé, pero yo pienso que a todas; yo me acuerdo que fuimos a la primera en Los Altos de Masaya.

¿Qué es lo que atrae a una mujer a los gallos?

A mí en lo particular alegría, como que uno se libera del stress de la casa, disfrutás, reís, gozás. Es como que uno se desliga de otras cosas, y estás como querés, es lo emocionante estar ahí, fascinante, alegre.

¿Le ayudabas a tu padre a cuidar los gallos?

Sí, allí había un árbol grandotote y allí yo ponía una tabla y me ponía a rasurar los gallos, yo les cortaba las plumas, y él ya llegaba: ¿cómo vas? Ahí vamos papá; ya te está comiendo ese gallo y nunca terminante; pero si lo acabo de agarrar papá. Engüevate, me decía.

¿Cuántos gallos rasurabas diario?

Uno al día, al siguiente día solo dijo mi papá, para los toques finales que eran, por ejemplo, en la cola. Mi papá le chamuscaba la cola. Yo no se la tocaba, yo solo las piernas y la parte de la pechuga.

¿Crees en la suerte, en la Luna, en el pelo?

No, pues talvez en la suerte sí, porque muchas veces jugamos gallos que nosotros pensábamos que no los íbamos a perder y los perdíamos; entonces decía mi papá: no era su día de ganar, andaba de mala suerte el gallo. Pero en la Luna no; mi papá sí cree en la Luna, él para descrestar un gallo primero preguntaba, revisaba el Calendario, ya buscaba a ver cómo estaba; tal día lo vamos a descrestar; pero por mí cualquier día lo hubiese hecho.

¿Qué es lo mejor que te dieron los gallos?

Recuerdos, amistades, vivencias.

¿Algún día tu padre te dijo no vayas hoy a los gallos?

No, al contrario, por lo general él siempre decía tal día hay jugada. ¿Vamos a ir papá? ¿Vas a ir? Sí; vamos pues; pero él jamás me dijo no vayas.

De las 3 hijas de Octaviano vos sos la única que he visto en las galleras, ¿o me equivoco?

Mi hermana mayor, Aurora, ahora va a las galleras pero aquí en Muy Muy, pero a las galleras de a fuera de Muy Muy, no. La Carmen no va.

¿Y esperás que tu pequeño hijo Octaviano Gadea Gutiérrez, saque algo de gallero?

Yo pienso que sí, porque cada que venimos aquí a la finca, a cada ratito (me dice) ya vengo mamá, voy a ir a ver a los gallos, sale corriendo, se cruza aquí y llega; al ratito viene ya vi los gallos, al ratito voy a ir a ver los gallos nuevamente.

¿Y qué mensajes les darías a las mujeres galleras de Nicaragua?

Que disfruten el momento, eso es lo único que nos queda, disfrutar el momento, estar allí alegre, vivir la vida sanamente.

¿Qué es lo que más te gustaba de los gallos? ¿Darles de comer, rasurarlos, entrenarlos, criarlos?

Rasurarlos, porque los tenía siempre conmigo cerca, cortarle todas sus plumitas; ya los agarraba, los abrazaba, los amansaba. Pasaba prácticamente toda la tarde con ellos.

¿Hay algún gallo en tu memoria?

No, sinceramente no, a todos se quería igual, a todos se les dio buen trato, no hubo un gallo que yo dijera no lo juegue, o lloré porque lo mataron, no. Todos eran iguales, todos se querían, todos se cuidaban.

Solamente creo en el gallo bueno

Clemente Enrique Solari (57), nació en Muy Muy y es gallero por herencia familiar, y nos cuenta de su experiencia: “Yo, desde que era muy niño, salía a jugar gallos con mi abuelito, don Alfonso Membreño, papá de mi papá. Estoy en los gallos desde que eran los tiempos de navaja grande, cuando empecé a andar con mi abuelo.

¿Qué es lo que te han dado los gallos?

Solo emociones, me gusta sentir la adrenalina cuando están los gallos en el redondel, y me gusta cuidarlos también, porque los quiero como a un niño; los cuido, los acaricio, yo los saqué.

¿Creés en la suerte?

No, yo no creo en nada de eso, solo creo en que el animal sea bien fino y bien cuidado. En esta temporada hemos ganado y hemos perdido, pero hemos ganado más de lo que hemos perdido.

La gallera palermo

Doña Helen Ríos, es la dueña de la actual gallera de nombre “Palermo” de Muy Muy. Nos asegura que tiene de estar metida en los gallos desde los 19 años, ahora va por la tercera vuelta. Lo que comenzó como una pequeñita gallerita con ocho tablas y un plástico negro hace dos años ahora tiene mejores condiciones, sobre, todo sus condiciones higiénicas y el restaurante. Doña Helen nos cuenta porqué se montó en el tren de los gallos: “Me gustó equis días, me encontré un enamorado gallero ahí, me comprometí con él, me quedé con él, y me hice gallera.

¿Y quién fue ese dichoso?

El famoso Roberto Lanzas “El Chocoyo”, ¿se acuerda? Me pregunta. Claro que sí le digo. Lo conocí perfectamente. El es el padre de mis hijos, nos dice.

¿Además de “El Chocoyo”? ¿Qué fue lo que le atrajo de los gallos?

Es una diversión sana, y uno se va encariñando de los gallos desde que son pollitos, y uno le va tomando amor desde que nace el pollito, lo va contumeriando y le va tomando cariño, le va viendo el desarrollo, le va viendo el porte que tiene y uno se va enamorando y se va encariñando de los animales y además que es un juego sano, una diversión sana.

Y de sus hijos, ¿alguno salió gallero?

Uno de ellos nada más. A Rommel, a Roberto no le gustan mucho.

¿De dónde le salió hacer una gallera en el pueblo de Muy Muy, y por qué?

Bueno, a mi hijo le encantaban los gallos desde que estaba pequeño; después se fue a los Estados Unidos, tiene 2 años de haber llegado, y él recuerda que andaba detrás de los gallos. Entonces le gustó y se buscó otros amigos que tenían aquí gallos, y se encuentra también con los Heberto Jr., y Heberto Gutiérrez Molinares, y decidieron un día dar una jugadita, unas peleítas. Entonces se emocionaron tanto, les gustó; después miró que toda la gente venía, se acumulaba el montón de gente emocionadísima con las peleas de los gallos. Después, el siguiente domingo, volvieron de nuevo.

Clemente Enrique Solari.
Clemente Enrique Solari.

Yo ya me había retirado hace más de 30 años; entonces pensé, creo que vale la pena, a él le gusta y a mí gustó, entonces hay que apoyarlo. Y así fue que apoyándonos hicimos de la gallerita que teníamos como le contaba, 4 postes, un plástico negro encima y unas banquitas alrededor, no era más nada. Empezamos a meterle y a meterle, y a meterle, y hoy en día es una gallera muy visitada en todo el Norte, y a la gente le gusta mucho, le gusta mucho la gallera.

¿Cuál ha sido la inversión que se ha hecho hasta ahora?

Ni la pienso, sobre todo, lo que pasa es que nosotros le hemos puesto alma, vida y corazón en todo lo que va saliendo nosotros vamos invirtiendo cada día más, porque nuestro propósito es que tanto el visitante, el que le gusta apreciar el juego de los gallos, y el gallero se sientan como en su casa.

¿Cree en la suerte?

Ah, pues claro. Y en el gallo.

¿Y en la Luna?

También en la Luna, sí, sí en todo lo que existe, verdad, sí.

Foto de portada: Don Ramón Gutiérrez Saavedra (izquierda) y sus hijos Francisco Octaviano y Heberto Gutiérrez Molinares, en una foto familiar de hace muchas lunas.

Articulo tomado de la edición Marzo – Abril 2015