
Texto de MSc. Selser Eduardo Tapia C.
La palabra alectriomaquia provine de la etimología griega alectrión que significa gallos. En sentido abstracto, la alectriomaquia se traduce como el arte o pasión por las peleas de gallos.
En la antigua mitología griega existe una leyenda, que relata que Alectrión era un efebo, el joven favorito de Ares y confidente de sus amores con Afrodita. Según cuenta la leyenda una noche en que Afrodita engañaba a Hefesto, su marido, con Ares, éste le había encargado a Alectrión que hiciera de centinela en la puerta del palacio de la Diosa y le previniera a él de la llegada del día. Esa noche Alectrión se adormeció y Helios (el Sol) entró en la habitación de los amantes. Helios muy cercano y amigo de Hefesto, le contó todo lo sucedido, quien llevado por la ira atrapo y envolvió a los amantes en una red y los mostró ante todos los dioses. Ares, en represalia, convirtió a Alectrión en gallo, animal que, recordando su fallo, nunca se olvida de anunciar con su canto la aparición del sol.
Felipe Alejandro «Pipo» Virzi, Hipólito Mejía ex presidente de República Dominicana y el recordado Gabriel Barrios.
La figura del gallo ha sido objeto de admiración de todas las artes, ciencias y disciplinas de la humanidad. El gallo no se limita a anunciar solamente el amanecer y la aurora del día, puestos que denota mucha más inspiración. Para ejemplificar un poco esta aseveración, quiero citar al escritor Fernando Pazos, autor de la obra titulada: La Tradición del “Milagro del Ahorcado y el Gallo” en los caminos de Santiago, quien utilizó la figura del gallo para inspirar su obra.
El autor relata con sus propias palabras que dividió su obra en 2 partes, o quizás dos milagros, la primera parte o el originario del “Pendu Suspendu” o ahorcado suspendido y la segunda parte, con la importancia de la incorporación del gallo.
En esta magnífica obra, su escritor revela porque dio tanta importancia a la figura del gallo, comentando que un día visitó el viejo Cairo, en el Barrio Copto, lugar dónde la sagrada familia se escondió en su huída a Egipto, y el mismo lugar dónde Moisés fue recogido del Nilo por la hija del Faraón. Él, relata que en ese lugar se le acercó un anciano egipcio, que le transmitió una vieja leyenda que explica los acontecimientos de la última cena, en la casa de San Marcos.
La leyenda dice: que se encontraban todos los discípulos con Jesús de Nazaret, haciendo la celebración del “paso”, de la Pascua Judía, que después se convertiría en la “eucaristía del cuerpo y la Sangre de Cristo”. Según su testimonio entre los manjares de la última cena, se encontraba un gallo asado, al que Jesús ordenó que siguiera a Judas (el ahorcado), quien, había salido con pretexto de hacer unas compras. A la orden de Jesús, el gallo asado se irguió y siguió a Judas, volviendo al rato para contarle al Salvador, qué había hecho, dónde estaba y la traición consumada de Judas. De la narración hecha llama significativamente la atención y la intervención del gallo, quién cuenta a Jesús la traición que lleva al ahorcamiento y perdición de Judas.
El recordado Donald Barquero Porras
En la antigua Grecia, la alectriomaquia o las peleas de gallos tenían un manifiesto objetivamente pedagógico, porque, los jóvenes aprendían del valor y del coraje de estas aves para pelear hasta la muerte. Por su parte, el filósofo griego Platón dejó escrito que las últimas palabras de Sócrates fueron: “Critón, le debemos un gallo a Asclepios. Así que págaselo y no lo descuides”. Asclepios era el Dios griego de la medicina. Por su parte, los romanos dividían la noche en cuatro partes: la tarde de 18 a 21 horas; medianoche de las 21 a 24 horas; canto del gallo o gallicinium de las 24 a las 3 horas y la madrugada de las 3 a las 6 horas.
Por tanto a placer y gusto de muchos o pocos, la humanidad siempre ha rendido tributo a la majestuosidad del gallo y no es de extrañarse, que la alectriomaquia se mantenga tan vigente como en el pasado, porque, el gallo es considerado como: “el centinela del aura matutina”.
Foto de portada: Los recordados galleros jinotepinos Fabio Sánchez, Joaquin Ortíz y Enrique «Yico» Sánchez.
Articulo tomado de la edición Marzo – Abril 2015