Galleros de Acahualinca


Galleros de Acahualinca topando una pareja de gallos frente al museo de las huellas.

Texto y fotos de Mario Tapia

¡Voy cien al giro! ¡Voy cien al giro! ¡Voy cien! ¡Aaaaaaa la gran puuuuuuuta broder… te fue bien anoche! Gritó otro aficionado al gallero apostador. Los gritos.

La botella de cerveza en una mano y los billetes en la otra en muchos de los apostadores. La pelea no tardó ni dos minutos. Ganó el gallo madroño que jugaba Marcos Hernández “El Zapatero”. Perdió el gallo gallina. ¡Ese es gallo hijoeputa! ¡A pagar jódido! ¡Caimanes al estero jódido! ¡ A los chilotes jódido!


Marcos Hernández “El Zapatero” a la derecha y Cesar Quintero «El Burgués», pican sus gallos en la gallera de Acahualinca.

Y es que en la gallera “El Pantanal” en las cercanías del famoso barrio de Acahualinca, las apuestas entre los humildes apostadores son de diez a veinte córdobas lo más. Una apuesta de cien es de expectación y de dos mil, ¡¡fenomenal!!.

Durante mi vida de gallero he visto, conocido y estado en numerosas galleras en diferentes partes del mundo y en todas, la pasión, emoción y algarabía del gallero y del apostador es la misma, no importando que la gallera cuente con las mejores condiciones que permite el mundo moderno como las de México o Filipinas – o simplemente sea un redondel humilde construido con cartones de cuatro cajas desarmadas y reforzada con marcos de polines, como la de Acahualinca.

Todas las galleras que han existido en el barrio de Acahualinca han tenido la misma vista panorámica: el Lago Xolotlán. Ahora, sin embargo, la gallera de “El Pantanal”, además de su vista natural también está rodeada de gran cantidad de plásticos extraídos, de entre las miles de toneladas de basura, por decenas de hombres, mujeres y niños que trabajan en “La Chureca”. Después de lavarlos, los plásticos se secan en los alambrados para luego venderlos a las empresas que lo reciclan.

Las aguas del lago y los alambres cubiertos con plásticos, son el primer plano de cualquier visitante a la nueva gallera de Acahualinca.

Antes se subastaban las galleras.

“Antes, las galleras se subastaban en Nicaragua. Cada Municipio tenía derecho a una. En Managua había una –La Central.

Cuando los derechos sobre ella se iban a vender, los interesados acudían a la oficina de la Jefatura Política y ahí donde se fijaba un precio base de 25 a 30 mil córdobas. El que ganaba la subasta, también obtenía el derecho de vender permisos a los interesados de Tipitapa, Sabana Grande, Mateare o Los Brasiles. Ahora es un desorden total. Hay galleras por todos lados y sin ningún control”, nos rememora el Doctor Edmundo Picado Zavala, uno de los galleros más veteranos y de mayor prestigio en la Managua de hoy.

“La primera gallera que yo conocí fue la de El Caimito, donde estuvo el Instituto Nacional Ramírez Goyena, era la única que existía y ahí jugaba todo mundo”, recuerda el doctor Edmundo Picado Zavala. Refiere que su padre, Juan Picado Picado, quien se dedicaba a la compra y venta de madera cerca de Acahualinca allá por los años 40. La Gallera de El Caimito fue construida para los amigos de don Juan que además de carreteros eran gallero. Mi padre fue uno de los grandes galleros de su tiempo, llego a tener 140 casillas llenas de gallos, un cuidador principal y cuatro asistentes”, rememora el Dr. Edmundo Picado, quien ahora a sus 67 años, sigue siendo asiduo asistente y ennavajador en la gallera de “El Pantanal” del barrio Acahualinca.


Edmundo Picado Zavala

500 años de la llegada de colón a Nicaragua.

Este próximo 12 de septiembre se cumplirán 500 años del descubrimiento de Nicaragua y a partir del año 1,523 en que se dio inicio la conquista del país con Francisco (Fernández) Hernández a la cabeza, también llegaron los gallos y las peleas de gallos con los españoles. Sería muy difícil señalar o decir en qué fecha, quienes, cuando o donde se instauró la primera gallera en Nicaragua. Sin embargo, Juan de La Cosa en sus memorias afirma que en León y Granada había grandes galleros y que se realizaban muchas peleas de gallos. Sin embargo, con la persecución religiosa y los curas inquisidores, es de suponer que en los pueblos y barrios más alejados de la vista de las autoridades se jugaban más gallos clandestinamente, a lo mejor, en Managua, Acahualinca fue uno de ellos.

Acahualinca: ocho mil años.

Para la mayoría de los nicaragüenses y especialmente los managuas, Acahualinca es sinónimo de basura, inmundicia, podredumbre o miseria, pero para nosotros es sinónimo de supervivencia. Las huellas de sus primeros habitantes tienen ocho mil años, y ahora frente a la puerta principal del Museo de Acahualinca vive “El Diablo” René Ricardo López Mendoza, humilde gallero de gran fama en las galleras del barrio.


René Ricardo López Mendoza «El Diablo»

Aterrizamos en Acahualinca.

¡Déjelas aquí! ¡Bótelas aquí! (las cajas) Gritaban algunos sobrevivientes, mientras dos más se subían al bomper de mi camioneta para aprovechar el viaje hasta la entrada de “La Chureca”. ¡No hoooombre bájense de ahiiiiií, ¡no vamos a votar nada! Vamos onde “Toñito Acahualinca”!

¡Aaaaaa… si es el “Diablo” el que va ahí! Dijo otro, cuando reconoció a nuestro guía y gallero don René Ricardo López Mendoza, conocido en el barrio como “El Diablo”.

Toñito Acahualinca: es más conocido.

Hoy “Toñito Acahualinca” está muy enfermo, padece del hígado y del corazón, ha vivido toda su vida a la orilla de la inmundicia que significa ahora el lago de Managua y las miles de toneladas de basura de “La Chureca”. Su enfermedad lo ha minado y ha tenido que retirarse de las galleras, aunque sigue siendo el representante con más trayectoria gallística del barrio. “Yo no vivo de La Chureca, aunque tengo un hijo que vive de la búsqueda y la extracción de plástico que luego lo vende por quintal, yo siempre he sido ganadero, vendo y compro ganado”, nos dice don José Antonio García Velásquez conocido popularmente como “Toñito Acahualinca”.

El recordado «Toñito Acahualinca».

Los habitantes de Acahualinca son, probablemente, las personas más humildes y desprotegidas de nuestra capital y del país. En Acahualinca está “La Chureca” el basurero municipal más grande, y donde a diario son depositadas miles de toneladas de desechos y basuras de todo Managua.

Siempre que arriba un vehículo, ya sea municipal o particular, decenas de personas, niños, jóvenes y ancianos corren detrás para ser los primeros en buscar y obtener algo de valor para sobrevivir: plástico, botellas, papel, hierro, aluminio, cobre o bronce. “¡Ya ve usted, ese hombre que arrastra ese carretón, bien lleva sus cinco pesos en plástico!”, me dice don René Ricardo López Mendoza “El Diablo”, mientras el carretonero refleja en su rostro la satisfacción de haber obtenido su primer ganancia del día.

Algunos seres humanos en “La Chureca” luchan hasta con los animales que deambulan, viven y se alimentan de los desperdicios que se botan ahí entre ellos (perros, semovientes y los zopilotes).

Es un cuadro dramático que retrata la pobreza de sus habitantes y la miseria de muchos de nuestros compatriotas expuestos todos los días a las enfermedades y a las desgracias.

Pero ahí en el fin del mundo de Managua también hay galleros y criadores de gallos como don José Antonio García “Toñito Acahualinca”, su yerno Francisco Hurtado Sánchez y sus nietos Arislebel y Melvin Hurtado García. En muchas casas se ven gallos amarrados y en numerosos patios cantan gallos finos.

En Acahualinca hay: gallos, criaderos y galleros.

“Mi papá fue fundador del barrio hace más de 50 años, aquí trabajaba como destazador de cerdo hasta 1979. Somos ocho hermanos: cuatro hombres y cuatro hembras. Sin embargo sólo a mí me gustan los gallos”, afirma José Bismark Acevedo González “El Pájaro”.


José Bismark Acevedo González “El Pájaro” con uno de sus pollos.

En Acahualinca es diez veces más difícil encontrar a alguien por su verdadero nombre, casi siempre sobreviven los apodos a los nombres de pila. Pregunto por “El Pájaro”, “El Diablo”, “El Burgués” o “Chepe Culo” y todo mundo me indica de donde son o donde viven. Además, que en la gallera “El Pantanal” son los más afamados y los apodos se heredan tanto o más que los apellidos. En este barrio son famosos también José Ángel Silva “Ángel Tuco”, José Andrés Silva” Andrés Tuco”.

A Bismark Acevedo González “El Pájaro” me lo presentó hace algunos años el amigo César Quintero “El Burgués” en la fenecida gallera “Larreynaga”, mientras el Campeón Mundial Rosendo Álvarez ennavajaba un gallo con una navaja afilada por “El Pájaro”.

“Me di cuenta que estaba afilando bien cuando en una ocasión un gallero con una navaja afilada mía le cortó todos los dedos a un gallo en el primer disparo. Yo comencé afilando mis navajas, luego llegaban amigos de mi barrio con una o dos o tres navajas para que se las afilara. Luego le estuve afilando por mucho tiempo al Hermógenes Hernández y a su hijo Tirso Hernández. Sin embargo, yo no vivo de afilar, soy conductor en ENACAL pero estoy afilando desde 1994. Ahora si alguien me trae una docena de navajas para afilar, pues ya me gané el pasaje de la semana, sin embargo afilar es mi hobby”, nos expresa Bismark Acevedo “El Pájaro”.

“Nosotros creemos que Bismark, es sin lugar a duda uno de los mejores afiladores que existen en Managua, sino el mejor”.

Aquí en Acahualinca se pelean porque él les ennavaje”, nos dice César Quintero “El Burgués”. Aunque cada ennavajador en la capital cree en lo suyo. En la gallera de Acahualinca todos los galleros buscan el filo de “El Pájaro”. Además, que saca y cría sus propios gallos y se los cuida su amigo René López Mendoza “El Diablo”, para muchos el mejor cuidador del barrio Acahualinca.

Juntos los dos (El Pájaro y El Diablo) a cualquier gallero que se enfrenten les puede salir el diablo aseguran. “Este hombre (El Diablo) a veces no come él por darle de comer a sus gallos”, afirma doña Reyna Patricia Matus García, esposa de René López Mendoza “El Diablo”, quien se ha dedicado toda la vida a echar tortillas, y vive frente a la entrada principal del Museo de las huellas de Acahualinca.

El arte del filo

“El arte del buen filo, es tener una mano de seda, paciencia y delicadeza. Entre más fino es el acero más rápido coge filo. Con acero malo, la navaja queda como serrucho. Aquí en Managua hay buenos forjadores como “Cielito Lindo”.

¡Pero filo bueno, da el “Indio!”. En una ocasión vi cuando Antonio Alberto López “El Indio” puso un pelo en el filo de una navaja afilada por él y lo sopló, el pelo se partió en dos. ¡Eso es filo! Para mí, el filo es el 90% de la pelea. Con un gallo malo pero con navaja con filo le poder hacer un solo tiro a un gallo fino y bueno”, afirma “El Pájaro”. ”Cielito Lindo da buen filo cuando él quiere y al que él quiere” afirma Antonio Alberto López Payán “El Indio”.


Bismark Acevedo “El Pájaro” afilando navajas

“Aquí en el barrio hemos tenido de todo, castadores, hacedores de zapata y fabricantes de navaja como el recordado Edmundo Herrera (quien vivió a pocas cuadra de Acahualinca en la Colonia Morazán y murió hace dos años)”. ‘Nunca he pensado, ni pienso dejar mi trabajo para vivir de afilar. A muchos galleros los engañan con el afilado de sus navajas porque no todos los galleros saben de filo”, afirma Bismark Acevedo “El Pájaro”.

Fabrica de zapatas

Marcos Hernández Mora “El Zapatero”, en el barrio de Acahualinca, no es conocido por la calidad de sus zapatos, sino por las zapatas que fabrica para la amarra de navajas de gallos. En su humilde vivienda del barrio, construida de ripios de madera, pedazos de zinc y láminas de barriles desarmados, el cantar de sus gallos, el cacaraqueo de sus gallinas y el rugir de los camiones que pasan a votar basura a “La Chureca”. Marcos, con el cajón de zapatería en la puerta de su casa, divide su tiempo entre cuidar sus gallos y la fabricación de las zapatas, que en realidad es su verdadero medio de subsistencia.


Marcos Hernández armando un gallo.

“Ahorita mis mayores compradores de zapata son Hernán Solórzano “San Andrés” y Salvador Veroi. Todo mundo me pide zapata de ventaja porque todos los armadores de gallos solamente andan “gancho”, son pocos los que usan navaja honesta. Además, hago guantes, piqueras y pesas. Aunque nací por el puente de León me siento de Acahualinca, aquí vivo desde hace más de cuarenta años. Mi papá era concheño y mi mamá de San Marcos, Carazo. Comencé a jugar gallos hace unos 50 años en la carretera Vieja a León donde don Pastor Sequeira, enfrente de la gallera de Gustavo Flores. Trabaje en panadería ocho años y el resto como zapatero. Hoy mi dedo índice es mi molde, es mi mejor guía para mis zapatas de gallos, las que comencé a confeccionar hace 15 años”, rememora don Marcos Hernández Mora, quien además de hacer zapatas sueltas, ennavaja sus gallos en la gallera de “El Pantanal” en Acahualinca.

Matan 25 cerdos diarios.

“Juego gallos como hobby desde hace 20 años. Aquí en la gallera de Acahualinca en el verano echamos peleas hasta con dos mil córdobas. Me gusta soltar, sin embargo, a mis gallos yo los cuido, ennavajo y curo cuando hay necesidad. El gallero más duro aquí es Francisco “Chico” Sánchez, yerno de Toñito Acahualinca. Pero el primer hobby que tengo es ayudar a trabajar a mis padres que destazan 25 cerdos diarios desde hace 30 años, carne que venden en el Oriental”, afirma don José Zapata, más conocido en el barrio como “Chepe Culo”, y quien tiene raza de gallos de la de Marvin Sevilla y Tarantino y de quien asegura: “Yo le quito a Tarantino lo que quiero”. Don José es considerado por muchos de su barrio el mejor y más echador de gallos de Acahualinca.


José Zapata “Chepe Culo”

Los galleros de acahualinca.

La gallera de Acahualinca ha llevado una vida nómada en el barrio pero sus asistentes casi siempre son los mismos: José Antonio García “Toñito Acahualinca”, Francisco Sánchez Hurtado, José Zapata “Chepe Culo”, Bismark Acevedo “El Pájaro”, René Ricardo López “El Diablo”, Marcos Hernández “El Zapatero”, Rafael Aguilar “Molinero”, Carlos Bermúdez “Cacamba”, “El Policía”, Danilo Sánchez, Guillermo Moreno, Los “Tucos”, Reynaldo López Zapata, Pedro Rafael Villagra Díaz, Michael Solano, Javier Ramírez, Cesar Quintero Castillo “El Burgués” y muchos más.

Edmundo “mundo” Picado Zavala: antes no habia galleros pobres.

“En 1940, mi papá construyó en Managua una gallera del taller de los hermanos King Sing 3 cuadras al lago y media abajo.

Antes no había gallero pobre, los pobres llegaban a macear o eran cuidadores de gallos. Recuerdo que Manuel “Manuelillo” Castillo le cuidó 16 años gallos a mi papá Don Sebastián Castro, papá del “Gato Trompudo”. También le cuido muchos años, a un mejicano al que le apodaban “Carioca”, mi papá cuidaba más de 140 gallos”, rememora Edmundo “Mundo” Picado Zavala, quien hoy a sus 67 años de vida vive en Linda Vista a cinco cuadras de la gallera de Acahualinca donde es asiduo visitante.

“La primera gallera que recuerdo haber conocido fue la de “El Caimito” (donde se construyó el Instituto Ramírez Goyena) y era su dueño el General Fernando González. Recuerdo que llegaba Anastasio Somoza García, y al construirse el instituto se trasladó a Las Piedrecitas y eran sus dueños Los Colorados Alvarado, al construirse el parque, la gallera se trasladó a donde ahora es la Aceitera Corona en donde estuvo unos 10 años, de ahí pasó cerca del cine Managua en el barrio Santa Ana, y luego pasó en donde era el parqueo de los billares de Don Arturo Bone. Finalmente, el carretero Arnoldo Espinoza Construyó la gallera Larreynaga. Mario, ahora no hay gallera buena en Managua a pesar que existen 25. ¡No ves que en el Occidente de Managua nunca ha habido una buena gallera sólo esta porquería de Acahualinca!”

Hoy la mejor de la capital es la de “La Subasta”, afirma el Dr. Edmundo Picado Zavala, quien agrega: “el mejor ennavajador de esa época fui yo. Don Fernando Abaunza (padre de la primera dama Doña Lila T. de Bolaños) no echaba un gallo sino se lo ennavajaba yo”.

Una buena gallera para Managua.

Después del descubrimiento de Nicaragua hace 500 años el 12 de septiembre de 1502, sería imposible enumerar la cantidad de solares, redondeles o galleras que han existido en Nicaragua incluso aún en los escasos 150 años que tiene Managua de ser la capital a partir de febrero de 1852, es muy difícil saberlo.

“Vamos a construir una buena gallera para los managuas, que sea digna de la capital y de los galleros de la ciudad, en donde se puedan realizar eventos gallísticos de gran nivel nacional e internacional”, afirmó a Gente de Gallos el actual Vicealcalde Lic. Evertz Cárcamo.


Gallos en la pesa.

Actualmente existen en Managua aproximadamente 25 galleras, sólo en el distrito occidental tres existen cinco. La gallera de Acahualinca es tal vez la más humilde igual que la mayoría de sus asistentes de todas. Sin embargo, para su dueño José Agustín García, hermano de Toñito Acahualinca – es su mayor medio de vida y subsistencia en donde cobra tres córdobas la entrada y cada domingo vende sus cervezas a los asistentes en su bar improvisado que lo dividen varios hilos de alambres de púas de la gallera.

La gallera de Acahualinca tiene como panorámica al Lago Xolotlán quien es testigo ocular de la emoción que viven todos y cada uno de los galleros que pierden y ganan sus aves de combate en dicho redondel cada domingo, en donde también celebran a Santo Domingo de Abajo con una jugada de gallos.

Articulo publicado en la edición de Agosto del 2002