Texto y fotos de
Mario Tapia
Llegamos temprano, pero no fuimos los primeros, ya había galleros en el lugar. Sus caballos, sudorosos, descansaban amarrados bajo la sombra de arboleda. El calor era insoportable. Los pocos gallos amarrados a sus estacas, miraban hacia arriba con ojos de gallo bravo y otros con asombro. Cada grupo de galleros hacía su tertulia y cuentan con gran descripción las historias de sus gallos. “Ya va a ver, don Mario, se va a poner buena”, me dice un gallero. Es la jugada, en “El Bongo”, de Masachapa.
Entre los concurrentes, muchas caras de galleros son desconocidas, otras no. Mientras tanto, más galleros siguen llegando en bicicletas y caballos, pero la mayoría a pie. También llegan galleros en uno y otro vehículo. Son hombres y mujeres humildes, trabajadores curtidos y sudorosos de los cañaverales, pescadores, pequeños comerciantes y campistos de las haciendas cercanas. Es lunes.
El Juez Alvin Castro le recuerda las reglas a los soltadores en una pelea en “El Bongo”, Masachapa.
A la cinco de la tarde, se oyen los primeros retos entre los galleros. En el sitio no hay redondel, no hay casillas, no hay balanza, ni luz eléctrica. Ya casi son las cinco y media, está oscureciendo rápido. Siguen los retos. Cada adversario busca, toca y chinea el gallo de su posible contrincante, para saber y estimar su peso. La cazada en la gallera de “El Bongo” es al bulto. Media hora después, se escucha… “¡Va la pelea, hay casada! ¡Va la pelea!”, se escucha otra vez. Se había amarrado la primera pelea de la tarde entre un gallo de Héctor “Tum” Sánchez, de San Rafael, y un gallo de Abraham Castillo, de Masachapa.
¡Ah! Pero no contábamos con un gran inconveniente: que no había ennavajadores suficientes, ni muchas navajas. ¿Andas tus navajas, Mario? Me pregunta no sé quién. No, le contesté. No las traje. “Yo alquilo las dos navajas”, dijo alguien. Menos mal, los galleros aceptaron.
Medir el tamaño de las navajas entre los ennavajadores fue agotador e impaciente. Costó y se prolongó más que la cazada de los gallos. Sacaba una navaja un ennavajador, sacaba una más grande el otro, y el acto se repetía de forma monótona. Fue un martirio que parecía no terminar jamás; por fin, se arreglaron. Cada dueño de gallo buscó a alguien que le sostuviera el gallo y un crupié para que vigilara al contrincante, para que no le cambien navaja y le pusiera una más grande o cuchilla de ventaja.
Y es que, hoy en día, las navajas que se usan no son del tamaño y largo de las que vieron colocar Thomas Belt, en Acoyapa, Chontales, Eprhaim Squier, en León, o las que muy bien describió el alemán Wilhelm Heine, en su crónica de “Las peleas de gallos en Dipilto”, Nueva Segovia, Nicaragua, en 1850, las cuales era de cuatro y cinco pulgadas. Hoy, las navajas que se usan en los gallos en el país, son, de una pulgada la más grande o las minúsculas de dos 16 de pulgada, de medida inglesa. Por lo último, ver medir navajas entre dos armadores, hoy en día, es desgastante, bochornoso y aburrido; nadie quiere ceder ventaja a su oponente, aunque sea… un pelo de gato.
Después de grandes debates y discusiones entre los dos ennabajadores y sus “asistentes” sobre el tamaño, forma de las navajas, virtudes y defectos, ventajas y desventajas, por fin, se pusieron de acuerdo. Cada quien se fue a armar su gallo.
Héctor “Tum” Sánchez, estaba en su charco, como en sus viejos tiempos; y Leonel Mejía, armó el gallo de Masachapa. Ahora, el reto estaba planteado entre los gallos y galleros de San Rafael, y los gallos y galleros de Masachapa. Ya era un reto entre caleros y pescadores.
Héctor Rafael Sánchez “Tum”.
Se seleccionó el “juez” improvisadamente, resultando elegido el joven gallero Alvin Castro Sinclair, quien, con toda la autoridad concedida por los galleros, tomó una ramita y rayó el círculo en la tierra seca. La gallera estaba lista y los asistentes también. Todos los aficionados, apostadores y galleros se situaron alrededor del redondel señalado por Alvin, dando forma así, a la lunática gallera, de “El Bongo”, en Masachapa.
La pelea fue casada con 1,500 córdobas. Toda una fortuna para los galleros humildes y la gente pobre del lugar. En el centro, el juez llama a los dos soltadores: Leonel Mejía, soltador del gallo de Masachapa, y Luis Omar Carcache, con el gallo de San Rafael del Sur. Antes de picar sus gallos, la autoridad los llama y los acerca para recordarles las reglas de la pelea y el tiempo acordado: quince minutos.
Luis Omar Carcache, sostiene los dos gallos para saber si pesan iguales. La casada es al bulto, en “El Bongo”.
¡Cojo! ¡Cojo! ¡Cojo! Se escuchó y, también se oyó el ¡pongo! ¡pongo! ¡pongo! Las voces emocionadas y gritos comenzaron a escucharse, también se oían las campanas del vendedor de Esquimo, así como se oía la voz clara de una señora que pregonaba la venta de sus cajetas de leche, quien también observaba de largo la pelea de gallos acompañada de sus dos lindas hijas aún en la pubertad.
El gallo amarillo de “Tum” Sánchez, aparentemente se veía más grande y fuerte, sin embargo, el gallo colorado que llevaba Leonel Mejía, se observaba rojito y con mejor pluma. Comenzó la pelea, la cual se prolongó. Los gritos de las barras por sus gallos preferidos no cesaba, cada apostador azuzaba al suyo. Mientras el tiempo pasaba, el juez miraba su reloj. Llamó una y otra vez al centro, prueba tras prueba. Las voces y gritos se fueron haciendo cada vez más débiles y estériles.
Los dos gallos estaban agotados e impotentes. La sangre brotaba y chorreaba en los cuellos y plumas de los gallos. Los galleros asistían a sus gallos boca a boca. Los dos gallos se habían cortado bien, pero no de muerte. En los minutos finales de la pelea, los soltadores peleaban más que los gallos, se reclamaban mutuamente e insultaban soezmente. Al fin, se oyó la voz del juez diciendo… “Tabla la pelea… tabla la pelea.”
Galleros de todas las comarcas forman la barrera humana para crear la gallera de “El Bongo”, Masachapa.
Pasado unos minutos, mientras se distribuía el dinero entre los apostadores. Se amarró otra pelea entre un gallo “descartado” (según César), del cuartel de Luis Alberto Toruño, contra otro gallo de “Tum” Sánchez, pelea y gallos que corrieron la misma suerte y terminó tabla también, mientras el sol en su crepúsculo guardaba con urgencia sus luces y nos decía adiós. Cada gallero tomó su rumbo entre los cañaverales y se marchó. ¡Traé buen gallo! se escuchó. ¡Nos vemos el próximo lunes, aquí en “El Bongo”, le dijo un gallero a otro, y se marcho también. Terminado así la jugada de “El Bongo”.
Tabla la pelea
Una pelea de gallos tabla ahora, en Nicaragua, es parte de la triste historia de la gallería nicaragüense. Todo mundo cree y piensa que sus gallos son “finos” y juegan solamente a dos líneas, a falta de una buena selección, no saber bien lo que tienen y el dueño del gallo pierde su tiempo; el preparador pierde su cuido y saca, y los aficionados se decepcionan viendo la “puja” entre los dos soltadores y, sobre todo, ver quién hace la mejor trampa. Todo, a falta de un buen gallo y buen seleccionador. Pero no sólo en “El Bongo”, de Masachapa, hay peleas tabla, en estos tiempos las hay en toda Nicaragua, y por docena.
San Rafael del Sur: un pueblo gallero
El criadero en Masachapa, de Luis Alberto Toruño, es uno de los mejores criaderos que existen en este momento en Nicaragua. No sólo por sus estructuras y condiciones para el desarrollo de sus aves, sino por su inversión en tríos, gallos y gallinas de fina calidad, a lo cual se suman un mejor control del casteo y la superación en el cuido.
Todos los galleros de San Rafael del Sur aman y adoran los gallos que tienen; por muy pudientes o humildes que estos sean, el amor por sus gallos, no existe vara para medirlo. Lo mismo abraza con cariño su gallito Carlos José Narváez Tapia o Fernando “El Canelo” Navarrete Hurtado, que Alvin Castro Sinclair, su Assil puro.
San Rafael del Sur, es un pueblo de galleros, en donde cada uno ha tenido menor o mejor época. Hoy, todos los viejos galleros reconocen a don Julio Fernández Tenorio, quien llegó de Santo Domingo, Chontales, a San Rafael del Sur, hace cincuenta años como jugador de gallos. Don Julio Fernández Tenorio (76), recuerda que: “Con los primeros galleros que me vinculé en mi pueblo minero de Santo Domingo, Chontales, fueron don Hernaldo Kuzmann y don Próspero Mejía. Yo vine a San Rafael del Sur, porque jugaba gallos. (Fue) hace cincuenta años y me quedé trabajando con don Alfonso Salvo. Aquí jugábamos con navajón, y más tarde pulgada y media. Hubo buenos galleros en San Rafael del Sur, como Carlos Molina, quien trabajaba en Montelimar, y don Benjamín Mendoza “Mincho Chirizo”, que tuvo una gallera. Los gallos son un deporte y una pasión que dan muchos amigos. Yo armaba y soltaba. Fui un gallero completo: castaba, cuidaba, armaba y soltaba. En una ocasión, llevé diez gallos a una jugada; gané nueve y perdí uno. Hoy saco mis gallos, pero no voy muy largo desde que me accidenté con mi cuñado y “Tum” Sánchez, en un vehículo viniendo de una jugada de gallos, en Masaya”.
Edrulfo Gutiérrez Navarro “El Gato” (67), fue dueño de una gallera en San Rafael del Sur, y llegó de San Marcos, Carazo. Él recuerda: “Soy nacido en Marcos. Mi papá Macario y mi tío Alejandro Gutiérrez Soto, eran galleros. Tuve una gallera en Diriamba, en 1979, se llamaba “La Palma”, luego la desarmé y la trasladé para acá. Llegué a San Rafael hace cuarenta años. La afición a los gallos ya existía; los viejos galleros eran: Julio Fernández, Manuel y Félix “Los Patos”, “Los Chiles”, “Micho Chirizo”, muchos de ellos ya no existen. Hombré, fijate que hay una nueva “nacencia” de galleros, muchachos jóvenes, nerviosos y aficionados totalmente a los gallos como Alvin Castro. Los gallos son bien complejos; hay quienes creen en la suerte y otros en el pelo, yo a veces creo en el pelo bastante. Es determinante la raza; vos podés ir con el pelo, pero si vas a jugar una lora lógicamente que no va a pelear bien. La raza, en primer lugar. La comida, en segundo. La navaja, en tercero”.
Edrulfo Gutiérrez.
Héctor Rafael Sánchez Peralta (62), es todo un personaje de los gallos en San Rafael del Sur y en Nicaragua, tengo toda una vida de conocerlo y ser su amigo, igual que de su hermano Osmán Sánchez. En el mundo de los gallos, Héctor Rafael es nacional y cariñosamemente conocido como “Tum”, quien recuerda: “Vengo de una familia de galleros; mis tíos Juan Rafael, José Dolores y José Ramón Sánchez fueron galleros, muy conocidos en los gallos como los “Micos”. Hoy, las jugadas de gallos en San Rafael del Sur han mermado; antes, en 1972, teníamos buenas jugadas, y venían galleros de Masatepe, La Concha, Villa El Carmen, Samaria; hasta el Roberto “El Chocoyo” Lanzas venía aquí. Hoy, estoy sacando algunos gallos; cuando me gusta algún gallito, le saco sus chocaditas. He comprado gallos para sacar. Después del terremoto, le compré gallos a Armando Zamora; recuerdo que me los daba al fiado. También le compré gallos de navaja larga a “El Chocoyo” y al propio gringo Mister Rolling, en una jugada internacional, en la gallera de Las Esquinas. Después le compré las gallinas a don Joaquín Zavala y Chemita Zavala. A la gallera de Las Esquinas llegaban los mejores galleros de Nicaragua, en esos tiempos, como Henry, Chico Beto y Eduardo Urcuyo Maliaño, de Rivas, y los toleños Herrera, don Miguel Gómez Argüello, Sergio Palma y Moncho Cabrera.”
Mejores los gallos de antes
Héctor Rafael Sánchez “Tum”, nos recuerda que: “Antes te quedabas con la boca abierta de ver un par de gallos pelear. Vos sabés bien eso, Mario. Son pocos los galleros que tienen gallos finos de navaja larga. Ahora no es igual, sobre todo, en gallos de navajón. Ahora no me gusta sacar tanto el gallo de navaja larga, porque los gallos, para poder jugarlos, se vuelan dos temporadas, y aquí nadie juega de esos gallos, tenés que ir hasta Masatepe o a Jinotepe para jugar. Como gallero, me gustan los gallos de navaja larga. Ahora, lo que más hay es un gran entusiasmo de los apostadores en la afición gallera, más que gallos buenos. Si me cantan un gallo con 50 mil córdobas, yo no tengo para echarlo. Yo no sé cómo hacen muchos apostadores para macear tanto dinero. Yo, lo más que voy a un gallo son 500 córdobas. Cuando va mi gallo, lo que tengo lo maceo, no me importa venir de vuelta, vacío. Ahora, en esas apuestas, altas y caras, “hay muchos golpes de estado. A Alvin Castro, le han dado muchos “golpes de estado o gallazos”. Necesitamos una buena gallera. Ahora hay nuevos galleros en San Rafael del Sur. De mis hijos solamente al ´cumiche´ le gusta los gallos”.
Donato Palacios Espinoza, nació en San Rafael del Sur, hace 58 años, de padres masatepinos; él afirma: “Los galleros que recuerdo de El Salto, eran “Chi” Tercero, Julio Molina y Los Rizo. Yo tuve regulares gallos y jugué en equipo con “Tum” y Osmán Sánchez; íbamos mucho a jugar a Managua”.
Donato Palacios García.
En todas las comarcas de San Rafael del Sur existen criadores de gallos; don Alejandro Solís, es uno de ellos, y nos cuenta: “Mi abuelo Remigio Solís, era gallero, mi papá no, pero mis hijos y yo somos galleros. Tenemos una buena cría de gallos en la Comarca Los Solises. Allí nacieron mis abuelos, mis padres, yo y mis hijos. Por eso se llama “Los Solises”. Mis padrotes los consegui en Chinandega. Estoy sacando gallos con cruzas de español y Assil. Actualmente, tengo cuarenta gallos en desarrollo. Juego mis gallos, y me los ennavaja Rodolfo y Mario “Gato” Gutiérrez; otros gallos los vendo a unos galleros hondureños que vienen a comprármelos. Se los vendo pollos a 700 córdobas y jugados a cien dólares. He tenido que aprender a hacha y machete. Un amigo, un día me dijo: aprendé de gallos para que no sigás perdiendo tu dinero. Yo soy comerciante de cal. Yo creo en la suerte, la buena navaja y el buen gallo”.
Alejandro A. Solís.
Osmán Sánchez Peralta (54), es mi amigo de toda una vida: lo conocí en una gallera no sé en qué año; es gallero de familia y nos habla de su familia y los gallos: “Mi abuelo, Juan Sánchez, de apodo “Micho”, era gallero. Mi madre tuvo diez hijos, siete varones y tres mujeres: Pablo, Santos, Vidal, Julio, Mercedes, Maruca, Ana Egma, Héctor Rafael “Tum”, Osmán y Jorge Sánchez Peralta; los tres últimos hemos sido galleros. Necesitamos una gallera de calidad en San Rafael del Sur, turística y con toda las condiciones”.
Osmán Sánchez.
Abraham Rodríguez Moya, nació en Monimbó, cerca del “Molino de mi barrio” hace 56 años, y tiene 47 de vivir en San Rafael del Sur. Ser minusválido, no le impide ir las galleras y amanecer en ellas; él cuenta de su experiencia:”Yo me considero un gallo puro, de dos líneas plana –nos dice en son de broma–; cuando vine a San Rafael del Sur, los galleros eran Julio Fernández, Julio Molina (de Montelimar), Mincho “Chirizo”, Chamberlain, de Managua, y un viejo descalzo, de San Cristóbal, de apellido Coronado, el cual echaba sus gallos con la luna y marea seca, si no, no echaba sus gallos. Ahora, en San Rafael del Sur, los mejores gallos los tiene Alvin Castro Sinclair; él tiene gallos para competir con cualquiera. Antes los tenía “Tum”, eso nadie lo discute, sobre todo, cuando tenía un gallo que lo consiguió con al hondureño Walter Ramírez; ese gallo le dio tremendos hijos. Esos gallos eran como que le daba de hartar cemento con arena, que era una barbaridad, ¡cómo pateaban esos gallos! Ahora no, ya no. Todo el mundo le echa gallo en cualquier gallera. Hasta en “El Bongo” le echan gallo, y les ganan. A mí me fascinan los gallos, puedo ir a la gallera, amanecer y ver 10, 15, 20, 50 ó 70 peleas como en la jugada de la revista, y estoy feliz, me olvido de todo los problemas de la vida y del estrés.”
Abraham Rodríguez Moya.
Gallina que como huevos, ni que…
Fernando Navarrete Hurtado “El Canelo”, en busca de mejor vida se había ido a Costa Rica, y vendió todos sus gallos; hoy está de regreso en San Rafael del Sur. Ya tiene sus primeros gallos, y dice: “En mi familia no ha habido galleros, soy el único, y ya tengo más de treinta años de jugar gallos. Todo el mundo cree que estoy ´chuchón´. Es que, ideay, me fui a Costa Rica y todos los gallos los vendí, y ahora volví… no es grencha, si no juego buen gallo, no juego. A mí no me gusta andar jugando en perreras gallos viejos, como otros. Para mí, los mejores gallos los ha tenido siempre ´Tum´, y ahora que salió ese muchacho Alvin. ´Tum´ siempre ha tenido gallos para jugarlos en donde salga. Yo no ando creyendo en la suerte. Creo en el buen gallo, cuido y buen ennavajador. Gallero bravo aquí, ha sido ´Tum´, y apostadores fuertes Osmán Sánchez y ´Cheyo Conejo´ Hurtado.”
Fernando Navarrete.
Pedro Joaquín Gutiérrez, nació en Masatepe el 20 de julio de 1952; es gallero de familia, como todos los Gutiérrez masatepinos y diriambinos; llegó en 1978 a vivir a San Rafael del Sur, en donde cría gallos en un hermoso patio de su propiedad. Estos son sus recuerdos: “Hoy, 20 de julio, estoy cumpliendo años, Mario. Me fui de Masatepe a Managua de diez años. Me recuerdo de chavalo comprando las gallinas finas en los canastos del Mercado Oriental, de Managua. Cuando pasaba por La Mecatera, por El Guanacaste, donde había un sacadero de Somoza, le pedí al cuidador un pollito chiquito, una gallinita, y me los regaló. De allí comencé a sacar animales buenos, que, incluso, los jugó don Víctor Pavón y Alonso Méndez, en aquellos tiempos, en los años 60. Cuando llegué a San Rafael del Sur, había un equipo de galleros fuertes, que los formaban: Julio Fernández, Héctor ´Tum´ Sánchez, Juan ´Gallo´, un señor Méndez, que ya murió, Ramón Peralta ´Moncho Cuape´, José Peralta, Ramón Rizo, William y Orlando Narváez, de Masachapa. Íbamos a jugar a Masachapa, Villa El Carmen, Loma Alegre, al Madroñal y a Managua. El soltador era William Narváez, y el ennavajador era ´Ponchín´ de la Villa El Carmen. Hoy estoy sacando gallos con mi hijo Pedro Joaquín Gutiérrez Montiel, quien es veterinario. Ahora me gusta más el gallo de navaja corta, porque me gusta probar las razas, porque allí es en donde se prueba el gallo fino. Estamos sacando, criando, cuidando gallos con cruzas de español, shamo y assil. Mi hijo ennavaja. Aquí, en San Rafael del Sur, ¡todos los galleros somos buenos, porque todos vamos a la gallera! ¿Para qué decir eso de uno? Todos llegamos allí y allí todos nos enfrentamos. He jugado buenos gallitos, en una y media y dos líneas. Alvin los ha visto”.
Pedro Joaquín Gutiérrez Quintero, con su gallo “El Monstruo” y su hijo, del mismo nombre, con su gallo “El Cochón”.
Alvin Castro Sinclair, es un joven profesional metido al negocio de la cal y el calcio, tiene 25 años, es hijo de don Hugo Castro Navarro, quien también jugó gallos en sus mejores tiempos. Alvin, por su parte, expresa: “La afición a los gallos y los toros, a mi padre le viene de mis abuelos muy relacionados con el campo y los toros en las fiestas patronales. Soy gallero de familia. La gallería ha crecido. Hoy el que tiene los mejores gallos en San Rafael del Sur, es don Luis Toruño. Lo que tiene Luis Toruño es para envidiarlo; otros galleros representativos son don Julio Fernández, Héctor ´Tum´ Sánchez, Rodolfo Alemán. Pero en muchas comarcas hay galleras y se juegan gallos: los Gutiérrez Sur, Gutiérrez Norte, San Rafael, Masachapa, Pochomil y San Pablo. Yo creo en la suerte como persona. Siempre que uno ande bien le va a ir bien en todo aspecto de la vida. Para mí, el 30 por ciento es suerte, cuarenta por ciento condiciones del gallo y treinta por ciento es la casta del gallo. Me gusta sacar, cuidar y soltar mi gallo. No me gusta ennavajar. Ahora estoy sacando con un gallo puertorriqueño, con gallinas chispiadas de assil. Hoy en día, tanto los galleros viejos, como los galleros jóvenes, están preocupados por mejorar y superar sus razas”.
Alvin Castro Sinclair.
Rodolfo Antonio Alemán, es el mejor ennavajador que tiene actualmente el municipio de San Rafael del Sur; él vive en San Pablo, y nos cuenta: “Mi papá fue un buen ennavajador de gallos de navaja larga. Yo tengo 15 años de ennavajar y creo en la suerte, pues los dos gallos llevan navaja.
Rodolfo Antonio Alemán.
Abraham Castillo Pasos, gallero de Masachapa, afirma: “Mi suegro, Duilio Narváez, me inició en los gallos; hoy estoy metido de lleno.”
Abraham Castillo Pasos.
Los galleros de San Rafael del Sur
Muchos galleros han muerto, otros están retirados por la edad y la situación económica, pero también hay otra gran cantidad de nuevos galleros, como: Noel Gutiérrez, Félix Narváez, Carlos Molina, Juan Sánchez, Benjamín Mendoza, Alonso Méndez, “Micho Chirizo”, “Changuelo”, Juan “Gallo”, “Los Murrucos”, de Gutiérrez Sur; “Coronado”, Juan Rafael, José Dolores y José Ramón Sánchez, Julio Molina, “Chi” Tercero, don Julio Fernández Tenorio, Edrulfo Gutiérrez, Héctor Rafael “Tum” Sánchez, Donato Palacios Espinosa, Alejandro Solís, Rodolfo y Mario “Gato” Gutiérrez, “Chombo” Pato, Pedro Joaquín Gutiérrez y su hijo del mismo nombre, Alvin Castro Sinclair, Marlon Quintanilla, Abraham Castillo, Abraham Rodríguez, Carlos José Narváez Tapia y Jorge Jiménez; Osmar Antonio Solís Gutiérrez y Alejandro Solís, Erling Calero, Freddy Solís, Lester Solís, Jonny Moreno y Mario Gutiérrez, en la comarca Los Solises. En Los Gutiérrez Norte: Alejandro y Lenin Gutiérrez, en Los Gutiérrez Sur; Rodolfo Alemán, Conchito, Rufino y Jaikel, en San Pablo; Abraham Castillo, Leonel Mejía, Kairo Baltodano, Marlon y Paul Quintanilla, Duilio Narváez, Antonio Valverde, Orlando Narváez, Erick “Brujo” Narváez y Martín Barrios, en Masachapa; Alvin Castro, Pedro Joaquín Gutiérrez, padre e hijo, Sergio Hurtado, Hugo Romero, Tito Sánchez, Julio López, Aníbal Silva, Marvin Molina y Juan Gallo; Alejandro, Cruz y Milton Vallecillo, Manuel Matus, “Galleta” y “Chechereque”, en San Cayetano; Félix Pitaya, Eulogio Pitaya, José Medina y Ramón Angulo, dueño de la gallera, en San Bartolo; Sorayda de Jesús Gutiérrez Rueda, Pablo, Ángel y Elmer Solórzano y Erick Narváez; Rodolfo Antonio Alemán, Rufino Gago, Odilio Sánchez, Ernesto José Gutiérrez, Álvaro Sevilla, Alex Córdoba, Jonathan Gutiérrez, Julio Fernández, Concepción Carcache y Jaikel Espinosa, de San Pablo.
Osmar Antonio Solís.
Marlon Antonio Quintanilla.
Carlos Narváez Tapia.
Jonathan Gutiérrez.
Julio Fernández.
En el cuartel «El Predio».- En el orden: Alvin Castro Sinclair, Mario José Quintanilla Baltodano, Jairo Baltodano, Paúl Quintanilla y Marlon Antonio Quintanilla Ruiz.
Carlos Gutiérrez Reyes, Edrulfo Gutiérrez Navarro y Novil José Gutiérrez Reyes.
Sus galleras
San Rafael del Sur, tiene todo para ser una buena plaza de gallos si contara con una buena gallera. Alvin Castro Sinclair, sobre este problema, nos dice: “Actualmente tenemos dos galleras regulares en San Rafael del Sur, La Girasol” y “San Rafael Km. 45”; también está la gallera de Ángel Méndez. Tenemos algunas jugadas tradicionales como la del Jueves Santo, en los Gutiérrez Sur; la del 3 de Mayo, en San Rafael del Sur, y la del 1 de Julio, que se ha convertido en la mejor jugada en los últimos cuatro años. Sin embargo, las galleras no san buenas. Necesitamos una mejor gallera.”
Una gallera municipal
Noel Cerda Méndez, es por segunda ocasión, Alcalde de San Rafael del Sur y tiene entre uno de sus proyectos prometidos en su campaña la construcción de una gallera municipal, y al respecto nos dice: “Mi abuelo, Alonso Méndez, fue dueño de la gallera de San Rafael del Sur; a mi madre, Silvia Méndez Sánchez, le gustan los gallos. Mejor dicho, soy gente de gallos. Queremos que San Rafael del Sur sea un pueblo alegre, de distracciones sanas, en donde la gente pueda participar y recrearse. San Rafael del Sur y sus comarcas son amantes de los gallos. Queremos atraer a los extranjeros no sólo para ir a la playa, a Barceló y estar allí; queremos hacer una barrera permanente para que puedan hacerse corridas de toros. Y junto con la barrera, queremos hacer una gallera turística para peleas de gallos en un centro de recreación con fines turísticos. Pienso que el próximo año, ya tenemos que estar en ese proyecto. Este año ya no pudimos, porque fue un año muy difícil, porque encontramos una alcaldía en condiciones muy deplorables, con muchas deudas. Yo no soy apostador, pero sí soy gente de gallos y de palabra. Vamos a cumplir con la gallera municipal”.
Articulo publicado en la Edición de Agosto del 2009