Una foto histórica de la gallera de Las Esquinas, Carazo. En la gráfica, a la derecha, el recordado Roberto “El Chocoyo” Lanzas soltando un gallo en una jugada internacional.
Texto y Fotos de
Mario Tapia
Roberto «el chocoyo» Lanzas Rocha, llegó a tener hasta 500 gallos en su cuartel en su mejor momento como gallero en su casa de Diriamba. En los años setenta construyó la gallera de «Las Esquinas», en el municipio de San Marcos. Esta gallera dio lugar a las mejores jugadas de esos años y que visitaran criadores ilustres como los norteamericanos Earl A. Rolling, de Louisiana y Holly Peberthon, de Alabama.
Diriamba fue cuna de grandes hombres apasionados a la crianza y juego de gallos como don Benjamín «Mincho» Gutiérrez e Efraín Gutiérrez, don Ramón y don Antonio Quintanilla, quien posiblemente fue el más grande criador de gallos de navaja larga de Nicaragua, «Pacho Sara» Gutiérrez, Francisco Lanuza y don Chano Cruz.
Sin embargo, en la historia reciente es Roberto «el chocoyo» Lanzas, quien hizo de los gallos una pasión, sino también su modus vivendi. «Los gallos le dieron a mi padre todo lo que obtuvo. Vendía sus gallos muy bien y con lo que iba ganando compró sus propiedades; había veces que vendía un par de gallos y compraba una vaca», recuerda su hijo Roberto Lanzas Jr.
Una sociedad de gallos
Roberto «el chocoyo» Lanzas en los años 70 entró en sociedad con don Miguel Gómez Argüello, posiblemente el gallero más apasionado de su época en Nicaragua; hombre multimillonario que incluso tuvo una hacienda en Acoyapa, «Los Gómez», cuyas ganancias eran exclusivamente para invertirlo en sus gallos.
Cristóbal García cuidador y ennavajador diriambino arma un gallo en la jugada en honor a San Sebastián. Sostiene el gallo Edgardo Narváez “enchilada”.
La sociedad la conformaban además don Julio Pataky, Rodolfo Jeréz, Juan Bautista Sacasa y Gabriel Levy. «Todos los martes y jueves topaban los gallos. Recuerdo que Julio Pataky llegaba a las topas con media docena de grandes mangos que se comía durante observaba las misma», señala Roberto Lanzas Jr. La sociedad anterior trajo en esos años centenares de gallos de los mejores criaderos de Estados Unidos.
Una gran liga de gallos
«Yo fui juez interlocal en la liga de los años 70, contratado por el cubano José Sánchez, quien era dueño del motel «El Chico», de Estelí. Me pagaban 250 córdobas por seis horas de trabajo de las doce a las seis de la tarde. Si me pasaba de la hora me pagaban más. La liga la formaban: Estelí, Muy Muy, Masaya y Las Esquinas», recuerda el gallero y juez don Donald Barquero Porras.
Además que participaban los galleros de León: Troilo Sánchez, Ramón Cabrera, Sergio y Donald Palma y Merceditos Pichardo, y los chinandeganos: don Pablo Ubilla Vaca y Enrique Baranovicht. A las jugadas memorables de Las Esquinas, asistían también galleros internacionales como: Ramberto García, Raúl Holl, Jaime Echeverry, Tito y Hugo Pellmam, de Honduras y los salvadoreños Ricardo Escalón y sus hermanos.
Por Muy Muy jugaba don Carmen y Ramón Gutiérrez, por Estelí, don Ramón Kontorosvky, Pereira y Don Pió y Paulino Castellón, por Masaya, Fernando Abaunza, Juan Cabrera, Edgar «Gara» Delgadillo, César «Pucha» Vega y Lolo Sánchez.
Además jugaban gallos en la liga Silvio, Pastor y Chico Midence, don Carlos Arguello, Luis Carrión Montoya y Hernán y Héctor Barquero Gutiérrez.
El chocoyo: hombre gran conocedor de los gallos y cabalero
«El chocoyo vivía de los gallos. Sacaba mucha ventaja a los gallos. Cría en cábala, siempre llevaba cinco gallos o diez a la gallera. Se ponía la misma ropa para ir a los gallos», afirma don Alonso «el pollo» Reyes Quezada, quien cuidó y jugó gallos con Roberto Lanzas durante 15 años.
Alonso “El Pollo» Reyes Quezada.
Su Hijo Roberto Lanzas Jr. afirma: «El día que mi papa iba a los gallos, dejaba las puertas de las casillas de sus gallos abierta y, por otro lado, ese día no le pagaba ni prestaba a nadie; lo anterior lo hacia él día antes o el día después. Él decía que era mejor devolver una pelea que perderla.
Ganaba la pelea desde la balanza. Su primer carro, un gran Torino, se lo compró a Rodolfo Jerez, con la ganancia de sus gallos en El Salvador».
Se llevaron todo
«Señora déjeme esos huevos que están echados, le dije. No, me respondió, aquí llevo también la gallina», recuerda Alonso «el pollo» Reyes cuando en 1979 la gente saqueó la casa de Roberto «el chocoyo» Lanzas y se llevó los gallos y todo.
Roberto «el chocoyo» Lanzas, se había ido a Honduras, en donde siguió viviendo de los gallos. Ahí jugó gallos con Samuel Kontorovsky. Roberto Lanzas, antes de morir de hepatitis B, el ocho de Agosto de 1995. A los 65 años de edad realizó dos viajes semanales desde Honduras a Nicaragua para traer todos sus gallos, gallinas y rejones.
Prohibió a sus hijos jugar gallos
«Mi padre nos involucró a todos en los gallos. Cuando tenía la gallera de Las Esquinas, todos los hijos trabajamos en ella. Mi hermana María del Socorro se encargaba de la comida, Aldo del bar, Martín y Chico Lanuza Jr. de la puerta y yo en la caja. Sin embargo, a todos nos prohibió jugar gallos por las calenturas», afirma Roberto Lanzas Jr.
Los gallos que Roberto «el chocoyo» Lanzas, trajo de Honduras, quedaron en Carazo y en Rivas cuando le sobrevino la muerte. «Henry Urcuyo Maliaño, me dio doce vacas por los gallos y las gallinas. El Doctor Sigfrido Herrera me compró 24 gallinas y con ese dinero hice un plantío de café que hoy le llamo el gallinero. Su estuche de navajas mi padre aún con vida unos días antes de su muerte se las regaló a Hildebrando «checho» Blandino», recuerda Roberto Lanzas Jr.
Doctor Sigfrido Herrera
Diriamba pueblo de grandes galleros
Si Roberto «el chocoyo» Lanzas fue gran jugador, don Antonio Quintanilla Silva, quien vive en Houston, Texas, fue el más grande criador de gallos de Diriamba, don Antonio se dio el lujo de ir y escoger los mejores padrotes de los mejores criadores de Estados Unidos. La calidad, casta y belleza de sus gallos, es recordada hoy en día todavía e incluso algunos aseguran mantener sus líneas como el amigo chontaleño Néstor «Cara de Candado» Lanzas.
Muchos galleros ya pasaron a formar parte de la casa de Dios, otros están retirados. Sin embargo, cabe destacar a los galleros Ramón, Rodrigo y Antonio Quintanilla, Francisco «Pancho Sara», Oliver Gómez, el gorgojo Gutiérrez, Efraín y Mincho Gutiérrez, Francisco Lanuza, Edmundo «El Negro» Chamorro, don Chano y Chandinga Cruz, César Argüello, Bigamy Gutiérrez, Roberto Rappaciolli, Livio y Jesús Bendaña, Jimmy Valle y la Mapi.
Sin embargo, también hay que agregar a sus galleros activos encabezados por Francisco Jiménez, Edgar López, Sigfrido y Arsenio Herrera, Sebastián y Cristóbal García, Francisco Lanuza Jr. Jaime Murillo, Alejandro Romero, Tony Parrales, Hugo Artola, Ariel Velásquez, don Isaías, Dadonin, Dimas, Bladimir y Freddy Parrales, Ramón Arevalos, Juvenal Rodríguez, Salvador Porras «Boloy».
Arsenio Herrera.
Cristóbal García.
Hay galleros también en San Vicente entre ellos: Medardo Sánchez, Juan Sandino, Jorge Parrales, Isabel y Teodoro Mercado, Cándido, Crispulo, Carlos y Marcos García y Elder Tapia, a los que se suman una nueva generación de galleros en todo el municipio.
Jugar gallo es muy caro
«Ya se acabaron aquellos galleros ricos que habían en Diriamba. Jugar gallos es muy caro, es un juego caro. Hay que dejar pasar año y medio, casi 20 meses para jugar un gallo. Cuanto no invertís? Con tantas enfermedades ahora te quedan unos cuatro. A mi los gallos no me han dado nada, sólo pobrezas. Eso sí muchos amigos y amistad y trato con galleros», señala don Francisco Jiménez, una de la reliquias galleras de Diriamba, quien comenzó jugando gallos en Somoto cuando era mensajero del telégrafo en esa ciudad.
Hoy los galleros de Diriamba somos pobres
«Soy gallero por herencia de mi padre y ya tengo 15 años de estar metido de lleno en los gallos. Sin embargo, ahora los gallos en Diriamba están en manos de gente humilde y pobre. Hay buen gallo en la zona, yo he invertido algún dinero en los gallos y ahora tengo unos cincuenta gallos. La mejor época de los gallos fue la de don Roberto «el chocoyo» Lanzas. Él fue un personaje de los gallos de Diriamba y de Nicaragua», afirma Sebastián García Gutiérrez.
Sebastián García.
Desapareció el café y el poder económico
En 1848 se sembraron las primeras plantas de café en Diriamba y ya para 1900 existía en la ciudad gran auge económico que se reflejaba en el desarrollo de la ciudad y también en los gallos. «Recordé que al desaparecer el café desaparece el poder económico en Diriamba.
Además tener gallos es caro, y hoy somos muy pocos los galleros y con muchas limitantes. En los gallos gana el que asiste mejor a su gallo, el que da de comer mejor a sus gallos en desarrollo», afirma Edgar López Bendaña, quien de sus 50 años de vida tiene 40 de andar en los gallos.
Edgar es de los que sueña en que algún día habrá en Diriamba una gallera municipal como la de Los Altos de Masaya o la de Estelí, aunque talvez ya no la vea, pues a ninguno de sus hijos le gustan los gallos. «El mayor es profesional de buena posición económica, pero (el gallo) sólo en la sopa le gusta», afirma Edgar López. «En Nicaragua se ha perdido mucho la caballerosidad, hay muy poco respeto en las galleras. Yo viví muchos años en Panamá y a la gallera llegaba el vice-presidente a jugar gallos como un gallero más. Hoy, en Nicaragua hay muchísima afición y los galleros han aprendido y saben más de gallos, pero creo que necesitamos recobrar lo anterior.
Edgar López.
Por otro lado es innegable que la revista cultural Gente de Gallos ha influido grandemente en la superación por los consejos, técnicas y métodos que ofrece y los galleros los tenemos a la mano e incluso mucha gente humilde son conocidos ahora no sólo en el mundo de los gallos, sino en toda la sociedad y en el mundo, pues la revista está en todas partes», expresa Edgar López.
Vivir de los gallos ha descompuesto el ambiente
«Hoy igual que antes, mucha gente tiene esa misma afición pero se descompone el ambiente por alguna gente que quiere vivir de los gallos, o sea, que allí se descomponen, pues de los gallos no se puede vivir. Además, hay mucha envida e irrespeto en los gallos, el ser humano está lleno de eso, es uno de los males de nosotros. Recordá Mario, que el gallo es motivo de orgullo personal», afirma el Doctor Sigfrido Herrera.
Don Víctor Herrera Silva fue un hombre humilde y de trabajo que todas las mañanas sacaba sus gallos a asolear y que heredó a sus hijos Sigfrido y Arsenio la pasión por los gallos. «Mi papá era un gallero a la antigua, creía en el pelo y la luna, tenía sus cábalas y por las mañanas observaba el excremento de sus gallos, la fortaleza de sus papaloteos antes de llevarlos a la gallera. Siempre tuvo 20 gallos en cuido», recuerda el Doctor Herrera.
Arsenio Herrera y Humberto Tapia pican sus gallos durante el torneo en honor a San Sebastián en la gallera El Guayacán, Carazo. Observa el juez Alcides Cortes.
Galleros de la historia de Diriamba
«Si hablamos de gallos en Diriamba Roberto «el chocoyo» Lanzas es el primero, no hay otro, y como criador don Antonio Quintanilla. El Chocoyo Lanzas, fue conocido en todo Centroamérica e incluso lo mandaron a traer de los Estados Unidos para ennavajar gallos. Eso no es a cualquiera», afirma Edgar López.
De los gallos no se vive
«En Diriamba siempre siguen habiendo galleros. Pero ahora ha decaído debido a que hay galleros que quieren vivir de los gallos y para mí de los gallos no se vive, los gallos para mí son un hobby y no un negocio del cual voy a ganarme la comida de todos los días. La mayor ganancia que me dejan los gallos es la satisfacción, orgullo y emoción de ganar un gallo con todas las de ley. Si en el pasado hubo grandes galleros, hoy el gallero más destacado de Diriamba es el Doctor Sigfrido Herrera, quien juega gallos por amor a sus gallos», nos dice Jaime Murillo.
Jaime Murillo.
«Los gallos han perdido honestidad y efervescencia. Ahora hay un dinero cuantioso en la pata de los gallos y es cuando el país está más pobre», afirma Dadonin Parrales «Mister Rolling»
Dadonin Parrales “Míster Rolling’’ forja una navaja en su pequeña fábrica en San Vicente, Diriamba.
El juego de gallos un arte
«El juego de gallos no es una ciencia, cuando mucho se acerca a un arte. En primer lugar el círculo debe cerrarse para una buena crianza, seleccionar bien y buen proceso de preparación, pues el gallo es un atleta. He traído muchos gallos, algunos comprados, otros me lo han regalado mis amigos. Creo que no hay que enamorarse mucho de todas las crianzas, pues no todo lo que viene de afuera es bueno. Hoy hay raza por todas partes, cualquiera tiene un gallo importado o le pone una chapa a un gallo. Por otro lado la revista cultural Gente de Gallos ha desarrollado mucho conocimiento sobre el gallo y la cultura», señala el Doctor Sigfrido Herrera, gallero y médico de gran prestigio nacional.
Los rolling de San Vicente
Don Isaías Parrales Gutiérrez, hoy tiene 70 años de ellos 55 de estar metido de lleno en los gallos. Tuvo ocho hijos cuatro mujeres y cuatro varones -todos galleros- y viven de los gallos.
Isaías Parrales “Míster Rolling”.
Hoy él y sus hijos son conocidos como los «Mister Rolling» de San Vicente, Diriamba, apodo acuñado en la gallera de Loma Linda, del difunto «Manuelillo».
Con los gallos crie a mis hijos
«Desde muy chavalo me fui a trabajar a las haciendas de café de los Chamorro en Diriamba. En 1960 me dediqué a criar gallos de navaja libre para venderlos y vivir de eso. Mis primeros padrotes me los vendió Cerón, luego mi compadre Roberto «el chocoyo» Lanzas, me prestaba los padrotes. En esos años vendía mis gallos a los galleros de Chinandega, León y Managua a 40 y 50 córdobas, vendía dos y regalaba uno. Los gallos me dieron la comida de mis ocho hijos. Hoy también se puede vivir de los gallos sabiendo jugar. Yo con los gallos crié a mis hijos», expresa don Isaías Parrales.
Roberto “El Chocoyo” Lanzas.
Las mejores navajas de Nicaragua se hacen en Diriamba
«Hice como 200 navajas antes que sirviera la primera, eran navajas de tres cuartos. La primera que sirvió se la vendí a Humberto Tapia de Jinotepe. Estoy haciendo navaja desde 1986 cuando había una escasez de navajas en Nicaragua y la demanda era bastante», nos dice Dadonin Parrales.
Si hay alguien conocido como gallero y hacedor de navaja en Nicaragua es Dadonin Parrales «Mister Rollling». Con 18 años haciendo navajas y tratando de aprender todos los días Dadonin ha logrado hacer en su humilde casa del caserío de San Vicente, su pequeña empresa y fábrica de navajas Rolling.
Hoy cuenta con un pequeño horno para darles el temple a sus navajas, El homo marca ERC, se lo envió su hermana Vany Parralles desde en California, le costó 1200 dólares, hoy no se da abasto por la demanda que tiene de sus navajas.
«Mi hermana es la culpable de que esté haciendo navajas. Hay dos formas de templar una navaja, una artesanal y otra técnica. Yo creo que mi navaja compite con la navaja mejicana en calidad y acero. Todos los días aprendo algo y estudio metalografía. Estoy haciendo cien docenas anuales. Mis mejores clientes son los nicas residentes en Miami», afirma Dadonin.
En la pequeña empresa de hacer navajas, también laboran seis jóvenes de San Vicente a los que les gustan los gallos y quieren aprender a hacer navajas, entre ellos Mauricio García, Darwin «Calapanga», Tomás Ortiz. Además apoyan a Dadonin en la pequeña fábrica su esposa María Eugenia Martínez y su hijo Aldair Parrales. «Yo estoy curado de la envidia, ojalá estos chavalos aprendan», afirma Dadonin Parrales.
Esperan tiempos mejores
Igual que todos los galleros nicaragüenses los diriambinos esperan tiempos mejores. Para la mayoría de ellos, estos años han sido de las «vacas flacas», ahora esperan que otro mejor gallo les cante, para salir adelante.