Selección de reproductores

Texto de
Ing. Eduardo Pérez Bandejas
Fotos del Criadero Los Tapia,
Masatepe, Nicaragua

Si usted piensa que la adquisición de animales ideales para cría es fácil, está equivocado. No sueñe ni se engañe a sí mismo. No importa cuánto dinero gaste, o a cuántos eventos de gran categoría haya asistido, o a cuántos de los mejores galleros conozca, su posibilidad de obtener reproductores ideales en su primero, segundo o tercer intento es baja.


Ing. Eduardo Pérez Bandejas

Puede sacarse la lotería con el primer boleto que compre, pero lo más probable es que no; sin embargo, no se desanime ni se rinda, pues la perseverancia es uno de los primeros requisitos que debe tener todo criador.

El mejor o peor criador pueden ser iguales durante 364 días del año; cuando ellos difieren es en el día número 365, el día que seleccionan sus reproductores.

La clave del éxito radica en la selección de los reproductores, en la habilidad que se tenga para seleccionar las mejores aves y aparearlas adecuadamente, tratando de obtener los mejores resultados posibles. Independientemente de la capacidad personal, de la intuición y gusto de cada criador, hay algunos elementos reconocidos universalmente que se deben tomar en cuenta al realizar la selección de los reproductores.

Palabras perniciosas

Antes de entrar en materia, es conveniente mencionar y analizar dos palabras profundamente arraigadas en nuestras mentes, que llegan a perjudicarnos más que todas las otras causas juntas. Estas palabras son raza y puro. Evite ambas como si fueran plagas. Estos dos términos han arruinado las esperanzas de muchos criadores entusiastas, y si puede olvidarlos, habrá dado un paso adelante en sus operaciones de cría.

Cuando usted escucha una plática entre criadores, de inmediato se da cuenta que es una obligación pregonar sobre las bondades y características de las diferentes razas a las que pertenecen sus aves, y se refieren a ellas como si estuvieran hablando de una sustancia estable y uniforme, tal como cloruro de sodio, o nitrato de plata, o algo similar.

Es imposible que se refieran a un gallo o gallina sin que se le etiqueten -es de raza alacranes voladores o avispas pintas, o algo similar- como si al presentarlos así quisieran mostrar su excelsitud, y el no hacerlo fuera ofensivo para las aves y un desprestigio para el criador.

La verdad es que con mencionar una raza no podemos describir las aves que tenemos. A ninguno de los grandes criadores les ha importado el nombre de las razas, porque saben que muchas de las así llamadas ni siquiera han existido, y si alguna vez existieron, los animales actuales tendrían casi nada de los originales.

Los nombres de las razas los han cultivado y ensalzado los comerciantes; aquellos individuos que quieren hacer creer que poseen gallos de gran calidad mediante el uso de nombres de criadores destacados, y no basándose en la calidad de los gallos que crían, sin ponerse a pensar en el daño que con ello hacen al aficionado.

Yo les aseguro que si alguien dice tener gallos Whitehackle, en realidad no tendrán ni el uno por ciento de los auténticos que se criaban en Inglaterra. Todo lo demás que se diga serán mentiras adornadas con retórica para engañar a los ilusos.

Somos muy afectos a llamar Hatch a todos los gallos patas verdes, y lo hacemos como si ese hubiera sido el prototipo de las aves criadas por el señor Sandy Hatch. No van a ser pocos los desilusionados al saber que el 95 por ciento de los animales criados por el señor Hatch eran patas amarillas o blancas, y solamente e1 5 por ciento restante eran patas verdes, los cuales descendían de una línea desarrollada por el señor Thompson, de Long Island, Estados Unidos, que consiguió Hatch con la señora Thompson después de que murió su esposo.

Es más, los actuales gallos patas verdes en nada se parecen a los que criaba el señor Hatch; pues aquellos, aunque muy finos, eran lentos, poco cortadores y de escaso vuelo.

Quien llevó a los patas verdes a niveles de exelsitud fue el señor Ted MacLean, criador portentoso que tuvo que abandonar la cría de gallos cuando se le desarrolló una alergia a la pluma que casi lo dejó ciego. Y lo hizo cuando prácticamente era invencible. De ahí proceden los llamados MacLean Hatch y los Blue Face, estos últimos originados a partir de un gallo y una gallina que este eminente criador regaló a un amigo. Y nuevamente debemos decir que los gallos criados por Ted MacLean eran muy diferentes a los actuales gallos patas verdes.

También solemos pregonar que nuestros gallos son de raza Kelso, sin saber que el señor Walter A. Kelso no originó ninguna raza, ya que él criaba a base de familias, igual que Ted MacLean, y tal vez sea por eso que llegó a ser un criador tan destacado. Cuando John Madigan murió en el año de 1942, heredó la mitad de sus aves a Kelso y la otra mitad a Bill Japhet, quedando en manos de estos dos individuos tres de las estirpes más apreciadas y deseadas de su época: los Texas Ranger, los Claret y los Perfection Grey.

Más de lo que cualquier criador pudo haber tenido en su poder para mantenerlos sin mezclar sangre extraña, pero no Kelso. Él asentó en un escrito “inmediatamente empecé a infundirles sangre nueva a las gallinas de Madigan”, para lo cual utilizó las mejores aves que tenía, tratando de obtener las características que le gustaban. Kelso tenía muchos corrales experimentales de cría. Algunas personas aseguran que cada año realizaba más de cien experimentos diferentes, y sólo se quedaba con aquello que consideraba plenamente satisfactorio, con lo que trabajaba tratando de establecer familias.

Entre todas esas familias sólo hubo tres que sobresalieron por su calidad, a las cuales les llamó Oleander Red (Kelso participaba en los torneos con el nombre de Oleander, por llamarse así su criadero), Out and Out y Brokewing.

Con estos gallos ganó muchísimas competencias, llegándoseles a considerar como algunos de los mejores de su época.

Ahora díganme los que pregonan tener raza Kelso, ¿aún piensan que sean una raza? Serán afortunados si realmente tienen animales provenientes de uno de los muchos corrales de cría de Kelso, pero ¿de cuál? Desengáñense, la raza Kelso nunca existió y tampoco han existido muchas de las llamadas razas.

El daño que implica usar nombres de razas, es que lleva a conclusiones erróneas a muchas personas, que llegan a pensar que pueden obtener los mismos buenos resultados que ha tenido un criador prominente, simplemente por usar aves que tienen el mismo nombre. Lo más probable es que esas aves no estén emparentadas ni en un cinco por ciento.

El que dos personas tengan aves de la misma raza, en nada se parece a que tengan coches o televisores de la misma marca y del mismo modelo, ya que estos son producidos por una sola compañía bajo condiciones uniformes de material, tecnología y maquinaria. A todos nos consta la evolución continua que han tenido los televisores y coches debido a los adelantos técnicos y científicos, dando como resultado que un televisor considerado como la maravilla del siglo, en el momento de fabricarse, en poco tiempo se le desecha por obsoleto y es sustituido por otro mucho más avanzado y funcional. Si esto sucede con los aparatos y máquinas, ¿qué cree que suceda con los animales?

Otra más, galleros. Supongamos que Pedro y Juan obtienen dos tríos exactamente iguales y, por lo tanto, de la misma raza. Si después de diez años Pedro y Juan enfrentan sus gallos, lo más probable es que uno aplaste al otro. En este caso los dos tienen la misma raza, pero ¿de qué sirve?, ¿por qué esa diferencia? Muy sencillo; porque uno es buen criador y el otro no, y de nada sirvió tener animales de la misma raza. Así que olvídese de los nombres de razas: ellas no implican calidad.

Una gran cantidad de tiempo es usado y perdido en tratar de revivir… de sostener nombres de razas que están destruidas. Imposible. Recordemos y tengamos presente que no importa lo que los gallos de un criador hicieron hace cincuenta, veinticinco o diez años, lo que cuenta es lo que están haciendo ahora.

Un gallo fenómeno de hace cincuenta años nada tendría que hacer frente a los gallos actuales, que son el resultado de programas de cría evolucionados, de sistemas de alimentación mejorados, de instalaciones y equipos adecuados y de criadores profesionales que dedican el ciento por ciento de su tiempo a producir guerreros más eficientes, que tenga la capacidad de ganar más fácil y rápidamente sus peleas. Críe de acuerdo a los hechos actuales y no en base a la historia, o en nombres de razas.

La calidad de los descendientes se determina más por quien interviene en el último apareamiento, que por quienes lo produjeron hace treinta o cincuenta años. La ley de Galton nos dice que la contribución que cada progenitor aporta en la composición genética de un individuo varía en la forma siguiente:

* 1/2 de los padres,
* 1 /4 de los abuelos,
* 1/8 de los bisabuelos
* 1/16 de los tatarabuelos, y así sucesivamente

Aunque esto no es absolutamente cierto, como se vio en el capítulo de genética, sí nos sirve para darnos una idea del proceso y explicarnos el porqué en un tiempo relativamente corto se puede criar malo a partir de bueno y bueno a partir de mediocre.

Esto usted lo sabe, como también sabe que el ir en un sentido o en otro depende exclusivamente de la capacidad que el criador tenga para seleccionar sus reproductores y hacer los apareamientos adecuados.

La otra palabra que debe olvidar es puro. El diccionario nos dice que puro significa sin mezcla, y esta definición encaja perfectamente en el campo de la genética.

Si observamos la naturaleza y estudiamos las leyes que la rigen, podemos ver qué difícil es encontrar algo puro. Uno de los conceptos más sencillos que se pueden estudiar para analizar si hay o no pureza es el de los elementos químicos. Es claro que en ellos sí existe la pureza y podemos hablar de oxígeno, cloro, plata, cobre, sodio, etcétera, comprendiendo que nos referimos a ellos como algo que no está mezclado, que es puro. Si mezclamos el cloro y el sodio puros, obtendremos el cloruro de sodio químicamente puro (comúnmente conocido como sal). Sin embargo, hay que estar conscientes que la sal que consumimos en nuestros alimentos no es el cloruro de sodio químicamente puro, sino que contiene otros elementos o sustancias además del cloro y el sodio. Para obtener el cloruro de sodio puro es necesario realizar un proceso mediante el cual se eliminen todas las moléculas extrañas al cloro y al sodio, y esto sólo lo pueden realizar expertos que tengan a su disposición un laboratorio con equipo sofisticado y mediante el uso de alta tecnología.

Gallo Brown Red, de Enrique Suarez, en el Criadero Los Tapia, Masatepe, Nicaragua

Con lo anterior nos podemos dar cuenta que para obtener algo puro es necesario conocer con exactitud de lo que se parte, lo que se requiere, la tecnología que se debe utilizar y disponer del equipo necesario. En el gallerismo, aunque quisiéramos conocer y disponer de todo lo dicho, la realidad es que lo único que sabemos es lo que se quiere: que sean animales puros. Sin embargo, en la actualidad esto es imposible, porque no existe la tecnología para conocer la composición genética de un gallo o una gallina, y mucho menos otra tecnología que nos permita eliminar los genes indeseables, para que sólo los deseables sean transmitidos a la descendencia. Repito, esto es imposible.

Genéticamente se le llama puro a un animal cuando es ciento por ciento homocigoto en todos sus genes, y hasta la fecha la humanidad no tiene noticias de que haya existido alguno. Pero vamos a suponer por un momento que fuera posible producir un gallo y una gallina puros y, por lo tanto, idénticos genéticamente. Estos animales sólo nos servirían si fueran perfectos, porque siendo puros transmitirían con absoluta seguridad toda su composición genética a los descendientes y, en consecuencia, sus características. De esta forma obtendríamos descendientes que serían calcas, imágenes idénticas del par original, y así permanecerían para siempre. Sin embargo, debemos reconocer que nunca han existido animales perfectos que nos pudieran servir como punto de partida. Siempre habría algo que quisiéramos mejorarles, lo cual sería imposible, ya que la pureza nos tendría sujetos y actuaríamos bajo condiciones estáticas y no dinámicas, para hacerlos evolucionar de acuerdo a las necesidades que exige la calidad de los adversarios.

Hay personas que afirman tener aves puras y que así las han sostenido por veinte o treinta años. Desde luego que esto no es cierto, pero nuevamente supongamos que lo fuera. Esas aves tendrían fijas las características que en esa época eran importantes y les permitían ganar la mayoría de las peleas. Realmente eran sobresalientes y casi invencibles en su tiempo. Su misma pureza los habría mantenido sin cambio alguno y desde entonces seguirían peleando idénticamente.

Sin embargo, los hechos demuestran que no es lo mismo un gallo de hace cincuenta años, que otro de hace veinte años, ni otro de hace diez años que el actual. Yo creo que de diez gallos actuales que pelearan con otros tantos de hace cincuenta años, los actuales ganarían nueve de las diez peleas, si no es que las diez. Entonces, ¿de qué nos serviría tener gallos puros de hace cincuenta años? De nada. Es más, nos perjudicarían porque nos estarían llevando al fracaso.

Ya mencionamos la vertiginosa evolución que han tenido los televisores. Los actuales difícilmente tienen algún componente de otro fabricado hace diez años. Ahora tienen circuitos integrados, controles automáticos, control remoto, microchips, cristal líquido y otra cantidad de detalles que ni se soñaban anteriormente. Estos avances se han logrado por la necesidad que tienen los fabricantes de mejorar sus televisores, y así ofrecer al público un producto superior al de sus competidores. Es claro que este progreso ha sido posible gracias al uso de tecnologías más avanzadas, de mejores materiales, de equipo sofisticado de producción, pero sobre todo, al deseo inquebrantable del ser humano por progresar y mejorar lo ya existente.

Nosotros, al igual que estas compañías, debemos evolucionar para poder competir sin desventaja ante rivales que se han olvidado de la pureza y han encaminado sus esfuerzos a la obtención de gallos más eficientes y de mayor calidad.

Creo que todos hemos utilizado la palabra puro. Sin embargo, a medida que nos hemos capacitado también hemos comprendido nuestro error. Nos dimos cuenta que si queremos utilizar una palabra que indique una familia probada, la cual ha sido criada sin o con poca mezcla de sangre extraña, en la que todos los individuos se ven y desempeñan en forma semejante, que tienen mayores posibilidades de tener composición genética similar y que han estado así por varias generaciones sin importar su origen, debemos utilizar la palabra consanguíneo. Este es un término mucho más apropiado y significativo. La parte referente al origen puede ser la más difícil de aceptar, pero se puede tener una familia excepcionalmente buena que haya sido producida de orígenes múltiples. De cualquier forma, la palabra consanguíneo tiene un significado preciso, mientras que puro no dice nada.

Desde luego que para erradicar el término puro, si algún día se logra, pasará mucho tiempo y costará mucho trabajo. Esta palabra está profundamente arraigada en la afición y manifiesta claramente la ignorancia de su significado. El problema de usarla es el daño que hace a los criadores que se apoyan en tal término, y confían en las aves así llamadas para transmitir consistentemente las características por las que son notables las aves producidas por un criador prominente.

Eso de que una raza ha permanecido pura por más de cincuenta años es cosa de locos o mentirosos, y los que así lo afirman están cometiendo un fraude. Es seguro que las aves han sido cruzadas una y otra vez, y el perpetuador no tiene la honestidad de admitirlo. Si las aves criadas a partir de un trío aún existieran puras después de cincuenta años, serían animales deformes, débiles y temblorosos, que solamente serían aptos para una exposición y no para un palenque, y cualquier persona con Sentido común preferiría comprarle a otro criador que esté ganando y cuya honestidad lo haga admitir que ha refrescado la sangre cuando ha sido necesario. Cuando una persona consigue animales de un criador prominente, después se refiere a ellos como puros, lo cual es una locura. El que ambos lados de la cría vengan de la misma fuente no hace puros a los descendientes, y tenga la plena seguridad de que si el criador es honesto, no describirá a su cría en tales términos. Lo más probable es que el criador tenga media docena o más de corrales de cría en su granja; algunos estarán más y otros menos emparentados; algunos serán consanguíneos y otros cruzados, pero lo cierto es que no hay dos de ellos iguales y que ninguno es puro.

Entonces, ¿cómo pueden ser puras las aves que usted consiguió con él y, por lo tanto, ser capaces de transmitir características con certeza infalible?

Han sido muchas las personas que me han preguntado si tengo gallos puros, y cuando les digo que no, que lo que tengo son gallos consanguíneos, de inmediato bajan las alas y reflejan su decepción. Ellos van por animales puros y no se llevarán nada que no sea puro. Yo respeto su opinión y los veo partir en pos de lo que buscan, sabiendo que nunca lo encontrarán, aunque a la vuelta de la esquina siempre haya una persona que asegura tener aves puras de todas las razas para satisfacer cualquier necesidad.

Selección

Hay que enfatizar lo suficiente sobre la importancia de la selección inteligente de los reproductores. En lo que a cría respecta, es uno de los factores más importantes y pocos criadores se dan cuenta cabal de lo que con ella se puede lograr. Hay criadores que producen ganado sin cuernos, caballos sumamente veloces o bien sumamente fuertes, gallinas que ponen más de 365 huevos al año, vacas que producen más de 50 litros de leche diariamente, etcétera, y todo gracias a una selección inteligente.

Los animales son un material maleable que se puede trabajar fácilmente para lograr el objetivo deseado, mediante selección adecuada y crianza paciente.

Se puede decir que la selección es el acto mediante el cual ciertos individuos de una población son preferidos sobre otros para la producción de la generación siguiente. Hay que recordar que por la selección no se producen nuevos genes, pero sí se propicia la tendencia a reducir los indeseables y aumentar la frecuencia de los deseables. Así, el principal efecto genético de la selección es cambiar la frecuencia de los genes propiciando la tendencia a aumentar la homocigocidad de los genes deseables en la población.

La selección es de dos tipos:

a) Natural, o debida a fuerzas naturales.
b) Artificial, o debida a la decisión del hombre.

La selección natural es un proceso complicado en el que diversos factores determinan la cantidad y calidad de los individuos que se reproducen. Sin embargo, podemos decir que la fuerza principal que obra en esta selección es la reproducción del mejor dotado, con lo que se logra eliminar la aparición de los genes nocivos que existan en la población.

Si analizamos el comportamiento de la fauna silvestre, notaremos un sabio equilibrio entre las diferentes especies que ahí se desarrollan. En este medio mueren todos los animales débiles y sólo sobreviven los fuertes, que serán los encargados de reproducir la especie.

La selección artificial es el producto de la decisión humana, en la que el hombre determina los individuos que han de producir la siguiente generación.

Como antecedente de este tipo de selección, mencionaré que en la segunda mitad del siglo pasado el investigador inglés Francis Galton, padre de la biometría, estableció y difundió una nueva teoría sobre la aplicación de las leyes biológicas de la herencia al perfeccionamiento de la especie humana, a la que llamó Eugenesia, término derivado de la palabra griega Eugenia, que significa bien nacida.

Esta teoría se basa en la selección de los progenitores con el objeto de aumentar la descendencia de los individuos mejor dotados, y limitar o eliminar la de los deficientes en algún aspecto. En forma resumida se puede decir que Galton sostenía el criterio de que sólo hay dos conjuntos de factores que intervienen en el desarrollo de cualquier ser humano:

1) Los hereditarios, proporcionados por los padres;
2) Los ambientales, en los cuales se desarrolla el individuo.

Así, una diferencia entre dos individuos en una determinada característica, puede ser el resultado de:

a) Una diferencia en la herencia,
b) Una diferencia en el medio ambiente,
c) Una combinación de diferencias en los dos conjuntos de factores.

Yo creo que si Galton hubiera sido criador de gallos de pelea hubiera destacado notablemente, pues desde hace un siglo captó algunos de los aspectos más importantes en esta actividad, como son: herencia, selección, Medio Ambiente y regresión a un comportamiento promedio, el cual veremos posteriormente.

Aunque esta forma de pensar tuvo algunos seguidores durante algún tiempo, en la actualidad carece de adeptos por contraponerse a la libertad y moral humana. Sin embargo, en lo que a la mejora animal se refiere sí tiene validez, por lo que debemos aplicar los conceptos mencionados en forma adecuada. Cualquier progreso que los criadores esperen hacer mediante la selección, dependerá de la habilidad para reconocer aquellos animales que posean un potencial genético superior. Estos animales superiores deben ser apareados juntos para producir una descendencia superior.

La única forma que tenemos en la actualidad para evaluar la clase de genes que posee un animal, es el juicio de las manifestaciones del individuo y de sus parientes. La figura siguiente señala los parientes que tiene un individuo y sobre lo cual puede basarse la selección.

Las formas posibles de selección son:

1. Selección individual, que consiste en seleccionar a los animales reproductores basándose totalmente en méritos individuales.
2. Selección por árbol genealógico o pedigrí, la cual se basa en los méritos de los ancestros del individuo seleccionado.
3. Selección familiar, que se apoya en el estudio de los parientes colaterales.
4. Selección basada en pruebas de descendencia o pruebas de progenie, que consiste en estudiar la calidad de la descendencia.

formas posibles de selección

Selección individual

Debido a que existe cierta variación en la habilidad combativa de una familia consanguínea y uniforme, aun entre hermanos, creo firmemente en seleccionar los sementales por su actuación durante la pelea. Las diferencias pueden ser pequeñas, pero existen. Recuerde que los buenos peleadores son producidos a partir de ganadores.

Hay un promedio para toda la familia y cuando aparea un gallo puede estar criando con un animal sobre el promedio que mejorará la cría, o con un gallo bajo el promedio, con el cual va cuesta abajo. La cría no permanece estática y es mejor ir cuesta arriba en uno por ciento, que cuesta abajo la misma cantidad. Es peligroso seleccionar un semental tan sólo por su apariencia, y para cualquier persona es muy incierto adivinar únicamente por el aspecto cuál de entre seis u ocho hermanos es el mejor.

La única forma de diferenciarlos es viéndolos pelear a todos, y si pretende producir gallos buenos, entonces sólo críe con los más poderosos e invencibles.

A mis sementales quiero verlos ganar, pero ganar rápido y avasalladoramente. No quiero decir que deseo verlos ganar en la primera volada, lo cual es probable que sea tanto suerte como habilidad, pero sí quiero verlos ganar contra un gallo de primera clase, que esté en manos de un gallero de gran capacidad. Quiero verlos que derriben a su oponente en dos o tres tiros y luego lo acaben con furia. Un gallo que toma demasiado tiempo para batir a su rival puede ser superado, ya sea porque el oponente lo mantiene a raya o porque sea mal peleador. También me gusta ver que mis gallos se recuperen y ganen después de ir perdiendo, y aprecio a los que ganan con coraje; pero la clase que quiero perpetuar es la de aquellos que son tan buenos que pueden ganar como les dé la gana.

Lo que se quiere en las aves es efectividad y eficiencia para matar, así que críe con este propósito y seleccione los gallos que han probado ser buenos para matar. Deje que sus hermanos demuestren su ley y capacidad para recuperarse y ganar peleas largas, y sólo críe con el gallo que sea lo suficientemente bueno para mantenerse siempre al frente.

Antes de decidir si un gallo es buen peleador y se pueda usar como semental, considere la clase de gallos a los que les ganó. Todos se ven bien cuando van ganando, por lo que ganarle a un maleza tiene poco mérito. Si su gallo ganó en un compromiso contra un gallero competente, entonces sabrá que su ave derrotó a un auténtico gallo de pelea y no a un pato.

Otra razón para criar con gallos peleados es que no se puede conocer bien al gallo si no lo ha preparado para la pelea. La gallera es un lugar ideal para estudiar sus aves. Algunos gallos siempre están contentos, con buen apetito y activos. Son sólidos en constitución y fibra y no se alteran al cambiarlos de condiciones, ambiente, alimento o cuando viajan. Algunos gallos tímidos y esquivos pelean bien, pero tienen algunas características que no es bueno perpetuar. Visite la gallera después de las peleas. En este momento los gallos están relajados, adoloridos, maltratados y cortados. Haga sonar el alimento en una taza y observe qué gallos permanecen inmóviles y cuáles, tal vez más heridos, se abalanzan, bailan, cacarean y comen con apetito. Estos últimos tienen vitalidad, resistencia y coraje, por lo que su semental deberá escogerlo de entre ellos.

Críe a partir de los gallos que pelearon brillantemente y que ganaron sin necesidad de sacrificar su constitución en el esfuerzo.

Selección por árbol genealógico

El árbol genealógico o pedigrí es un registro de los antepasados de un individuo que están relacionados con él a través de sus progenitores. En algunas ocasiones la información contenida en un árbol genealógico son simples nombres que no nos dicen nada, pero cuando cada uno de los nombres está acompañado de información completa sobre el individuo, la situación es completamente diferente. El árbol genealógico es de gran utilidad para seleccionar a los reproductores. Al usar el árbol genealógico para fines de selección, se debe dar mayor valor a los antepasados inmediatos, pues el porcentaje de genes aportado por los antepasados de un individuo se reduce a la mitad en cada generación, como se vio anteriormente.

El árbol genealógico es tan valioso como el comportamiento de un individuo, ya que sirve de ayuda para normar criterios cuando dos o más animales son similares en lo individual, y uno tiene un pedigrí más satisfactorio que los otros. También es útil para la identificación de familiares superiores.

El criador debe evitar conservar individuos sobresalientes cuando provienen de antepasados mediocres. La idea es conservar individuos superiores que provengan también de ancestros que fueron sobresalientes. Al seleccionar sus reproductores debe estar seguro del pedigrí de éstos. ¿Está grabado en roca o en mantequilla? ¿Sus ancestros fueron de una estructura sólida y firme o solamente temporal? Hay animales que por tres o cuatro años acaban con todo lo que se les ponga enfrente, para luego derrumbarse y caer nuevamente en la oscuridad. Generalmente es una cruza afortunada que produce excepcionales resultados, y mientras los padres viven no hay ningún problema, pero al morir éstos se derrumba la cría al no poder perpetuarse ellos mismos. Si se crían consanguíneamente producen correlones, y si se crían hacia atrás a cualquier lado, el encanto de la suerte se pierde y los descendientes no ganarán peleas como los originales.

Así, antes de que se establezca con una familia, asegúrese de que ésta haya funcionado satisfactoriamente con el mismo estándar por lo menos durante diez años, y que durante ese tiempo haya producido gallos que parezcan iguales, peleen igual y que siempre hayan permanecido así.

Si cualquier sangre mala está ahí, es seguro que aparecerá en forma incrementada conforme pase el tiempo.

Selección familiar

Los parientes colaterales son aquellos que no están emparentados directamente con un individuo como antepasados o como descendientes. Son los hermanos, hermanas, primos, primas, tíos, tías, etc. Cuanto más cercano sea el parentesco con el individuo estudiado, más valiosa es la información que puede proporcionar. Una información familiar completa da una idea bastante exacta de la clase y combinación de genes que probablemente posee un animal.

No críe por la sola actuación de un individuo, sino por la actuación de toda su familia, y en especial de sus hermanos. Vea el historial de éstos y asegúrese de que se encuentren por encima del promedio de la familia. Pudiera darse el caso de tener un brillante ganador de varias peleas, pero cuyos hermanos sólo hayan ganado difícilmente una que otra. Por otro lado, puede tener un grupo de hermanos no tan extraordinarios como el ganador anterior, pero que todos sean uniformes en comportamiento y actuación y estén por encima del promedio. Indiscutiblemente que se debe criar con el más sobresaliente de estos hermanos, pues hay que partir del más destacado de la mejor familia, y no de un individuo sobresaliente de una familia mediocre.

Selección basada en pruebas de PROGENIE

Esta selección es la única segura, al menos en la primera generación, ya que estamos seleccionando los reproductores por los resultados que dan. Aquí ya no hay dudas y calificaremos a cada individuo por la calidad de sus descendientes. En otras palabras, vamos a lo seguro.

Las pruebas de progenie o descendencia son muy útiles para determinar caracteres que sólo se expresan en un sexo, tales como la producción de leche en las vacas, de huevos en las gallinas, o la calidad de un gallo de pelea. Aunque el toro no produce leche, ni el gallo pone huevos, ni la gallina pelea en un palenque, son ellos los portadores de genes para estos caracteres y aportan la mitad de la herencia de cada descendiente. Todas las selecciones mencionadas anteriormente son importantes y necesarias para la obtención de reproductores de calidad excepcional.

Todas tienen ventajas y desventajas y no hay ninguna que pueda aplicarse independientemente de las demás. Por ejemplo, el pedigrí es la primera información disponible, pero no nos da ninguna garantía de calidad en aquellos animales seleccionados basándose en él; la selección familiar tampoco nos asegura el éxito por el sólo análisis familiar, pues puede darse el caso que escojamos al peor animal de entre toda la familia; la selección individual es muy aventurada, ya que siempre existe el peligro de seleccionar al único animal bueno de una familia.

Así visto, la prueba de progenie es la única segura, pero tiene el inconveniente de que no se pueden destinar todos los animales a la cría, y además hay que esperar hasta ver pelear a los descendientes para poder evaluar a los padres.

Creo que lo más adecuado es seleccionar un animal: excepcionalmente bueno en lo individual, ver si esta respaldado por un árbol genealógico sólido, y estudiar y analizar el desempeño de sus parientes colaterales para saber si todos actuaron en forma similar. Si hasta aquí todo ha sido satisfactorio, entonces ya podemos utilizar ese animal como reproductor y esperar a que pase la última prueba, la de progenie. Los animales que aprueben serán destinados a perpetuar y engrandecer la familia, pues ya se tiene la plena seguridad de su potencial genético. Ahora pasarán a formar parte de ese reducido, selecto y sagrado grupo de los llamados reproductores probados. Posteriormente hablaremos ampliamente sobre estos animales probados.

Al seleccionar la gallina reproductora también se aplican los puntos anteriores, con la variante de que en la selección individual deberá limitarse a sus características físicas y de comportamiento, ya que ella no actúa en los palenques. Para contrarrestar este hecho, es necesario que el análisis de las otras formas de selección sea más estricto, y de hacerse así, tenga la plena seguridad de que hará una selección correcta. Si siempre realiza estos tipos de selección para sus reproductores y no se desvía, usted verá que consistentemente irá progresando y cada vez se acercará más y más a su ideal.

No quiero terminar esta parte, referente a la selección, sin hacer una recomendación que considero importante. Sea objetivo. El progreso que un criador puede lograr depende, en gran parte, de su capacidad para seleccionar buenos reproductores y esta capacidad dependerá, a su vez, de los objetivos y propósitos que tenga en mente al iniciar su programa de cría, de forma que pueda trabajar hacia esas metas sin desviarse. Si el criador no tiene una meta definida y cambia constantemente sus objetivos criando con cada gallo sobresaliente que vea, no podrá esperar mucho progreso, aún después de varios años de cría.

Al descubrir un gallo excepcional, lo primero que debe hacer es ver si encaja dentro de sus objetivos. Posteriormente deberá estudiar a sus ancestros y familiares colaterales para analizar si el comportamiento de todos tiene cabida en sus planes y, por último, observar a sus descendientes y decidir si son lo que desea, lo que busca, lo que tiene en mente.

Si es así, felicidades y adelante. Pero si no, elimínelo y busque otro que sí pueda darle los animales que está buscando. En una de tantas le pegará al premio mayor y entonces podrá continuar a partir de ahí. Una vez que lo haya logrado no piense que podrá sentarse a descansar el resto del camino; por el contrario, deberá ser tan cuidadoso en la selección de sus reproductores futuros, como lo ha sido en el pasado.

También es indispensable que lleve registros exactos y detallados, pues son esenciales para aumentar las posibilidades de acierto del criador en la selección de reproductores. Los registros de las batallas son los que cuentan la historia y nos indicarán, de acuerdo con los resultados, qué camino seguir, sin necesidad de adivinar.

Por medio de estos registros podemos saber quién es quién y, al igual que en el béisbol, si queremos conocer a los mejores bateadores, los registros nos lo dirán y no la opinión de los aficionados. Además, los registros no sólo dicen lo que el individuo ha hecho, sino también los méritos de sus parientes. Los datos guardados en la memoria se hacen confusos con el tiempo, y las personas que mantienen así su información, a la larga tienden a seleccionar descendientes de su favorito, que es el que más fácil recuerdan. Este procedimiento tan peligroso es practicado frecuentemente, a pesar de que en cada generación la descendencia resulta inferior. Para evitarlo, lleve registros.

¿Dónde encontrarlos?

Ahora que conocemos los diferentes conceptos que se deben tomar en cuenta para seleccionar a los reproductores, es cuando realmente empiezan nuestros problemas y trabajo. En estos momentos usted estará diciendo: se han puesto tantos requisitos para una ave de cría apropiada, que no encontraré una entre cien que reúna todas las cualidades que se han especificado. Bueno, usted es muy conservador, porque en realidad lo más probable es que sea una entre varios cientos que procedan de familias bien criadas. Llegado a este punto, usted seguramente se hará la misma pregunta que yo me hice: ¿dónde voy a encontrar estos animales? La respuesta sería la misma que para la pregunta: ¿dónde encontrar un tesoro? El tesoro puede estar en cualquier lugar. Desde luego que si usted lo busca inteligentemente tendrá mayores posibilidades de encontrarlo. Lo mismo se aplica para los reproductores que busca. Yo los he estado buscando continuamente y tendré que seguir haciéndolo el resto de mi vida. Algunas veces estarán en nuestros propios corrales, otras veces los conseguirá con un amigo, algunas más con criadores destacados y también podrá encontrarlos en lugares poco conocidos.

Dar con estos animales es cuestión de suerte, ya que por su sola actuación y aspecto usted no puede saber si ellos poseen los genes esenciales que permitan transmitir sus características a los descendientes. Busque, busque y siga buscando, en una de tantas encontrará el tesoro.

¿Cómo conseguirlos?

Un granjero insistirá en conocer la calidad de la semilla que utilizará para la siembra, y usted debe hacer lo mismo para sus aves. Frecuentemente el granjero tiene más suerte con la semilla que él mismo produjo que con cualquier otra que pueda comprar de otras regiones del país.

Hasta donde le sea posible evite comprar aves de cría de anuncios. Indiscutiblemente que muchas aves excelentes son anunciadas, pero a usted le sería beneficioso ver personalmente a sus futuros reproductores en acción, pues usted es el que va a hacer la cría. Base su selección sobre lo que vea en lugar de sobre lo que lea, y así estará seguro de que las cualidades de las aves se ajustan a sus objetivos y no a los de otros criadores.

Después de que el principiante haya visto doscientas o trescientas peleas en grandes eventos, sabrá más acerca de las peleas de gallos que lo que aprendería en diez años comprando y probando esto y aquello y peleando contra otros principiantes.

Ahora tendrá una idea definida del tipo de gallo que realmente le gusta, sabrá qué criadores producen consistentemente gallos de gran clase, habrá decidido sobre los puntos de vista del estilo de pelea de los gallos que piensa ganarán la mayoría de las peleas, y ya tendrá una preferencia por cierta familia de gallos. Una vez decidido lo que se quiere, lo más difícil es conseguir los animales, para lo cual existen dos formas: por comprar y por regalo.

En el primer caso es necesario que usted platique con el dueño de las aves que le gusten, y si las aves que usted quiere están a la venta, entonces la tarea es más fácil.

Si usted tiene los medios para pagar por lo mejor, no hay problema; pero si no los tiene, entonces ahorre todo lo que sea posible para que pueda pagar cualquier cantidad, tratando de conseguir lo mejor. Ningún criador va a vender uno de sus favoritos a precios ordinarios. Un hombre puede tener cincuenta gallos que gustosamente vendería, y cuatro o cinco que no quiere vender. Hágale una oferta por uno de esos que no quiere vender, pero hágala tan alta que no pueda rehusarla.

Hay una sentencia norteamericana que dice: por 15 dólares se consigue un gallo que vale 15 dólares; por 100 dólares se consigue un gallo que puede valer 500 dólares. El precio no hace mejor a un gallo, pero sería tonto esperar a que le den los mejores a precios bajos.

Si usted se ve obligado a comprar reproductores de anuncios porque le sea imposible ir a verlos, entonces es conveniente que primero investigue sobre la solvencia moral y honradez del criador, así como de la calidad de las aves. Vea que ese criador haya sido un triunfador constante durante muchos años y que sus triunfos no hayan sido llamarada de petate. La mayoría de los criadores que se anuncian son honestos y le dirán exactamente lo que tienen; se esforzarán en elegir las aves que valgan lo que usted pague por ellas. Pero también puede darse el caso contrario. Hay unos pocos que teniendo buenos gallos adquieren los de otros para enviarlos cuando les llegan pedidos.

Empiece con lo mejor que tenga el individuo al que le va a comprar y se ahorrará algunos años de trabajo. Ningún criador en su sano juicio venderá aves probadas, y me refiero a las probadas que dan bueno, porque también hay otras probadas que dan malo, pero al final de la temporada tendrá más gallos de primera clase de los que se necesita para la cría, los cuales no necesitará pelear nuevamente para mostrar sus exelcitudes y el criador estará contento de disponer de ellos. Esos animales serán los selectos de los sobrevivientes de entre unas diez o veinte veces su número.

Las gallinas valiosas son más difíciles de conseguir que los gallos. En este caso, lo más conveniente es tratar de persuadir al criador para que le venda hermanas o parientes cercanos de sus aves probadas, procurando que sean pollas bien desarrolladas o gallinas jóvenes.

Sin embargo, tenga presente lo siguiente: un criador puede esforzarse en mandarle lo mejor que tenga, y sus hijos pueden resultar mejores, iguales o peores que ellos, ya que el criador no puede controlar ni sabe la composición genética de cada animal que le envía. Sólo un hombre con muchísima buena suerte obtendrá campeones mundiales del primer envío que le hagan o el primer apareamiento que efectúe. Esto a usted ya le consta.

La segunda forma de conseguir los animales es por regalo. Es una peculiaridad del gallerismo que la amistad y buena intención sean más poderosos que el dinero. Desgraciadamente no es posible ser amigo de todos los criadores que tienen aves de nuestro agrado, por lo que es inevitable la compra.

En mi caso, las familias que actualmente crío son descendientes de pies de cría que me regalaron algunas finas personas y amigos, y algo más que he tenido que comprar.

Relataré la forma tan especial en que conseguí unos reproductores cuya estirpe conservo y pienso perpetuar mientras siga criando.

Por invitación de un amigo asistí a unas peleas de gallos en el estado de Texas, Estados Unidos. Entre los gallos que pelearon hubo cuatro que me parecieron extraordinarios y al preguntar sobre ellos resultó que todos eran de una persona que estaba presente. Sin embargo, tenía pocas esperanzas de conseguir algo, ya que el criador no vendía ni una sola pluma. Me presenté con el señor y le hice saber lo mucho que admiraba sus aves, a la vez que lo felicitaba por su calidad de criador. De inmediato me dijo que no vendía ningún animal, a lo cual respondí que eso, ya era de mi conocimiento, pero que siendo tan pocas las ocasiones en que uno tiene el gusto de ver gallos de tal calidad, no había aguantado las ganas de hacérselo saber. Para sorpresa mía, en ese momento me invitó a que al día siguiente visitara su criadero, lo cual acepté gustosamente. Durante la visita platicamos ampliamente y me extrañó mucho que me hiciera tantas preguntas sobre mis conceptos de la cría. Ya casi para terminar el recorrido me quedé viendo atentamente un gallo y le dije: creo que usted tiene de los mejores gallos que pueden existir, pero ese que está ahí, que ni remotamente es el más bonito, a mí me parece uno de los mejores. El señor soltó la carcajada, pero casi instantáneamente se puso serio y me preguntó: ¿qué le hace suponer eso?, a lo que conteste: sólo intuición. Yo siento que ese gallo tiene que ser excepcionalmente bueno, y no me pregunte el por qué, ya que ni yo mismo lo sé. Lo único que sé es que lo siento. El señor se quedó pensativo y me dijo: ese gallo ha ganado cuatro peleas y en dos semanas peleará la quinta. Es uno de mis favoritos para dedicarlo a la cría, pues además de su calidad, está respaldado por un pedigrí limpio y por la calidad indiscutible de sus hermanos y parientes cercanos. Lo invito a que lo vea pelear; yo sé que le gustará mucho. Regresé el día de las peleas y efectivamente me gustó muchísimo su forma de pelear. Era una auténtica máquina de combate, con un espíritu de pelea excepcional y cortador como pocos. No era un gran volador, pero volaba lo suficiente para siempre estar arriba de su oponente. Sus tiros eran un portento de puntería y cuando tuvo a su oponente en el suelo supo rematarlo dignamente con un ataque y una furia que asombraban. Terminada la pelea tomó el gallo, se dirigió a donde yo estaba y me dijo: es suyo. Mi sorpresa fue tan grande que no supe qué decir, pero mi semblante habló; irradiaba felicidad. Le agradecí su generoso regalo y le dije que esperaba tener la capacidad suficiente para saber aprovechar dignamente tal animal, a lo que me replicó: yo sé que sí la tiene. En la plática del otro día me cercioré de ello. Saliendo de aquí vamos nuevamente a mi granja; quiero que con el gallo se lleve dos gallinas que ya le escogí. Gracias Don Magin Rivas (q.e.p.d.).

Por último, sólo quiero agregar que no espere criar campeones mundiales. Consiga animales buenos con los que pueda ganar en competencias serias. Le saldrán algunos ases, pero no todos lo serán. Con esto en mente no probará lo amargo de la decepción.